VIDA MODERNA
Los libros de autoayuda no ayudan
Un polémico psicólogo danés señala que los libros de superación personal hacen a sus lectores más deprimidos y estresados, y en algunos casos hasta crean minipsicópatas.
Pensar positivo, confiar en su voz interior, encontrarse a sí mismo, seguir sus sueños, vivir el momento son consejos que hoy ofrecen cursos, seminarios y libros de crecimiento interior. Pero según el filósofo y psicólogo danés Svend Brinkmann, estos no hacen más felices ni exitosas a las personas. Todo lo contrario. Crean adultos infantiles que sienten la imperiosa necesidad de seguir sus sentimientos sin importar las consecuencias. Personas frustradas porque ese crecimiento personal, que debería tener un límite, se volvió un proyecto de nunca acabar. Y al ser individuos inacabados se estresan y entristecen. “Estos libros enseñan que todos los problemas del individuo pueden solucionarse al seguir unos simples pasos. Y cuando fallan, sienten que ellos son los únicos culpables”, dijo a SEMANA Brinkmann, autor de Stand Firm, al que define como “un libro de autoayuda contra los textos de autoayuda”.
Para Brinkmann, el mundo de la autoayuda ha generado individuos introspectivos y centrados en sí mismos con riesgos de sufrir ansiedad y depresión. En casos extremos incluso ha creado minipsicópatas. Brinkmann menciona a Anthony Robbins, un gurú que asesoró a los presidentes George W. Bush y Bill Clinton y que define el éxito como “hacer lo que quiere, cuando quiera, donde quiera, con quien quiera y por el tiempo que quiera”. El experto dice que tomar este consejo al pie de la letra podría conducir a una personalidad antisocial. De hecho, el autor menciona un trabajo de una de sus estudiantes cuyo objetivo era comparar las recomendaciones de los libros de autoayuda con los principales criterios del desorden de personalidad antisocial, y observó que dos de los rasgos, la falta de control de los impulsos y la ausencia de culpa, se observan en estos textos. “En el mundo de la autoayuda se habla de ‘hazlo ya’, ‘solo se vive una vez’, ‘aprovecha el día’. Además, incentiva muy poco preocuparse por lo que otros piensen”.
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Brinkmann escribió su libro intencionalmente en el mismo formato que pretende criticar. La gran diferencia está en que, al contrario de lo que proponen los textos de esta categoría, propone despedir a los coach personales, cambiar los libros de superación personal por novelas, concentrarse en lo negativo, saber decir no, dejar de mirarse el ombligo y suprimir sus sentimientos. “Los libros de autoayuda no son el problema, sino el síntoma de una enfermedad”, explica. Y esta para él es la cultura de la aceleración social. “Dormimos menos y cambiamos de pareja, trabajo y ciudad con más frecuencia”. Los libros de autoayuda proveen con fórmulas sencillas, pasos resumidos y consejos prácticos para estar actualizándose no solo en lo profesional, sino en los asuntos del alma, en busca de crecimiento interior, mayor felicidad, más oportunidades y una vida llena de éxitos. Stand Firm da a los lectores herramientas para resistir la industria de la autosuperación que, según la revista Forbes, mueve al año más de 10.000 millones de dólares solo en Estados Unidos.
Aunque ese movimiento pretende liberar y promover la realización personal de la gente, Brinkmann dice que se ha vuelto una religión del yo en la que cada individuo es el centro del universo. “Son como un pequeño dios que decide lo que es bueno y malo”. La mayoría de sus seguidores terminan adictos a los libros de autoayuda, los terapeutas y el coach de vida, a quienes Brinkmann considera los sacerdotes de esta fe. Y de todos los mantras que circulan en la cultura de la autoayuda, los más perversos para él son la búsqueda interior y el autoanálisis. “Se da la idea de que todas las respuestas están en su interior, pero eso es absurdo”. En un ambiente de depresión económica la culpa de que alguien no encuentre trabajo no es solo suya. Pero con este tipo de mensajes “se privatizan o individualizan los problemas sociales”, dice.
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Muchas de sus recomendaciones hacen parte de los estocios, como Séneca, que creían que la gente se siente mejor cuando separa la razón de la emoción. Por eso Brinkmann recomienda reprimir las emociones, usar máscaras, controlar los impulsos y ver la perspectiva de otros. Para el autor no hay ninguna dificultad en ver el vaso medio vacío; en decir un problema en lugar de un reto; en tener rutinas, hábitos y permanecer firme en los principios en lugar de vivir en constante desarrollo; en no siempre estar pensando en el lado positivo de las cosas y en bajar las expectativas y esperar lo peor. En lugar de visualizar las cosas que quiere lograr, como lo ordena El secreto, un libro que ha vendido más de 20 millones de copias, el experto sugiere la visualización negativa: imaginar que pierde todas las cosas, un concepto conocido como pesimismo defensivo, muy efectivo contra la ansiedad porque ayuda al paciente a apreciar su vida.
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A pesar de su popularidad, el libro del psicólogo ha levantado ampolla. En su país, expertos en coaching, como Reinhard Stelter de la Universidad de Copenhague, creen que Brinkmann critica textos baratos de autoayuda como los que tienen como título ‘Diez pasos para una vida feliz’. Eso mismo piensa el coach Andrés Aljure, quien señala que el espectro del mundo de la autoayuda es enorme. “Unos son muy serios y científicos, otros son ligeros, pero a todos los clasifican bajo ese rótulo”. Otros critican su propuesta de deshacerse del coach, pues, como dice el psicólogo Camilo Medina, el apoyo profesional es importante cuando se necesita. “Si hay problemas reales es mejor hablar con un profesional”.
Medina considera que los libros de autoayuda sirven siresuelven la inquietud que el lector tiene. Aljure agrega que leerlos no es suficiente, sino que se deben aplicar para ver resultados. Pero Ana María Aragón, librera de Casa Tomada, que no vende libros de autoayuda porque “no nos convencen”, coincide con Brinkmann en que la buena literatura logra el mismo efecto: “El autoconocimiento, la reflexión, y permite vivir la vida de personajes no solo de esta cultura ni de este tiempo, sino de momentos históricos pasados. Lo otro es un recetario de lugares comunes”.