ENERGÍA

Más ciencia para el cambio climático

La sequía que atraviesa gran parte del territorio advierte a Colombia que debe tomar en serio el calentamiento global, y buscar fuentes de energía alternativas a la hídrica.

20 de febrero de 2016
| Foto: EPM

No cabe ninguna duda de que Colombia vive el fenómeno de El Niño más fuerte desde 1997. Según los reportes del Ideam, la temperatura promedio del país ha aumentado entre 3 y 5 grados, y en algunos municipios del Magdalena Medio la ola de calor ha superado los 40. Ni siquiera la capital del país se ha escapado a este fenómeno. En enero, los bogotanos vivieron el día más caluroso de los últimos 20 años al alcanzar en algunas zonas de la ciudad 25,6 grados.

El Niño tiene sudando a todos los colombianos y ha puesto en jaque al sistema de generación eléctrica que, como advierte Vladimir Martínez Tejada, profesor del grupo de investigación de Energía y Termodinámica de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), depende en alto grado del agua. “Las hidroeléctricas alimentan alrededor del 67 por ciento de la planta energética colombiana y el gas y el carbón un 26  por ciento. Esto significa que una disminución de las lluvias de entre un 40 y 70 por ciento la pone en una situación altamente vulnerable”.

La amenaza de un apagón como el registrado en 1991 ha puesto a pensar al gobierno y a los académicos sobre el futuro del sistema energético del país, que requiere con urgencia utilizar otras fuentes limpias y amigables con el medioambiente, como la eólica y la solar, que en la actualidad producen el 4 por ciento de la energía eléctrica del país.

Precisamente, para disminuir la dependencia hidroeléctrica el gobierno promulgó la Ley 1715 de 2015, que incluye incentivos tributarios, contables, técnicos y arancelarios, entre otros, para fomentar la instalación e investigación de energías alternativas. Según la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) del Ministerio de Minas y Energía, se espera que una vez estén reglamentados, estos incentivos hagan que las energías limpias lleguen al 10 por ciento de la canasta energética. Se trata de generación eólica, solar fotovoltaica, geotérmica o de biomasa. De hecho, desde el gobierno ya se está proyectando instalar varios parques solares y eólicos, especialmente en zonas no interconectadas.

Por su parte, los científicos colombianos exploran nuevos escenarios para producir energía limpia. En este ámbito, uno de los grupos de investigación más destacados es el de Energía y Termodinámica de la UPB. Gracias al apoyo de Ecopetrol y de Colciencias, ha creado aerogeneradores de energía eléctrica que se adecúan a las características de los vientos colombianos. Como explica César Nieto, profesor e investigador de este grupo, “los que existen en el mercado están diseñados para aprovechar vientos de alta velocidad; por el contrario, nuestra tecnología aprovecha los vientos de baja velocidad y sus direcciones cambiantes, característicos en el país”

En el campo de la energía eólica, EPM ha sido protagonista con la puesta en marcha del parque Jepírachi, en La Guajira, y con el patrocinio de la investigación científica en instituciones como el Centro de Investigación e Innovación de Energía (Ciien).

Pero si bien ya hay experiencias y proyectos en energía solar y eólica, otros tienen gran potencial, como la biomasa. “Colombia es un país agroindustrial que produce millones de toneladas de residuos agrícolas que podrían usarse en la cogeneración de energía eléctrica y energía térmica. Se calcula que todos los desechos de la industria azucarera, arrocera, bananera, palmícola… podrían generar 16 gigavatios hora”, afirma Nieto.

Para convertir esta biomasa en un combustible eficiente y amigable con el ambiente se necesita de mucha investigación científica y tecnológica. No se trata simplemente de quemarlos, pues requieren un proceso técnico “para convertirlos en un gas que contenga un alto poder energético pero que a la vez sea muy limpio”.

Otra fuente valiosa con un gran potencial es la energía geotérmica, que se puede desarrollar a partir del calor generado en el interior de la Tierra. En esta materia, el país apenas está en pañales.

Lo cierto es que del éxito de la investigación e implementación de energías alternativas depende no solo que el país asegure su abastecimiento energético, en un contexto que estará caracterizado por el aumento de las sequías y disminución de las fuentes, sino que contribuya a frenar el calentamiento global.