PSICOLOGÍA

Lotería de felicidad

Nuevos estudios señalan que, al contrario de lo que se piensa, quienes ganan una fortuna pueden llevar una vida feliz y normal.

15 de junio de 2014
Mientras más dinero ganen, más posibilidades hay de que los millonarios reporten más felicidad y tengan menos riesgo de quiebra. | Foto: ING image

Todos sueñan con ganarse la lotería para tener la felicidad completa. Pero por muchos años se ha discutido si en realidad hacerse una fortuna de esta manera es un golpe de suerte o una maldición. En 1978, un estudio concluyó que el nivel de felicidad de estos afortunados aumentaba en un principio pero luego de unos meses regresaba a sus niveles habituales. En términos generales, los ganadores no eran más felices ni más optimistas que sus vecinos. Aún más, ni siquiera superaban en felicidad a personas parapléjicas. Este estudio fue usado por una corriente de la psicología para demostrar que la felicidad tenia un punto fijo y que eventos positivos o negativos afectaban ese nivel pero solo por un tiempo. Al cabo de unos años todos volvían a su felicidad base.

Historias como la de Jack Whitaker, quien en 2002 se ganó 315 millones de dólares, alimentaron esa idea. Lo primero que hizo fue donar 14 millones a obras de beneficencia pero luego la suerte le dio la espalda: le robaron un maletín con medio millón de dólares frente a un club nocturno; los ladrones se metieron en varias ocasiones a su casa y su oficina; fue arrestado por conducir embriagado y su nieta murió en circunstancias extrañas. Cinco años después estaba totalmente arruinado.

Pero recientemente nuevas investigaciones han mostrado que los ganadores de loterías no tienen una vida miserable como la de Whitaker y, por el contrario, mejoran su bienestar general y su nivel de felicidad con esa ganancia ocasional. En otras palabras la plata que les llovió del cielo no solo los dejó más ricos sino más felices.

En un estudio realizado en Francia, Benedicte Apouey y Andrew Clark, profesores de la Escuela de Economía de París, constataron que los ganadores de loterías tenían un bienestar psicológico superior al anterior dos años después de haber ganado el premio. Sus niveles de estrés se habían reducido y aunque su salud física seguía igual, sus sentimientos positivos hacia la vida habían aumentado.

El otro trabajo relevante fue hecho en Inglaterra por Jonathan Gardner y Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, quienes encontraron que si bien el nivel de felicidad bajó en los meses siguientes al premio, a los dos años los sentimientos de optimismo y satisfacción se doblaron, de modo que el bienestar psicológico fue evidentemente mayor al de antes de ganar la lotería. Los expertos explican que el bajón del comienzo se debe al estrés de los ajustes que deben hacer estas personas ante la riqueza inusitada.

Los expertos en el tema señalan que en los primeros trabajos hubo fallas metodológicas. El de 1978 solo involucró a 22 ganadores de loterías y no analizó la transformación del nivel de felicidad de los ganadores en el tiempo sino que comparó su satisfacción al momento del anuncio con la de sus vecinos.

Otro estudio reciente concluyó que el 1 por ciento de los ganadores de lotería estaba quebrado al cabo de un año, un porcentaje mucho más alto que el del resto de la población. Pero esa cifra solo aplica a las personas que ganaron 150.000 dólares o menos. Aquellos que recibieron de premio más de un millón tuvieron menos riesgo de declararse en bancarrota. De esta forma, los expertos señalan que el monto recibido es un indicador de lo que puede suceder con el ganador de la lotería.

Hasta el momento el principal obstáculo para que los ganadores disfruten de una lotería millonaria es la gente que llega a pedirles dinero, especialmente sus familiares. Para superar este problema les sugieren mantener el hecho en completo secreto, no hacer gastos extravagantes e incrementar el nivel de vida gradualmente para evitar sospechas. El otro obstáculo, dicen, es que los ganadores acepten que se lo merecen. Y para eso el antídoto es más complejo pues tendrán que convencerse a sí mismos de que lo son. Es probable que disfrutar de una nueva vida sin presiones económicas les ayude a lograrlo.