MANUELITA
Manuelita hace posible el privilegio de aprender
Los seres humanos y la sociedad en su conjunto se transforman con una educación de calidad. Ese principio anima a la Fundación Manuelita para apoyar las aulas y los hogares de 600 niños de la comuna uno de Palmira, Valle.
En 2013, cuando la Fundación Manuelita puso en marcha un programa piloto para mejorar la calidad educativa de la institución pública Antonio Lizarazo, en una de las comunas más pobres de Palmira (Valle del Cauca), los niños estaban en condiciones lamentables. “No nos miraban a los ojos y mucho menos nos daban la mano, no sonreían ni mostraban ganas de luchar. Sus mayores expectativas eran trabajar en los galpones o ladrilleras informales como sus familiares”, relata Gloria Medellín, directora de la Fundación Manuelita.
Este triste cuadro impulsó a la fundación a meterse de lleno a las aulas y a los hogares de los niños, como una forma de entender el entorno social en el que viven. Los directivos montaron oficina dentro del colegio para vivir su día a día y organizaron visitas domiciliarias para mirar de cerca el ambiente familiar.
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De esta manera, y con un computador para cada niño, pusieron en marcha el programa Educar Uno a Uno que busca romper el esquema de clase tradicional y fortalecer la calidad educativa a partir de los docentes, los estudiantes, las familias y la comunidad. Los hogares de los 600 estudiantes que participan en él pertenecen a los estratos 1 y 2, y viven en barrios con presencia de pandillas, fronteras invisibles, violencia e inequidad social.
En el programa, el docente asume el papel de facilitador en el proceso pedagógico y los profesionales de la fundación apoyan el área social que incluye a las familias, la comunidad y el entorno. Gloria Medellín dice que, hoy, tras el esfuerzo realizado por el equipo interdisciplinario de la fundación, los niños muestran entusiasmo, participan más, permanecen alegres y con ganas de aprender. Esto también ha hecho que los docentes sientan pasión de volver a las clases y las familias han cambiado de actitud frente a la vida y su corresponsabilidad como educadores de los hijos.
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Este programa piloto les ha dejado aprendizajes y resultados positivos a 30 docentes y directivos, 630 estudiantes y 400 familias. En 2014, en la prueba Saber 11, la institución educativa Antonio Lizarazo obtuvo clasificación C y en los siguientes años pasaron a B. La meta para 2020 es obtener A+, llegar a 1.900 estudiantes y tener presencia en cuatro sedes. La fundación proyecta invertir 10.000 millones de pesos para los primeros siete años del proyecto.
En 2015, un egresado logró llegar a la universidad, 14 ingresaron a carreras técnicas y tecnológicas y 2 quedaron vinculados en empleos formales. En la promoción del año pasado 2 estudiantes entraron a la universidad, 1 de ellos al programa Ser Pilo Paga para estudiar en el Icesi, de Cali.
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Los padres de familia frecuentan el colegio los sábados para aprender porque algunos no sabían ni encender un computador. La fundación, por su parte, está cumpliendo su objetivo de que los estudiantes sean felices y tengan posibilidades de transformar a la sociedad.