Salud
Obesidad, la mayor amenaza nutricional en América Latina
Según el informe anual de la ONU, el hambre y la obesidad aumentaron por tercer año consecutivo en la región. La desigualdad es tan grande que hoy hay más gente obesa que desnutrida. Este es el paradójico panorama.
Cada año la Organización de las Naciones Unidas presenta su informe ‘Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe’. Pero este 2018, no son buenas las noticias para la región. Como explicó Julio Berdegué, representante regional de la FAO, “por tercer año consecutivo, América Latina y el Caribe se alejaron del cumplimiento del objetivo de hambre cero”.
Hoy hay 39.3 millones de personas padeciendo hambre en este grupo de países pero cada año hay 3,6 millones de obesos nuevos en la región. Las paradójicas cifras son un reflejo de las profundas desigualdades que existen en las sociedades del continente, dice el informe. El conflicto político en algunos países, el incremento de los desastres naturales, el aumento de la migración, como sucede en Venezuela y Honduras; y el aumento de los hábitos alimenticios poco saludables, son las razones principales.
Hambre y desnutrición
Precisamente, una de las revelaciones del informe es que Venezuela lidera la lista de aumento de desnutrición: sólo entre 2014 y 2016, 600 mil personas pasaron a vivir en condición de mala alimentación. Argentina y Bolivia le siguen en la lista, donde el incremento en ambos fue de 0,1 por ciento. Del grupo de países, solo seis lograron reducir las cifras del hambre: Colombia, Costa Rica, Haití, México, Perú y República Dominicana.
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En este punto, Berdegué hizo una mención especial a Colombia, país que “está haciendo un gran trabajo en la reducción de las cifras de hambre, y esto demuestra que la paz empieza a dar resultados”. Mientras tanto, otros 19 países no mejoraron sus cifras. “Es cierto que nueve de ellos están muy cerca de la meta, pero no se trata de estar cerca de la meta, sino de llegar a ella. Tienen que hacer el esfuerzo para lograr el objetivo de hambre cero”, agregó el representante.
Los más afectados, según el informe, son las mujeres, niños, pueblos indígenas, habitantes de zonas rurales y los hogares con menores ingresos. Estos presentan mayores niveles de exclusión del derecho a la alimentación y se encuentran en un riesgo muy alto de quedarse atrás en los objetivos de la región para eliminar la crisis de hambruna en el mundo. En diez países, el 20 por ciento de los niños y niñas más pobres sufren tres veces más la desnutrición crónica que el 20 por ciento más rico. "Los estamos condenando a un futuro tremendamente difícil", sostuvo Berdegué.
Esta desigualdad también se ve en el género: en América Latina, el 8,4 por ciento de las mujeres sufre inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9 por ciento de los hombres, mientras que la tasa de obesidad de las mujeres es mayor a la de hombres en toda la región, a diferencia de lo que sucede en otras partes del mundo.
Obesidad
Tan dramático como el hambre es la obesidad, que el informe destaca como preocupante porque 104,7 millones de adultos en la región son obesos, es decir casi uno de cada cuatro adultos. Y en el caso de los niños y niñas menores de 5 años, la condición ya afecta al 7,3 por ciento es decir a 3,9 millones, y supera con creces el promedio mundial que es de 5,6 por ciento. Por esta razón, según Berdegué, el sobrepeso se ha convertido en la mayor amenaza nutricional de América Latina y el Caribe.
Es irónico pues América Latina es prácticamente la despensa agrícola del mundo, la razón del problema es que muchos de sus habitantes no tienen acceso a frutas y verduras frescas. Esto lleva a que las personas con menos recursos compren productos con alto contenido en grasas, azúcar y sal, que son más baratos. El ejemplo más dramático es el de Chile, donde aproximadamente el 27 por ciento de la población no tiene dinero para comprar una canasta saludable, recordó el funcionario del a FAO.
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La consecuencia es que las mujeres chilenas encabezan la lista de la obesidad de Sudamérica y los hombres chilenos ocupan el segundo lugar, por detrás de los argentinos. "La alimentación saludable sigue siendo un privilegio y debe ser un derecho humano", alertó desde Panamá la directora regional de Unicef, María Cristina Perceval.
El doble costo de la malnutrición
En resumen, la malnutrición en la región toma muchas formas: mientras que uno de cada diez niños y niñas menores de cinco años presenta retraso en el crecimiento por falta de alimento, uno de cada cuatro adultos es obeso y una de cada cinco mujeres en edad fértil padece de anemia. Todos, sin embargo, representan un costo económico y social para sus países, pues el simple hecho de estar mal alimentado incide en factores como la productividad, el desarrollo en la educación, entre otros. Aquí algunos de sus costos en ambos casos:
- Por déficit: El efecto más grave es el retraso en el crecimiento en los menores de 5 años. Este a su vez, desencadena una serie de factores cruciales: incrementa el riesgo de muerte, profundiza la pobreza y tiene un impacto a corto plazo en la vida de las personas. En el caso de los niños, disminuye la capacidad de concentración en las aulas y limita el aprendizaje, mientras que el déficit de micronutrientes, en especial de hierro, zinc, yodo y vitamina A, se asocian a un deterioro cognitivo que resulta en un menor aprendizaje. Asimismo, la mortalidad asociada a desnutrición tiene un efecto directo en la capacidad productiva del país, afectando al tamaño de la población en edad de trabajar (PET).
- Por exceso: Para nadie es un secreto que el sobrepeso y la obesidad afectan directamente la salud de las personas. Aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incrementa la incidencia de las enfermedades no transmisibles, así como la probabilidad de muerte. Además, a diferencia de la malnutrición por déficit, el hecho de consumir alimentos poco saludables tiene un impacto medioambiental negativo que está asociado al mayor uso de recursos (energía y consumo de alimentos). También se estima que un paciente con obesidad representa unos costos médicos entre un 25 por ciento y un 52 por ciento superiores en comparación con las personas que tienen un peso normal.