ACCIDENTE

En video: "Fui a atrapar un Raichu y los perros me atacaron"

Un menor de edad ingresó al Humedal Córdoba en busca de un Pokémon y fue atacado por perros callejeros. Esta es la historia.

Julián Saenz (*)
12 de agosto de 2016
| Foto: SEMANA

Juan Diego Murcia, un niño bogotano de 12 años, se encontraba jugando Pokémon Go dentro del conjunto de casas de su barrio Niza, en el norte de la ciudad el pasado sábado. De repente, una de las criaturas del juego apareció cerca de su casa, en medio de un humedal.

Juan Diego había descargado el juego ese día y empezó a cazar pokémones en el parque de su conjunto residencial. Cuando se agotaron, vio que en la pantalla había uno cerca de allí. Sin pensar en las consecuencias, saltó la valla que separa su conjunto del humedal Córdoba y empezó a caminar en medio de la vegetación.

De un momento a otro, en vez del pokémon, aparecieron tres furiosos perros que lo mordieron en sus brazos y piernas, dejándolo muy mal herido. Solo los gritos de los demás niños, en especial de su hermana de siete años, alertaron a los vecinos de lo que estaba sucediendo. Horacio Lince, uno de los residentes, decidió saltar la reja e ir a rescatar al menor.

Cuando llegó, los perros ya se habían marchado, pero Juan Sebastián estaba con muchas heridas en las piernas, brazos y cuello. “Estaba llorando, tirado en el suelo. Cuando lo cargué, me impresioné mucho, porque los músculos del brazo estaban rasgados y se alcanzaba a ver el hueso. Por fortuna, los perros no me atacaron”, dijo Horacio Lince.
Consuelo Sanabria, abuela del menor, llevó de inmediato al niño a la Clínica Reina Sofía en donde lo valoraron y le limpiaron las heridas, la peor de ellas fue en su brazo derecho donde le pusieron 13 puntos.

“Ese juego hace que los niños estén más pendientes del celular que de otra cosa, pienso que no es muy bueno para los niños. Además se deben sacar esos perros del humedal ya que muchos niños juegan ahí”, manifestó Sanabria.

Luego de varios días de recuperación Juan Diego ha vuelto al colegio, aunque sus heridas todavía son evidentes, sigue jugando Pokémon Go, pero sabe que debe hacerlo de una manera más precavida. Toda una advertencia de lo que les puede pasar a otros niños y jóvenes en el país.

Por: Julián Saenz, pasante de la maestría en periodismo de la Universidad del Rosario y SEMANA.