INNOVACIÓN

La lengua electrónica “made in Colombia”

Investigadores colombianos desarrollan una neurolengua que ayudará a la industria de alimentos a mejorar la calidad y fiabilidad de sus productos.

4 de febrero de 2016
El dispositivo imita el sentido del gusto de los humanos. | Foto: Cortesía BIOS

El legendario arte de la cata de bebidas y comidas, que necesita un estricto entrenamiento y un especial cuidado del paladar, podría tener sus días contados, debido a la aparición de catadores robóticos. Desde hace una par de décadas, investigadores y científicos de universidades del mundo y de la industria de alimentos están desarrollando aparatos biomécanicos capaces de reemplazar las funciones gustativas de la lengua.

Los resultados han comenzado a verse. En España, investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona desarrollaron una lengua electrónica capaz de identificar el sabor y los componentes de la cerveza. Por su parte, en Estados Unidos, científicos de la Universidad de Texas han construido un catador artificial de vinos.

En Colombia, los científicos no han sido ajenos a la idea de construir un dispositivo que imite el gusto de los humanos. En el centro de Investigación Bios de Manizales un grupo de investigadores están desarrollando un sistema de neuroingeniería para la manipulación de productos alimenticios mediante el registro de las sensaciones experimentadas por los consumidores, al que han denominado neurolengua.

Un proyecto que en medio de todos los prototipos de lenguas electrónicas desarrolladas a lo largo y ancho del mundo, resulta bastante innovador. La razón: el equipo de Bios, liderado por ingeniero de sistemas y computación, Juan Diego Gómez, quiere integrarle al sistema clásico de estos dispositivos una interfaz cerebral.

En términos generales una lengua electrónica está conformada por un conjunto de sensores químicos de distinta especificidad que identifican las sustancias, y por un software que reproduce de forma artificial la sensación del sabor. A este sistema Gómez quiere integrarle las sensaciones y reacciones de los sabores en el cerebro para mejorar la fibilidad de la cata de alimentos.

“Este es un sistema sin precedentes, no solo en Colombia, sino en el mundo entero. Por primera vez somos pioneros en combinar distintas tecnologías. De esta manera demostramos que no tenemos por qué estar a la zaga o permanecer simplemente a la sombra de los desarrollos que se dan fuera del país en el campo de la tecnología”, explica Gómez.

El proyecto de la neurolengua consta de tres grandes partes. Una consiste en construir una lengua electrónica que analice los alimentos e identifique su composición. La segunda, es crear una interfaz que diagrame y analice la respuesta del cerebro a los sabores. Y por último el equipo de investigación prevé el desarrollo de un software que integre la lengua electrónica y la interfaz cerebro computador para el registro de sensaciones.

Por el momento, parte de la financiación para la neurolengua corre por parte de las una de las empresas de alimentos más grandes de Colombia, que  ha comprado una licencia de uso, pero, según Gómez, “no la quieren comercializar sino utilizarla para su propio beneficio”. Aun así Bios, poseedor de los derechos de comercialización de la neurolengua, está abierto a escuchar otras propuestas económicas.

Con este invento “made in Colombia”, se intentará mejorar la calidad y fiabilidad de los productos alimentarios por medio de procedimientos estandarizados. Idea que no le debe gustar mucho a los sommelier  y demás catadores.