ASTRONOMÍA

La Tierra: ese pálido punto azul

Semana.com habló con Adriana Ocampo, que desde su cargo en la Nasa ha enviado dos sondas, una a Plutón y otra a Júpiter, sobre lo que los otros planetas le han enseñado sobre la vida en este planeta.

Silvia Camargo
16 de diciembre de 2016
Adriana Ocampo. | Foto: Gabriella Demczuk.

En 1977 la Nasa lanzó la nave robótica Voyager para recorrer por primera vez los límites del sistema solar y a su paso tomar una serie de retratos de los planetas. El científico Carl Sagan sugirió entonces  tomar una foto de la Tierra y así completar el álbum de esa extraordinaria familia. Y así se hizo. El 14 de febrero de 1990 y a una distancia de 6.000 millones de kilómetros, al Voyager 1 se le dio el comando de voltear su cámara y tomar desde allí una imagen del planeta azul. La icónica foto reveló en el vasto y oscuro espacio una mota diminuta que sirvió de inspiración a Sagan. La llamó ese pálido punto azul y desde entonces le ha dado perspectiva a la humanidad sobre su puesto en el universo. “Mire otra vez al punto. Eso es aquí. Es nuestro hogar. Somos nosotros. En el están todos los que ama, todos los que conoce, cada ser humano que ha vivido”, escribió Sagan sobre la imagen en 1994.

Fotografía de la Tierra desde una distancia de seis mil millones de kilómetros, desde la nave robótica al Voyager. 1990.

La foto y su historia salieron a colación precisamente en ese punto azul, y más concretamente en Bogotá, a donde Adriana Ocampo fue invitada para asistir a los premios Titanes Caracol 2016. Esta geóloga planetaria lo recordó porque, como a Sagan, la exploración espacial le ha cambiado su perspectiva de la vida. “Aunque hay conflictos en el mundo, la exploración espacial nos lleva más allá de los problemas del día a diía para mostarnos una esperanza y un futuro mejor”, le dijo a Semana.com. Esta es la entrevista completa.

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Semana.com: ¿Qué hace una geóloga espacial?

Adriana Ocampo: Exploramos otros planetas para entender mejor el nuestro. Por ejemplo, gracias a que fuimos a Venus, aprendimos que el efecto invernadero estaba tomando lugar en la Tierra. Las misiones robóticas son como los cinco sentidos del ser humano para ver un planeta en su forma global y luego indagar su composición.

Semana.com: ¿Habría preferido ser astronauta?

A.O.: Yo quería ser astronauta para convertirme en especialista de misión y hacer ciencia en el espacio. Muchas veces apliqué y una vez estuve cerca. Pero es una carrera de alta competición y muchos de los que compiten tienen varios doctorados y además son pilotos.

Semana.com: Pero con las sondas has logrado llegar más lejos que un astronauta.

A.O.: Sí, plasmé ese sueño al ser parte de los equipos por intermedio de las misiones robóticas. La Nasa es mi segunda casa.

Semana.com: ¿Y qué hace una geóloga planetaria al estudiar el cráter de Yucatán?

A.O.: Como no podemos ir a esos planetas, hacemos geología comparativa, por ejemplo, en los impactos de meteoritos. Uno ve la Luna y todos esos círculos son cráteres de impacto. Las lunas de Júpiter están todas bombardeadas. El proceso que causa y crea estos cráteres de impacto dio origen al sistema solar y el cráter de chicxulub es una oportunidad de aprender lo que había pasado en marte.

Semana.com: ¿Y eso para que sirve?

A.O.: Para saber dónde hubo agua, por ejemplo. En el punto de impacto en Yucatán había un océano no muy profundo. Si uno observa los mantos de flujo allí tienen una morfología única, parecen pétalos de flores. Esa pauta la buscamos en otro planeta como Marte para saber si había agua cuando ese cráter se formó.

Semana.com: ¿Cuál es su planeta preferido?

A.O.: (risas) Es difícil decir. Antes pensaba que el pequeño Plutón era inerte y poco interesante, pero cuando fuimos con Nuevos Horizontes salió un planeta activo con cuerpos oceánicos bajo esa corteza hielosa de dióxido de carbono y una atmósfera parecida a la Tierra con el 90 % de nitrógeno. Pero Marte tiene un especial lugar para mí porque hoy es lo que conocemos mejor y a donde eventualmente iremos como especie para sobrevivir.

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Semana.com: Y por qué no Júpiter, donde hoy esta Juno, la misión que usted lidera. ¿No es fascinante ese planeta?

A.O.: Es un planeta único y se ha vuelto importante para conocer los orígenes de la vida. De Júpiter sabemos que fue el primero en formarse y si hubiera obtenido mayor masa, nuestro sistema solar habría sido de dos soles en vez de uno. Y quién sabe si se habría dado la vida en ese esquema. Júpiter es la piedra roseta del sistema solar y ha guardado los primeros elementos y las primeras condiciones que se dieron, incluso las energéticas. Para llegar a las preguntas básicas sobre si la vida se originó en la tierra, o venimos de otra parte o cómo llegó la molécula del agua, tenemos que aprender de Júpiter.

Semana.com: ¿Y eso se va a saber con la misión Juno?

A.O.: Uno de los objetivos científicos de esa misión es decifrar si Júpiter tiene o no núcleo aún. Sabemos que su composición en su mayoría es helio e hidrógeno, que es la misma del Sol, pero desconocemos si tiene un núcleo metálico. Por intermedio de frecuencia de microondas Juno va a hacer un perfil profundo del planeta y va a mapearlo para entenderlo profundamente. Quizá llegaremos a entender qué está pasando allí con ese ciclón…

Semana.com: ¿El lunar?

A.O.: Sí, la gran mancha roja que ha durado siglos y no sabemos por qué existe. Lo extraordinario es que en este último año su tamaño ha cambiado al pasar de tres veces el diémetro de la tierra a sólo uno. Está evolucionando delante de nosotros mismos y tenemos la fortuna de tener la misión orbitando allí. Si entendemos qué pasa con el hidrógeno y el helio dentro de Júpiter, que emite más energía de la que recibe del Sol, tendremos una nueva fuente de energía de la cual beneficiarnos como especie.

Semana.com: ¿No le abruma el concepto de inmensidad del Universo?

A.O.:  (risas) Al contrario, me hace sentir una pasión más grande por tratar de entender más y me siento privilegiada de la cantidad de cosas que se tuvieron que dar únicas para que el agua líquida llegase y para que la vida se diera aquí. Es una gran fortuna vivir en este momento.

Semana.com: Cuando analiza ese origen, ¿siente que la vida es un gran acontecimiento o piensa que es un asunto más bien común y corriente en el universo?

A.O.: Uno de los grandes beneficios que la exploración planetaria le dio a la humanidad es poder vernos por primera vez como planeta. Una vez fue cuando la misión del Apollo 12 tomó esa imagen icónica de la Tierra desde la Luna, y la otra fue cuando la misión Voyager en 1991 tomó la imagen icónica que nos pone en perspectiva de lo insignificantes que somos dentro de este sistema solar y dentro de esta galaxia. Somos apenas un puntito y eso nos hace entender que vivimos todos en el mismo lugar, con los mismos retos y tenemos que ayudarnos unos con otros. Sólo esa perspectiva ha sido el regalo más grande que hemos tenido de esa exploración.

Semana.com: ¿Y esa visión ha cambiado su filosofía de vida aquí en la Tierra?

A.O.: Así es, completamente cambia la perspectiva, porque si todos tenemos los mismos problemas y retos, por qué estar peleando por un pedacito de tierra que nos pertenece a todos. ¿Por qué no cooperar? Esa es una gran lección para nuestra especie. Estamos dando los primeros pasos para aprender que tenemos que proteger al planeta porque es nuestra casa, es la única cuna que conocemos, el único del que sabemos que hay vida. Aunque se han descubierto 3.000 estrellas dentro del sistema solar en las cuales hay condiciones similares como las de la Tierra, de esas un porcentaje pequeño está en la franja habitable de esa estrella para que el agua liquida exista.

Semana.com: ¿Cómo serían esos planetas?

A.O.: Sabemos que para vivir en franja habitable el planeta debe tener atmósfera y elementos similares a los de la Tierra y es lo que se viene buscando. Pero llevamos en esa búsqueda dos décadas y no hemos podido encontrarlo. Eso da cuenta de lo extraordinario que es nuestro planeta.

Semana.com: Pero está marte. ¿Sí vamos a lograr colonizarlo?

A.O.: El camino de la exploración es salir de nuestro planeta porque sabemos que la Tierra tiene un tiempo limitado, nuestro sol tiene una vida límite. Y aunque faltan muchos años para que se muera, sería negligente ignorar eso y no querer ir a otros sistemas solares. Ir a Marte es el comienzo. En el 2020 habrá una misión tripulada y se usará la Luna como si fuese Marte para hacer las primeras pruebas. En el 2030 será la misión a Marte. Los retos son extraordinarios. Estamos gateando y debemos aprender a caminar, pero ese es el destino natural del hombre.

Semana.com: Algunos astrofísicos señalan que mientras más conocen el universo, más fervientes son. ¿Le pasa lo mismo?

A.O.: Sí, así es. El conocimiento que se ha dado desde cuando comencé mi carrera hasta hoy es como de años luz. Y cada vez que entedemos más nos sentimos privilegiados de vivir en esta época y de ver toda la secuencia de cosas que se dieron en el sistema solar para que estuvieramos aquí. A uno le hace pensar que hay una energía mas allá y muchas personas la llaman Dios.