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Héroes de guerra: el matrimonio ucraniano que rescata animales en medio de los ataques rusos
Los Stoyanov arriesgan su vida todos los días para salvar la de cientos de animales perdidos, abandonados o heridos. Una historia de amor y bondad en medio de bombardeos, enfrentamientos e inundaciones causadas por la guerra entre Rusia y Ucrania.
Valentina y Leonid Stoyanov se despertaron a la madrugada por el sonido de llamadas y mensajes pidiéndoles con urgencia que fueran al rescate de animales en las inundaciones causadas por los ataques a la presa de Kajovka, al sur de Ucrania. Muchos en el lugar de esta pareja de veterinarios ucranianos se habrían negado. Y no solo por los peligros de salir de casa en un país en guerra. Leonid, 35 años, había sufrido un infarto tres semanas atrás y aún se recuperaba de su tercera operación de corazón en menos de un año. Estaba vivo de milagro, y los médicos le recomendaron quietud durante un par de meses.
Embarcarse en el rescate de los animales en Kajovka podría generarle un estrés que debía evitar e implicaba el esfuerzo de montar el bote de goma en el techo de su camioneta azul, manejar 200 kilómetros con eventuales fuegos cruzados entre rusos y ucranianos por la carretera, y exponerse al agua fría, a la angustia de ver animales ahogándose y otros quizá ya flotando sin vida. Tal vez era demasiado para alguien con marcapasos, que hacía unos días había estado clínicamente muerto por dos minutos.
A pesar de todo, Valentina y Leonid decidieron arriesgarse. Subieron el bote verde de goma con los remos a la camioneta, empacaron medicinas y emprendieron camino arrastrando una furgoneta con suficiente espacio para los animales que lograran rescatar. Leonid estaba convencido de que, si había sobrevivido por tercera vez a una operación de corazón, no era para quedarse tendido en la cama, sino para seguir salvando vidas.
Además, tanto él como Valentina estaban acostumbrados a arriesgarse motivados por su vocación. En febrero de 2022, mientras la mayoría huía del país por miedo a la guerra después de la invasión rusa, los Stoyanov decidieron quedarse en su ciudad, donde habían fundado Vet Crew Foundation y Vet Crew Veterinary con el fin de rescatar y preservar vidas animales. “Estaremos en Odesa todo el tiempo que podamos. ¡Pero nosotros NO abandonamos animales!”, publicaron en su cuenta de Instagram (vet.crew), en la que todavía piden donaciones para su proyecto.
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Solo habían pasado unas semanas desde el inicio de la guerra y ya tenían 400 animales en su clínica. Las siete habitaciones y las jaulas estaban llenas de aves, tortugas, serpientes, ratas, chinchillas, conejos, erizos, perros y gatos. Muchos más llegarían. Incluso linces y leones cachorros de un zoológico. Pero los visitantes más comunes eran perros y gatos huérfanos o abandonados. A muchos de ellos, los Stoyanov les buscaron nuevos hogares, a otros, los acogieron como un miembro más de la familia. Como a Casper, un husky ciego.
Su historia en Vet Crew comenzó cuando un soldado los contactó por Instagram pidiendo refugio para su perro antes de irse a luchar con el ejército. Casper era la única familia que tenía. Lo había encontrado atado al árbol de un bosque y volcó en él todo el amor represado mientras crecía siendo huérfano. Se volvieron inseparables, hasta que estalló la guerra. Vet Crew se comprometió a cuidarlo, y el soldado a regresar por él algún día, a llamar y enviar mensajes desde la primera línea de la guerra. Un día dejó de hacerlo. Su suerte se desconoce y Casper ahora es otro Stoyanov.
Desde la invasión rusa, Valentina y Leonid han sido más que la nueva familia de muchos de estos animales de compañía, un hogar de paso y los héroes que reanimaron a quienes llegaron con heridas de guerra. Constantemente manejan cientos de kilómetros buscando gatos y perros que deambulan perdidos en las calles, que se esconden en casas abandonadas o en refugios animales. A todos les llevan alimento y medicinas. Varias veces han estado cerca de morir en esos trayectos. Un día, cuando se bajaron a alimentar dos perros en la carretera, un proyectil impactó su camioneta. Un hueco en la puerta es la cicatriz de aquel día.
Esa fue la experiencia menos aterradora. Mientras conducía para entregar medicinas cerca de Kherson, Valentina entró sin querer en zona de bombardeos y varios proyectiles atravesaron el coche. Uno de ellos alcanzó su chaleco antibalas y por poco su piel. Pero ningún episodio de la cruda guerra los ha disuadido de mantenerse firmes en su propósito. Salvar un animal les da la sensación de que no están viviendo en vano.
Por eso, cuando recibieron los llamados de ayuda por la inundación en Kajovka, en junio de 2023, no dudaron en acudir. Aun con el corazón de Leonid en riesgo, navegaron las calles de la ciudad con el agua hasta los techos, y en pocas horas salvaron a 19 perros, siete gatos y dos búhos. Algunos estaban en los tejados, otros trepados en árboles y aferrados a escombros.
El rescate más conmovedor fue el de un gatico bebé de color dorado y ojos azules. La mitad de su cuerpo estaba tapado por aguas oscuras, y la otra aún se podía ver porque sus garras se aferraban con todas sus fuerzas a los ladrillos exteriores de una casa. Leonid se bajó del bote a unos metros de los maullidos. Con el agua hasta el pecho, avanzó grabando con su celular, hasta que logró alcanzar al gatico, que estaba temblando, lo agarró con su mano y lo puso a salvo. Valentina le sacó el agua del estómago y lo arropó con una manta hasta dormirlo en sus brazos.
El video, publicado en la cuenta de Instagram de Vet Crew, superó los 16 millones de visualizaciones, y Valentina y Leonid empezaron a recibir más solicitudes de adopción. Muchos querían convertirse en los padres de aquel gatico. Finalmente, una mujer de Kiev que trabajaba en servicios de seguridad fue elegida. Y en honor a quien le salvó la vida, lo bautizó Leo.
Hoy, a pesar de que los bombardeos en la ciudad continúan y de la incertidumbre de que cualquier momento puede ser el último, los Stoyanov permanecen como rescatistas y construyen un espacio con mucha más capacidad para los animales. Desde que sientan que no están viviendo en vano, seguirán en pie de lucha.