MODA

¡Chao al uso de la corbata!

El accesorio masculino pierde adeptos en el mundo. Los expertos en moda debaten si se trata de una crisis pasajera o del principio de su fin.

26 de octubre de 2013
La foto oficial de los líderes más poderosos del mundo durante la cumbre del G8 en junio pasado en Irlanda del Norte generó una gran discusión sobre la crisis global de la corbata.

Los jefes de Estado del grupo G8 se reunieron en Irlanda del Norte en junio de este año para hablar sobre varias problemáticas mundiales, entre ellas, la evasión de impuestos, la corrupción y la guerra de Siria. Durante la cumbre estos líderes se dejaron ver en público vestidos de saco y camisa pero sin corbata, lo que hizo que muchos ‘fashionistas’ hicieran sonar las alarmas.

Hasta ese momento era usual ver a muchos hombres de negocios sin ella, especialmente a los de las compañías tecnológicas. Pero que los gobernantes de las naciones más poderosas del mundo no la incluyeran en un evento formal como ese puso a hablar a los expertos de la moda sobre la crisis mundial que afronta este tradicional accesorio masculino. 

Y es que a juzgar por los sondeos, esta prenda está en serios problemas. Según una encuesta hecha en Gran Bretaña, el 74 por ciento de los empleados no cree que  sobreviva más de 50 años. En otro estudio menos optimista, realizado por Dealjungle.com entre 20.000 de sus miembros registrados, el 51 por ciento cree que desaparecerá en 2030 y el 22 por ciento vaticinó su muerte para 2020, tal y como le sucedió al sombrero en los años sesenta y al corbatín antes de este. 

Otros datos confirman esta tendencia. En 1996 en Estados Unidos se vendieron 1.300 millones de dólares en corbatas. Para 2008 ese monto se redujo a casi la mitad, es decir, 667 millones de dólares. Se estima que en 1996, el 70 por ciento de los hombres en trabajos profesionales compraba corbatas mientras que diez años después dicho porcentaje bajó el 56 por ciento. 

“En las tiendas de Italia, el templo de esta prenda, hoy ya no ofrecen un surtido como el de antes”, observa un experto. Y las casas de moda más asociadas con ella, como Canali y Ermenegildo Zegna, le han bajado su protagonismo en las pasarelas. 

Un artículo reciente del Wall Street Journal señaló al presidente estadounidense Barack Obama como uno de los causantes de la estocada a la corbata, pues no solo en la cumbre de Irlanda del Norte, sino en muchas otras ocasiones, incluida una visita al presidente chino Xi Jinping, decidió quitársela, lo cual fue muy criticado por los sectores más conservadores de la moda.

Pero sería injusto achacarle la culpa de esta debacle a Obama. La tendencia a no usar corbata se inició en 1990, cuando diseñadores como Tom Ford decidieron guardarla en el clóset. El modisto italiano Gianni Versace ya había dejado de usarlas cuando lanzó su libro Hombres sin corbatas, que resultó ser premonitorio. 

Todo esto coincidió con el boom de las empresas de tecnología, un sector cuyos miembros no han sido muy adeptos a anudarse al cuello esta prenda. “No les gusta porque se la pasan todo el día detrás de una pantalla de computador”, dice un fabricante de este accesorio en Gran Bretaña. 

La idea del casual friday, que consiste en vestir informal en la oficina todos los viernes, contribuyó a que la corbata se use menos. Otro factor importante fue la sobresaturación de dicho accesorio de tal forma que algo que era sinónimo de distinción, poder y buen vestir se convirtió en un uniforme. “Hoy nadie cree que sea elegante porque se la pone todo el mundo”, dice Franco, un ‘fashionista’ de 34 años. Los que más la han abandonado son los arquitectos, creativos y periodistas, pero sigue reinando entre abogados y políticos. 

Pero cada vez se ven más personajes que en estos círculos empiezan a rebelarse contra ella. En 2011, José Bono, entonces presidente del Congreso español, tuvo un altercado con el ministro de Industria Miguel Sebastián porque este decidió asistir a una reunión del Parlamento sin corbata. Su argumento era que si todos se vestían así, se podía ahorrar un 7 por ciento de la energía por el uso de aire acondicionado. “Voy a seguir diga lo que diga el señor Bono y el emperador del japón”, dijo enfurecido Sebastián a los medios. 

Steve Jobs la usaba muy esporádicamente; James Cameron, el primer ministro inglés, hizo toda su campaña sin ella; el duque de Cambridge, a diferencia de su padre, el príncipe Carlos, asiste a ciertos eventos de caridad sin corbata, y empresarios como Richard Branson, dueño de la firma Virgin, la detestan. “No sé ni siquiera por qué la inventaron. Muchos las usan porque sus jefes los obligan”, dice.  

En Bogotá sigue siendo muy usada porque la fuerte tradición de formalidad. La mayoría de clubes sociales la exigen y en los círculos políticos y jurídicos es todavía una prenda obligada. “Pero en el resto del país la corbata ha perdido terreno”, dice Augusto Martínez, director de Santander Competitivo. Excepto en contadas excepciones, como algún abogado que por tradición la usa o un banquero al que se lo exigen, en ciudades templadas o calientes ya es raro ver personas encorbatadas. “Cuando alguien se la pone todos asumen que va para un entierro”, dice.

Empresas como Nutresa, Argos y Bancolombia la abolieron de su código de vestir.  Aunque no duda de su elegancia, el presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, tomó la decisión porque quería entregarles a sus colaboradores comodidad en el lugar de trabajo. 

Además piensa que dejar la corbata es más compatible con la idea de banca humana y va acorde con los valores institucionales de cercanía, calidez, respeto e inclusión de la compañía. “No se trató de una medida impositiva, al contrario, se respetan las costumbre de ciudades en donde la corbata está presente, al igual que en algunos momentos de interacción con el cliente”, dice. 

El temor era que los empleados no entendieran el significado de vestir casual, de modo que fue necesario redactar un manual para evitar que la informalidad se tradujera en una vestimenta desaliñada. Lo anterior, es un sentimiento compartido entre los que saben de moda. 

Pilar Castaño, por ejemplo, dice que un ejecutivo pierde mucho cuando no se pone el vestido de saco y corbata en el trabajo. “Este traje empodera, da don de mando y es un arma de comunicación y por eso no hay nada más peligroso que la informalidad en el mundo corporativo”. 

Explica que vestir casual está bien para un almuerzo en el campo durante el fin de semana pero debe ser un imperativo para ciertos hombres y en ciertas ocasiones, sin importar el clima. “En la Cumbre de las Américas de Cartagena, por ejemplo, el presidente Obama se veía mejor vestido con su chaqueta que el presidente Santos, con su guayabera de lino arrugada”,observa Castaño.

Por eso cree que la corbata no debería desaparecer. Carlos Giraldo, periodista especializado en moda, no cree que vaya a caer en desuso completamente. “Lo que sucede es que  los hombres tienen más flexibilidad hoy a la hora de vestir, pero habrá ocasiones en que la tendrán que usar sí o sí”. Aun en tierra caliente se puede llevar con chaquetas ligeras de lino y algodón, más cómodas en esos climas.  

Para estos expertos es absurdo pensar que una prenda tan tradicional desaparezca completamente. Un ejecutivo de la tienda Saks de la Quinta Avenida de Nueva York le dijo al Wall Street Journal que la corbata clásica de seda brillante no era muy apetecida en el momento, pero que los hombres hoy están más inclinados a llevarla en otro tipo de materiales y en colores opacos. “Los jóvenes que se la ponen quieren enviar un mensaje sobre su estilo de vida”, dice. Franco, por ejemplo, la lleva con jeans y zapatos tenis. 

Hay quienes no tienen planes de dejarla. Un alto ejecutivo de un organismo intergubernamental con sede en Washington tiene más de 80 corbatas en su armario y las usa no solo porque se lo exige su trabajo, sino porque le gusta enviar mensajes sobre su estado de ánimo con ellas. “Cuando tengo temas espinosos me pongo unas de guerreros; cuando viajo, una  de aviones, y para negocios en el  Caribe tengo una de delfines”, dice . 

Para los que la abandonaron, la situación, sin embargo, no es fácil. Los hombres, a diferencia de las damas, tenían el problema de vestir resuelto pues con tener dos o tres vestidos era suficiente. La gran decisión diaria era escoger camisa y corbata. Sin este atuendo el reto ahora es mayor. 

Para que al vestirse casual no pierdan elegancia, los expertos recomiendan tener camisas con buenos cuellos. Así, cuando las usen sin corbata estos se mantendrán firmes. También aconsejan tener una siempre a la mano. Lo importante es actualizarla, pues como dice Martínez, “no hay nada más aburrido que ver a alguien vestido con una corbata vieja y pasada de moda”.

Famosos sin corbata

Estos personajes la usan solo en ocasiones 

Juan Manuel Santos
Presidente de Colombia
Dicen que le gustan pero cada vez las usa menos.

Carlos Raúl Yepes
Presidente de Bancolombia
Abolió la corbata en el banco más grande del país.

Príncipe William
Duque de Cambridge
Asiste a eventos públicos de suéter y camisa.

Richard Branson
CEO de Virgin
Siempre lleva unas tijeras para cortar las corbatas de los demás.

Steve Jobs
Ex-CEO de Apple
Nunca se la puso para dar los grandes anuncios de sus productos.

Tom Ford
Diseñador de moda
Desde 1990 la sacó de su ropero y hoy la usa en contadas ocasiones.