NUTRESA

Nutresa ayuda a familias vulnerables

La Fundación Nutresa puso en marcha el programa Germinar para promover estilos de vida saludable y generar ingresos a las familias en situación de vulnerabilidad. Ya hay 65 huertas y 886 personas beneficiadas.

29 de abril de 2017
| Foto: SEMANA.

Antes de entrar a Nutresa no conocíamos la berenjena, la remolacha ni la zanahoria. Pero ahora nos han enseñado no solo a sembrarlas, sino también cómo se consumen y cómo se preparan”, dice Pastor Niño Torres, un joven indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta, estudiante de psicología.

El suyo es un ejemplo de lo que está haciendo el programa Germinar, promovido desde hace un año por el Grupo Nutresa por medio de la fundación que lleva su nombre. Actualmente cuenta con 65 huertas, 9.250 metros cuadrados cultivados y 886 personas en situación vulnerable beneficiadas en la Sierra Nevada, Chocó, Montes de María y Villavicencio.

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El modelo Germinar tiene como principio fundamental “enseñar a pescar en vez de dar pescado” y tiene tres fases. En la primera busca comprender el contexto, que implica respetar la cultura, la tradición y la condición de las comunidades; en la segunda se realiza un diagnóstico demográfico; y en la tercera el programa hace consensos con aliados (FAO, Salvaterra, Minagricultura, gobiernos  locales en algunos casos) y con la comunidad. Todos ellos constituyen el Comité Germinar. Actualmente, este proceso se adelanta en la comunidad indígena kankawarwa de la Sierra Nevada, donde hay cuatro huertas comunitarias con verduras, frutas, cerdos, peces, caña y plátano que benefician a 306 personas.

En Montes de María hay 9 huertas de pequeños agricultores y 300 beneficiarios, y en Chocó tienen frutas, verduras y gallinas ponedoras en 2 huertas que aprovechan 130 personas. En Villavicencio, a través de Germinar Urbano ya tienen 50 huertas y 150 personas obtienen alimentos.  

“Lo más impactante del programa es que, cuando uno va a las zonas, se da cuenta de cómo, con muy pocos recursos, se puede ayudar tanto”, comenta Sol Beatriz Arango, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible de Nutresa. Para ella, todo queda expresado en la gratitud de las comunidades a las que les enseñan a levantar cerdos, gallinas ponedoras, a cultivar, a cocinar, a balancear la alimentación y a tener estilos de vida saludable.

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En este momento están en la etapa de producir para el autoconsumo, pero cuando las huertas estén más desarrolladas, las familias pueden vender los excedentes a cualquier persona que quiera adquirir sus productos, a los programas de alimentación escolar en las poblaciones o también hacer trueques o entregarlos a los bancos de alimentos.

Para la fundación y el Grupo Nutresa lo más importante es que el modelo sea replicable porque “una golondrina no hace verano”. Quieren que otras organizaciones lleguen para producir un impacto a largo plazo, en el que el hambre se transforme en seguridad alimentaria. La empresa productora de alimentos quiere que otros actores sociales repliquen la iniciativa para que contribuya a sacar a las comunidades del hambre, la pobreza y les dé salud y bienestar.

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