columna del lector

Sofisma: ¿está mejor el mundo sin Saddam Hussein?

Martes 9. La intervención en Irak fue un sofisma que ahora tiene en aprietos a Estados Unidos y que, por ahora no tendrá solución, opina Silvio Martínez, lector de SEMANA.COM

Silvio Martínez Palau
8 de noviembre de 2004

"Sí, Anastasio Somoza es un hp. Pero es nuestro hp."
Franklyn D. Roosevelt

Creo que la definición de la palabra sofisma es: "proposición aparentemente cierta que ante un análisis se muestra errónea". Algo así. No es de confundirla con el Sufismo mahometano ni con su connotación primera durante la Grecia clásica, cuando se le dio al vocablo el significado de filosofía. La partícula sofi tanto en filosofía como en sofisma significa sabiduría en la lengua griega. Por lo tanto, sofista en el período clásico griego quería decir simplemente filósofo. Pero desde Sócrates en adelante el término adquirió una connotación despectiva, se usó para referirse a aquellos charlatanes que pretendían (y aún pretenden) enredar y obstaculizar el pensamiento de la gente con argumentos falsos. Desde entonces estas alimañas del saber, estas argumentaciones dañinas, heredaron el nombre de sofismas. Los sofismas han existido siempre a través de la historia y mucho es el daño que han causado.

Lo que nos trae al presente. Una de las preguntas que continuamente hacen hoy en día los republicanos, que salieron victoriosos en las elecciones de la semana pasada, es un sofisma sui generis, pues llega en forma de pregunta. Desde que era candidato a su reelección, George W. Bush nos preguntaba incesantemente lo siguiente: ¿Estamos o no estamos mejor sin Saddam Hussein? La pregunta está hecha para que todos respondan en coro: ¡Estamos mejor! Quien hace la pregunta, ya sea en programas de noticias de televisión o radio, da -al instante de formularla- una lista de las atrocidades cometidas por el antiguo dictador de Irak: que asesinó a los kurdos a gran escala envenenándolos con gases; que al que se le opusiera lo decapitaba; que robaba y agredía a diestra y siniestra su propio pueblo, etc. Lo cual es, a toda vista, cierto.

Pero el sofisma que nace de esta pregunta encuentra su razón de ser en la respuesta rápida y atolondrada que dan los que votaron este martes. Ese "¡Claro que estamos mejor sin Saddam Hussein!" es un error craso. Es un error que nace de la gran falta de reflexión de la gente del momento, de la costumbre de no pensar antes de emitir cualquier juicio. Esto último es de agradecérsele al departamento de educación, claro.

Y voy al grano. Para aquellos que todavía tenemos un poco de memoria histórica, la preguntita a que me refiero hace que se nos erice el pelo. ¿Por qué? Pues porque al recordar que Saddam Hussein fue fortalecido y armado hasta los dientes por la Administración Reagan, el verlo fuera del poder nos trae pesadillas terribles.

Saddam Hussein fue apoyado y sostenido en el poder por la administración de la época, para que fungiera como tapón al flujo fundamentalista que se veía venir hacia occidente tras la caída del no menos atroz Sha de Irán y el advenimiento de los Ayatolas que lo reemplazaron. Al quedar Irán -país limítrofe de Irak -en manos de fundamentalistas tan retrógrados como los Talibanes de Afganistán, y siendo que el sur de Irak es de la persuasión chiíta, la misma de los Ayatolas, el haber sacado del poder a Saddam abrió las fauces de la represa y esto nos trae a lo que hoy por hoy hemos comenzado a vivir. El occidente tiene ahora un enemigo mucho más fuerte de lo que fue el comunismo en su encarnación soviética, pues aquel peligro era de ideología política, y éste de ahora, religiosa.

La Administración Bush quiso entablar de una vez por todas un gobierno que le dijera "yes" a todo. Así -se pensó- en medio de las flores que el pueblo iraquí lanzaría agradecido a los soldados invasores, se podría desembargar ese gran flujo de petróleo que es Irak, para bien de las compañías petroleras de los Estados Unidos.

Pero no fue así. Estados Unidos está en un callejón sin salida, lo que demuestra que Saddam era necesario para mantener la horda fundamentalista dentro de sus límites. Por algo el padre de George W. Bush ni lo tocó durante la Guerra del Golfo, ni se inmutó tras la subsecuente matanza que instauró el sádico contra los kurdos y chiítas una vez el ejército de coalición se retiró dejándolo en el poder.

Por eso algunos cínicos han sugerido inclusive que la única posible solución al atolladero en que la administración actual de Estados Unidos ha metido a su nación es traer de nuevo al viejo dictador para que ponga en Irak un orden que los soldados de Estados Unidos no han podido ni podrán imponer. Cuando el enemigo es religioso, no hay cómo ganar, a no ser como dijo un militar estadounidense sobre la situación en la ciudad de Faluya: "para ganar tendríamos que matar a todos y cada uno de sus habitantes". ¿Está mejor el mundo sin Saddam Hussein?

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