EL CAMPO
Proyecto Colombia: el reto del campo
Productores agropecuarios grandes, medianos y pequeños muestran que en el campo caben todos, que allí está el futuro motor de crecimiento del país y que este es el escenario para construir la paz.
Colombia cuenta con el potencial necesario para tener una producción agropecuaria de mayor envergadura, y desarrollar una potente agroindustria que le permita crear un nuevo motor de crecimiento económico y convertirse en una importante despensa alimentaria. Según el Censo Nacional Agropecuario, de los 43 millones de hectáreas que ocupa el agro colombiano, el 80 por ciento, es decir, 34,4 millones, corresponde a pastos y rastrojo y el 20 por ciento restante, o sea, 8,6 millones de hectáreas, a cultivos transitorios y permanentes. Eso indica que existe aún un inmenso territorio por sembrar con productos alimenticios.
Hoy, muchos países quisieran contar con semejante frontera agrícola disponible. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), más de la mitad de la tierra que podría ingresar a la producción agrícola mundial está localizada solo en siete países y uno de ellos es Colombia. Los otros seis son Angola, Congo, Sudán, Argentina, Bolivia y Brasil.
Esto ha puesto a muchos a soñar con la idea de desarrollar a lo grande el campo colombiano. No solo para aprovechar esta inmensa riqueza natural, sino para devolver al campo y a los campesinos el lugar que se merecen, cerrar la enorme brecha que los ha apartado de los centros urbanos y consolidar la paz del país.
Como dicen varios estudiosos del tema, el agro empresarial y la agroindustria son el camino para tener un sector rural incluyente y sostenible que contribuya a construir una paz duradera y estable. Este propósito no deja a nadie por fuera. Grandes, medianos, pequeños y aún más pequeños pueden participar de este llamado Proyecto Colombia.
Claramente, para hacer realidad este sueño hay que superar enormes desafíos. Como dice Rafael Mejía, expresidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) y hoy al frente de la Bolsa Mercantil, a nivel de productores hace falta aumentar escalas, adoptar tecnologías más avanzadas y mejorar capacidades empresariales y enfoque en mercados. También se necesita contar en zonas rurales con más y mejores carreteras, transporte fluvial y férreo y distritos de riego, así como centros de procesamiento, distribución y logística, con el fin de atender de manera más eficiente la demanda nacional y los mercados internacionales.
Yesid Tovar, un caficultor de Cundinamarca, ingeniero agrónomo y fogueado en mil batallas en el campo, sostiene que la innovación tecnológica es indispensable. “Se necesitan grandes desarrollos en maquinaria, por ejemplo, para suplir la mano de obra. Máquinas que cumplan con todos los estándares de calidad y seguridad. En la recolección del café esto es urgente. Pero también en las labores de fertilización, control de malezas, etcétera”, sostiene.
Los retos también tienen que ver con un tema crítico: el sistema o modelo que necesita el campo colombiano. En este sentido, existe un amplio consenso sobre la necesidad de contar con diferentes opciones e instrumentos para el desarrollo agroindustrial, en diferentes escalas y productos.
Rafael Mejía afirma que el desarrollo agropecuario y agroindustrial de la altillanura, la costa Atlántica y los valles interandinos requiere de un menú variado de estrategias, entre las cuales están las alianzas entre productores de diferentes tamaños, entre productores y comercializadores y entre productores e industriales.
Alberto Mejía Fortich, destacado empresario arrocero del Tolima, agrega que en el agro caben todos en la medida en que haya equidad. “Hay campo para grandes, medianos y pequeños. El asunto es desarrollar políticas acordes para cada uno de ellos”, dice.
Sobre la propiedad de la tierra, un tema que ha dificultado el desarrollo del campo colombiano, las opiniones también coinciden en que es hora de ponerle fin a esta discusión. Jaime Liévano es el gestor de Aliar (que comercializa sus productos con la marca La Fazenda), la empresa porcicultora más grande del país que opera en la altillanura y en el municipio de Puerto Gaitán. Sostiene que no es necesario que el Estado titule más tierras, sino que las arriende para que sean productivas. “Si las Zidres logran unir al Estado, al sector financiero, a los propietarios, arrendadores, campesinos y generamos clústeres podremos tener desarrollo para todos”, anota.
Lo cierto es que en la fase del posconflicto, el proyecto Colombia será decisivo para construir una paz duradera y sostenible. Según Rafael Mejía, si se cumple con los acuerdos de La Habana, muchas cosas cambiarán. Por ejemplo, los desmovilizados de la guerrilla de las Farc entrarán a los programas de reintegración económica y social que ofrece el gobierno nacional, lo que hará que muchos se reúnan de nuevo con sus familias y algunos retornen a sus comunidades rurales. Esto implicará que desmovilizados y población afectada por el conflicto, incluyendo productores agropecuarios, gocen de derechos fundamentales como vivir en paz, tener una familia, libertad de tránsito y muchos otros, como educación, salud, vivienda y trabajo.
En este proceso, los habitantes rurales podrán recuperar tierras arrebatadas por el conflicto y los reintegrados contarán como cualquier colombiano con oportunidad de acceso a la tierra productiva y a tener un empleo digno.
Genry Velásquez Sánchez, un pequeño cacaotero del departamento de Arauca, sirve de ejemplo de que es posible el objetivo y en el campo caben todos. Está convencido de que el cacao puede ser uno de los cultivos importante para apuntalar la paz. “Sin conflicto podremos trabajar el campo, lo que nos permite mantener nuestras familias, educar a los hijos y progresar”, sostiene con entusiasmo. Velásquez logró que su cacao clasificara este año entre las ocho mejores muestras de Colombia, que participarán en Salón del Chocolate de París, el máximo certamen de este producto a nivel mundial.
En síntesis, si todos reman para el mismo lado será posible hacer del campo colombiano un terreno fértil para la paz, que genere riqueza y permita convivir y progresar a todos, grandes, medianos y pequeños. Un campo donde al final del día el país entero gane.
Cinco productores agropecuarios que trabajan en distintas áreas y a diferente escala opinan sobre esta nueva fase que vive el campo colombiano.
"La pobreza del campo es aterradora y eso hay que solucionarlo"
Jaime Liévano Gestor de Aliar, la empresa de ganadería más grande del país, cuya marca de carnes es La Fazenda. Opera en la Altillanura.
¿Qué falta para ser una potencia agrícola?
Que seamos capaces de unir todos los esfuerzos para andar en el mismo lado y al mismo ritmo. El Estado, el sector financiero, los gremios, los productores. El Estado va atrasado, necesitamos equilibrarnos todos.
¿Caben en el campo grandes, medianos y pequeños?
Clarísimo. Es además fundamental que estén todos. En los clústeres que nosotros estamos desarrollando en la Orinoquia comprobamos que hay campo suficiente. Campesinos con pocas hectáreas pueden convertirse en empresarios de clase media.
¿La propiedad de la tierra es relevante para hacer agroindustrias, o funciona el arriendo como proponen las Zidres?
La propiedad no es tan importante, lo que se necesita es lograr la inversión para poner a producir la tierra. El tema de la tenencia ha sido un escollo para desarrollar el campo. Yo diría que el Estado no tendría que titular más tierras, sino arrendarlas para que sean productivas. Si las zidres logran unir al Estado con el sector financiero, propietarios, arrendadores, campesinos, y generamos clústeres, podremos tener desarrollo para todos.
¿Cree que la paz comienza en el campo?
La pobreza del campo es aterradora y eso hay que solucionarlo con o sin conflicto. Tenemos que generar riqueza allá y distribuirla entre todos. No se puede hacer desarrollo sobre la miseria. En la Orinoquia hay campesinos muy pobres, incluso con problemas de nutrición. Hay que ayudarles. Tenemos que generar una clase media en el campo que pueda acceder a mejores salarios, a educación, a bienestar.
¿Es difícil trabajar en el campo?
Sí, pero hay que lograrlo. Los que tenemos alguna responsabilidad debemos ser ingeniosos. Mirar y actuar. A veces la pobreza es más de espíritu que de plata.
"En este negocio caben todos: grandes, medianos y pequeños"
Genry Velásquez Sánchez Pequeño productor de cacao en Arauca. Por su calidad, su grano clasificó para participar en el salón del chocolate de París.
¿Qué falta para ser una potencia agrícola?
Una mejor cadena de comercialización, muchas veces en los intermediarios se queda el precio.
¿El cacao puede ser un cultivo importante para apuntalar la paz?
Sin duda. Sin conflicto podremos trabajar el campo, lo que nos permite mantener nuestras familias, educar a los hijos y progresar.
¿En el campo caben grandes, medianos o pequeños?
En este negocio caben todos: grandes, medianos y pequeños, e incluso más pequeños.
¿La propiedad de la tierra es relevante para hacer agroindustrias o funciona el arriendo como se propone en las Zidres?
Hay mucha gente sin tierra, y la arrienda para trabajar y eso creo que está bien. Sin embargo, en el cultivo del cacao, que abarca tanto tiempo –30 y 40 años– veo muy difícil progresar sin tener la propiedad de la tierra o los contratos sobre ella.
La mano de obra es un cuello de botella en el campo. ¿Qué tan cerca estamos de la mecanización?
Hay momentos críticos, otros no tanto. Pero claro que necesitamos más maquinaria y tecnología. En Brasil la tecnología para el cacao es excelente, acá estamos muy atrasados.
¿Por qué a los jóvenes no les atrae el campo?
Creería que ya están regresando. Por acá los que salen de sus veredas a estudiar a la ciudad están retornando a las fincas para ayudar a las familias y dedicarse a producir. Eso tiene que ser así.
¿Ve necesario formar empresarios del campo?
Es fundamental tener profesionales educados en las labores del agro. Aquí está el futuro.
"Tenemos que quitarnos el problema de solo ser propietarios. Hay otros modelos que funcionan"
Yesid Tovar Ingeniero agrónomo de la Universidad del Tolima. Cultiva café en Cundinamarca, dueño principal de Café Santa Teresa.
¿Qué falta para ser una potencia agrícola?
Romper el ciclo de la comercialización del producto. Con un buen nivel de precio, se incita la producción. La rentabilidad es la clave.
¿La propiedad de la tierra es relevante para hacer agroindustrias o funciona el arriendo como proponen las Zidres?
El proceso de titularización no es necesario. Tenemos que quitarnos el problema de solo ser propietarios. Hay otros modelos como el comodato, la asociatividad, el arriendo para cultivar la tierra.
La mano de obra es uncuello de botella en el campo. ¿Qué tan cerca estamos de la mecanización?
La innovación tecnológica es urgente en el campo. Se necesitan grandes desarrollos en maquinaria, por ejemplo, para suplir la mano de obra. Máquinas que cumplan con todos los estándares de calidad y seguridad. En la recolección del café esto es urgente. Pero también en las labores de fertilización, control de malezas.
¿Qué tanto está afectando el cambio climático?
Es una realidad que veremos a diario en los cultivos. Las épocas de recolección cambiaron, la exposición al sol tiene un efecto en la calidad del producto. Necesitamos más conciencia del cuidado ambiental, de la protección del agua.
¿Las mujeres sí se involucran en el agro?
La participación de la mujer es muy alta.
¿Por qué a los jóvenes no les atrae el campo?
No quieren hacer lo que han hecho sus padres porque ven que ellos no tuvieron un nivel de desarrollo mayor. Creo que en parte es consecuencia del narcotráfico, que enseñó a los jóvenes a querer todo rápido.
¿Al campo le falta más visión empresarial?
Sí, el campo necesita elementos de administración.
"El desarrollo agropecuario y agroindustrial requiere de un menú variado de estrategias"
Rafael Mejía Zootecnista y economista agrícola. Se ha dedicado al negocio de la leche en Ubaté (Cundinamarca) también al arroz en Tolima.
¿Qué se requiere para que Colombia sea una potencia agrícola?
Adoptar tecnologías más avanzadas, mejorar capacidades empresariales y un enfoque en mercados. Las zonas rurales necesitan más y mejores carreteras, transporte fluvial y férreo y distritos de riego, así como centros de procesamiento, distribución y logística.
¿La propiedad de la tierra es relevante para hacer agroindustria o funciona el arriendo como proponen las Zidres?
Más allá de las Zidres y teniendo en cuenta la diversidad del medio rural colombiano y las exigencias de los mercados, es necesario contar con diferentes opciones e instrumentos para el desarrollo agroindustrial, en diferentes escalas y productos. El desarrollo agropecuario y agroindustrial de la altillanura, la costa Atlántica y los valles interandinos requiere de un menú variado de estrategias, incluyendo alianzas entre productores de diferentes tamaños, entre productores y comercializadores y entre productores e industriales..
La mano de obra es un cuello de botella. ¿Qué tan cerca está la mecanización?
Impulsar la mecanización en breve plazo requerirá de avances importantes en conectividad económica, programas de promoción y fomento de la inversión empresarial y fortalecimiento del capital humano.
¿Por qué a los jóvenes no les atrae el campo?
Es posible que una buena parte de la migración de los jóvenes a zonas urbanas esté asociada con el conflicto armado y la falta de oportunidades económicas y sociales. El avance de la infraestructura de comunicaciones ha facilitado el acceso de la población rural a las TIC, y con el retorno de la paz al campo y la reactivación de la actividad productiva podríamos ver un renovado interés de los jóvenes por quedarse en el campo.
"Uno insiste en estar en el campo a pesar de las condiciones difíciles"
Alberto Mejía Fortich Activo empresario arrocero. Gerente de Agrícola El Chaco, ubicada en el departamento de Tolima.
¿Qué falta para ser una potencia agrícola?
Voluntad política. Que todos los actores puedan trabajar con libertad, seguridad y tranquilidad. Pero es difícil.
¿Caben en el campo grandes, medianos o pequeños?
Claro que sí. Cabemos todos, en la medida en que haya equidad. Uno insiste en estar en el campo a pesar de las condiciones difíciles. Pero, aun así, hay campo para grandes, medianos, pequeños. El asunto es desarrollar políticas acordes para cada uno de ellos.
¿La propiedad de la tierra es relevante para hacer agroindustrias o funciona el arriendo como proponen las Zidres?
Es importante tener el título porque da un poco más de arraigo. Pero también vemos que hay sectores que trabajan en arriendo, en la tierra de otros y con unos éxitos muy grandes. Pero sería mucho mejor que cada cual tenga lo suyo para que, de acuerdo con sus propias condiciones, su actividad agrícola tenga duración en el tiempo.
¿Por qué a los jóvenes no les atrae el campo?
Desafortunadamente se está enviando un mensaje de que el campo empobrece y no debería ser así. El futuro de Colombia está en el campo y no en otros sectores. Tenemos que encontrar la fórmula para que los jóvenes vuelvan, pero no obligados sino porque les guste.
¿Al campo le falta más visión empresarial?
Le falta visión gerencial. Hay universidades que están para moldear a los profesionales, pero nos falta que ellos encuentren en el campo la forma de desarrollar estas habilidades y conocimientos que están adquiriendo en las aulas.