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10 cosas para tener en cuenta cuando los hijos se enferman

Así los cuide bien, les dé la comida más sana, los lleve a todos los chequeos con el pediatra, les lave las manos muchas veces al día, los saque a correr al parque a diario para que absorban mucha vitamina D: los niños se enferman. Es más, de los 2 a los 5 años se enferman muy seguido. Acá un par de consejos para superar las temporadas de virus.

Carolina Vegas *
22 de septiembre de 2018
Todos los niños se enferman y es normal | Foto: Pixabay

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1. Nos vamos a calmar
Todos los niños se enferman y es normal. Los jardines infantiles y los colegios son caldos de cultivo perfectos para virus y bacterias. Así sean superhigiénicos y muy limpios, es imposible evitar que los niños compartan bichos. No hay manera de evitar las gripas, las gastroenteritis, los piojos y algunas eruptivas. Y eso no es necesariamente malo. Obviamente nadie quiere que se le enfermen los hijos, pero es en esos momentos que sus organismos mejoran el estado de sus defensas y aprenden a protegerse mejor para lo que venga.

2. Póngale atención a los síntomas
La fiebre siempre es señal de algo, pero eso no la hace mala. Es el mecanismo natural del cuerpo para luchar contra lo que sea que está ocurriendo en su interior y que está alterando el estado del organismo. Entonces, siempre tenga un termómetro a la mano y recuerde que a veces un baño calientito y no ponerle ropa demasiado caliente a la criatura puede ayudar a bajar y controlar la fiebre de manera efectiva. Pero obvio, si está muy alta, no baja y lleva mucho rato así, siempre acuda a su médico o a urgencias. También escuche a su hijo, pare orejas a sus quejas. Si todavía no habla, fíjese en su proxemia, si se jala las orejas, se frota la barriga o se coge la boca, le puede estar indicando qué le duele.

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3. Trate de no mandarlo al jardín o al colegio
Yo sé. Muchas veces la angustia mayor no es que el niño se enferme, sino el despliegue logístico que implica ese hecho. ¿Con quién lo podemos dejar? Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos? Respire. Todos pasamos por ahí. Pero mandarlo al jardín es seguir con una cadena interminable de enfermedad. El virus pasará de mano en mano, boca en boca, nariz en nariz. Además, los niños así se recuperen rápido quieren estar en su casa, descansar, sentirse seguros. Y si es empleado tenga en cuenta lo siguiente: la incapacidad de un hijo aplica para uno de los padres también. Es decir que si la cosa ameritó visita a urgencias o al médico, usted tiene el derecho a cuidar de su hijo en su casa.

4. Prepárese para lavar ropa, cambiar camas y limpiar pisos a las 2 de la mañana
Sí, su hijo se va a vomitar. Casi siempre a la madrugada. La mayoría de las veces en su cuarto o su cama. Será escandaloso, asqueroso e impresionante. La primera pregunta que llegará a su cabeza es: ¿Dónde le cabe todo eso a mi pulga? Será una recreación estupenda de la famosa escena de El Exorcista, con la magia extra de que el líquido viscoso que expulse su hijo puede venir de cualquier color, no solo verde. Eso sin duda le dará emoción al evento. La ñapa: le va a caer encima a usted también. Pero todo bien, una de las cosas lindas que enseña la materpaternidad es a no ser asquiento, por lo menos en mi caso.

5. Si ya dejó el pañal, no querrá ponerse uno así esté con diarrea explosiva
“Los pañales son para los bebés y yo ya soy un niño grande, mamá”. Eso me dijo mi hijo antes de ensuciar mi cama mientras dormía. Yo, en el afán de no traumatizarlo y estancar su maravilloso proceso de control de esfínteres, no insistí. Hasta que luego el ‘vomipopi’ nos obligó a cambiar las sábanas, las piyamas y limpiar el piso a las 2 de la mañana. Fue hermoso. Nos unió como familia.

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6. No lo obligue a comer
Una de las primeras señales de alerta que comienza a dar un organismo infantil cuando se ve atacado por algún virus malicioso es la inapetencia. Por lo general, y esto se aprende con el tiempo y la experiencia, no van a querer comer igual que siempre, se sentirán llenos más pronto o de plano rechazarán cualquier tipo de comida. No lo obligue a comer. Si no quiere no es porque esté necio, sino porque de verdad su cuerpo está rechazando, por algún motivo, esa comida y no la podrá procesar. Y todos hemos cometido el error de hacerlos comer, un poco a la fuerza, y las consecuencias son nefastas. Porque así como entra de rápido, sale de rápido… ustedes me entienden.

7. La televisión es su amiga
Lo que más me gustaba de enfermarme cuando era pequeña era que tenía permiso de quedarme todo el día en la cama de mis papás y ver televisión. Además de que los pequeños necesitan de cuidados y apapachos especiales cuando están malitos, y consentirlos más está a la orden del día, la televisión se convierte en una amiga y aliada pues es la mejor manera de tenerlos quietos y en reposo durante ratos largos. Al igual que nosotros, los niños enfermos necesitan quietud y reposo, esa es la mejor manera para permitir al cuerpo recuperarse. Así que no se sienta culpable por dejarlos ver más tele de lo habitual, más bien agradezca que existe ese recurso y arrúnchese con su pequeño a ver series y películas. Una maratón de Paw Patrol o Peppa Pig puede ser un plan muy emocionante para ambos.

8. Se va a poner más consentido, asúmalo y disfrútelo
Va a querer más arrumacos y atenciones especiales. Va a decir con voz afectada que aún se siente muy mal, aunque usted pueda ver que ya está camino a la completa recuperación. No lo sufra y no lo regañe. Más bien relájese y disfrute, abrácelo y consiéntalo. Mire que en poco tiempo, porque el tiempo vuela, ya no se va a dejar abrazar por horas.

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9. Lo que sea, se le va a pegar a usted
Los niños se recuperan de cualquier cosa en un dos por tres. Pero entre tanto arrunche, consentimiento y limpiadera de secreciones excrementales, lo que sea que tuvo su hijo se le va a pegar. Y ahí sí comienza Cristo a padecer, porque eso que su hijo superó en 24 horas a usted lo va a mandar a urgencias, con hidratación intravenosa de emergencia o terapia respiratoria. El año pasado, apenas comencé un nuevo trabajo (en Semana) Luca se enfermó. No fue nada gravísimo, una gripa normal. Él lo superó en dos días. Yo en cambio tuve cuatro sesiones de terapia respiratoria y una otitis que terminó en un tímpano reventado. Casi me muero, y no fue la primera ni la última vez. Los supervirus que incuba Luca también han llevado a mi esposo a ver la luz más de una vez.

10. Nadie va a dormir
El Santo Grial de la crianza es lograr dormir de nuevo, como cuando uno no era padre o madre, más de 7 horas seguidas. Y durante muchos momentos se sentirá que se consigue llegar al objetivo, que se conquista ese gran logro. Pero no se emocione, no dura, porque cuando su hijo o hija se enferman usted volverá a saber qué significa no pegar el ojo. Pero tranquilo, la práctica hace al maestro. Ya una noche de insomnio no es tan demoledora como al inicio de la crianza… mentira, a quién quiero engañar.

*Editora de SEMANA y autora de las novelas Un amor líquido y El cuaderno de Isabel (Grijalbo).