Las fallas en la responsabilidad social de las empresas no solo generan pérdida de dinero y de reputación a las empresas, también pueden poner en vilo la estabilidad de las economías en el mundo.

Sostenibilidad

Acciones con impacto

La viabilidad de una compañía en el largo plazo va más allá de los márgenes de ganancia. Una empresa debe asegurar su sostenibilidad con prácticas responsables.

24 de octubre de 2008

Hace diez años, Nike se enfrentó a un movimiento anti consumo de sus productos tras una publicación del New York Times que revelaba las injusticias laborales que una de las filiales de la multinacional ejercía sobre un grupo de mujeres en Vietnam. A mediados de 2005, el turno le correspondió a Coca-Cola, el consumo de sus productos fue prohibido en varias universidades de Estados Unidos luego de ser señalada como responsable de algunas desapariciones de sindicalistas en Colombia. Situaciones como estas han prendido las alarmas en el mundo sobre la necesidad de vigilar de cerca las actividades de las compañías en su forma de relacionarse con la sociedad y el medio ambiente.

La responsabilidad social empresarial (RSE), nombre por el que se conoce la sombrilla bajo la cual se articulan las políticas corporativas en este sentido, más que la respuesta de las empresas por adoptar mejores prácticas, es hoy un imperativo. Su enfoque se basa en la compensación a la sociedad y al medio ambiente por los daños atribuibles a la operación de la empresa. Actualmente, el consumidor juzga la calidad de un producto por características relativas a los estándares de fabricación. Así, con el creciente interés del consumidor por heredar un mejor futuro, demanda cada día mayor compromiso de los productores en el desarrollo de su actividad. La sostenibilidad es la vía por la cual las empresas expresan al consumidor hasta dónde llega dicho compromiso.

Responsabilidad y sostenibilidad
Aunque en Colombia la sostenibilidad ha tomado fuerza, todavía no hay claridad acerca de su significado. Javier Torres Velazco, director del Centro Colombiano, considera que aún falta camino por recorrer "porque hay un poco de confusión en las empresas en cuanto a la diferencia entre filantropía, responsabilidad social (RSE) y sostenibilidad". Santiago Madriñán, director de Cecodes, coincide en esto al afirmar que "hay unas pocas empresas que se toman en serio el tema. Algunas están enfocadas al medio ambiente, otras a programas de inclusión social, otras ven en la educación la clave para el progreso, pero faltan políticas integrales que involucren todos los aspectos para lograr un mejor desempeño en reputación y rentabilidad".

Esto es natural, porque la RSE es el punto de partida para emprender estrategias de sostenibilidad y por las diferencias que se presentan en la misma, según el país, la actividad e incluso las características de la zona de operación de una empresa. Por ejemplo, en países como Colombia, la RSE incluye temas relevantes en un contexto de conflicto interno. Esto hace que, en el país, hablar de RSE y derechos humanos sea tan común como hace unos años hablar de RSE y derechos laborales o medio ambiente. "Esto no quiere decir que los derechos humanos pasen a ocupar el lugar de otros temas en RSE, más bien se trata de temas que son complementarios.", afirma Ángela Rivas, coordinadora del área de sector empresarial y conflicto de la Fundación Ideas para la Paz.

Dado que en el país algunas actividades empresariales enfrentan riesgos de seguridad y reputación, además de retos sociales, económicos y políticos, de cara a la operación empresarial sostenible el conflicto plantea retos y obstáculos. "Operar en entornos marcados por el conflicto plantea costos adicionales para la operación y puede amenazar seriamente su sostenibilidad, por ello no es difícil entender por que RSE, derechos humanos, seguridad y construcción de paz parecen cada vez más ir de la mano en las operaciones de muchas empresas en Colombia", agrega Rivas.

La sostenibilidad parte de la RSE pero le apunta a metas más amplias. Un caso interesante de acciones tomadas en este sentido puede encontrarse en el convenio firmado el pasado 15 de octubre entre Indupalma y Usaid para apoyar a 350 familias de productores de palma de aceite a emprender una iniciativa que seguirá los lineamientos exigidos para la obtención de la certificación Rainforest Alliance, que asegura que su actividad tiene buenas prácticas ambientales y laborales. Con esta idea se está partiendo del concepto de sostenibilidad desde el inicio de la actividad productiva, desbordando el marco de RSE y generando desarrollos basados en la sostenibilidad. Rubén Darío Lizarralde, gerente general de Indupalma, es consciente del reto que tienen por delante al resaltar que "esta sería la primera vez que sería expedido tal certificado para un cultivo de palma".

La fundación Natura será la encargada de auditar un proceso que asegurará la sostenibilidad del cultivo, porque busca certificarse "en los estándares que exigirá la Unión Europea a partir de 2010 y que en países como Estados Unidos son reconocidos mediante el pago de un mejor precio", agrega Lizarralde. Usaid, que aportará $1.600 millones (cerca del 10% del valor total del proyecto), es consciente de la necesidad de generar oportunidades de desarrollos alternativos en zonas con presencia de cultivos ilegales porque, en palabras de Sean M. Jones, director de la Oficina de Desarrollo Alternativo, "buscamos más sostenibilidad que posibilidad, así como posicionar a Colombia entre los países con prácticas medio ambiental, económica y socialmente sostenibles".



Referente mundial

El mundo entero está cada vez más atento a las prácticas sostenibles de las empresas. En este sentido han surgido herramientas como el índice de sostenibilidad Dow Jones (DJSI, por sus siglas en inglés), que se ha convertido en un referente para aquellas compañías que se preocupan por este tema en su búsqueda de reconocimiento. El DJSI compara las acciones que realizan las empresas y permite ver cómo una empresa sostenible genera mejores resultados económicos para los accionistas. Esta sostenibilidad se mide desde todo punto de vista: responsabilidad con los empleados, trabajo con las comunidades, cuidado del medio ambiente y códigos de ética.

Para los expertos en el tema de la sostenibilidad, la implicación va mucho más allá de la mala reputación de las empresas o de la pérdida de dinero en sus negocios. "En las últimas semanas, el tema ha salido nuevamente a la luz pública por el hecho de que una deuda hipotecaria en Miami ponga a temblar la bolsa de Tokio. En el tema del medio ambiente podemos ver que el mal uso de los recursos naturales en épocas pasadas tiene al mundo en vilo por el calentamiento global", afirma Luis Ernesto Salinas, coordinador de Global Compact para Colombia.

El concepto, que nace en los años noventa, estaba principalmente ligado al aspecto ambiental, fruto de un análisis sobre la situación de los recursos naturales en el mundo que evidenciaba la amenaza a la supervivencia por la falta de políticas claras sobre el adecuado uso de los recursos naturales. El estudio Nuestro futuro común, mejor conocido como el Informe Brundtland, definió la sostenibilidad como la posibilidad de satisfacer las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Posteriormente, organismos no gubernamentales empezaron a involucrar el desarrollo sostenible con el bienestar de las personas, la satisfacción laboral, la salud y la educación, hasta llegar al tema de inclusión social y reducción de la pobreza.

Para Rafael Mateus, asesor en temas de responsabilidad social, el desafío de las empresas está en autoevaluarse para determinar hasta qué punto sus acciones afectan a la comunidad y diseñar modelos de negocios que involucren a toda la cadena de valor para que sus negocios sean sostenibles en el tiempo.



Tocando puertas

El reto de las compañías en un mundo cada vez más globalizado es incursionar con éxito en los mercados internacionales y ser percibidas como empresas que contribuyen al desarrollo social y económico de sus países. Para ello han desarrollado códigos de ética y programas de autorregulación que les permiten conocer sus avances y debilidades para diseñar proyectos sostenibles en el largo plazo.

Estudiosos del tema destacan el papel que vienen cumpliendo en Colombia las empresas de servicios públicos domiciliarios que evalúa el premio Andesco a la responsabilidad social. Es de destacar igualmente el trabajo de las compañías que exportan a mercados como el europeo, en el que las exigencias en transparencia, rentabilidad, responsabilidad y sostenibilidad son claves para hacer negocios.

Desde la óptica de Salinas, un buen ejemplo de cómo se avanza por el camino de la sostenibilidad es el de Alpina, porque no sólo tiene un plan de automedición y autorregulación, sino que cuenta además con un modelo de integración con los proveedores que busca su bienestar y progreso económico: "ellos tienen un plan interesante de inclusión social y trabajan con poblaciones desplazadas y con desmovilizados", sostiene.

Mateus, por su parte, destaca el trabajo de Cerromatoso por ser "una compañía que genera habilidades y competencias, no sólo entre sus empleados sino también en las personas de la región y participa en la estructuración de proyectos que le generen bienestar a la comunidad".

Todos ponen...

Lina Echeverri, representante de la Fundación Telefónica, está convencida de que realizar donaciones sin exigir nada a cambio no es sostenible porque con el tiempo muchos de los proyectos se abortan, dado que los recursos se acaban y las donaciones no son eternas. Desde hace unos meses, la Fundación Telefónica trabaja en un proyecto denominado Aulas Hospitalarias, mediante el cual se busca garantizar la continuidad en la educación de los niños y niñas que padecen enfermedades de cuidado permanente en un hospital. "En Colombia no existe la obligación legal de garantizar el derecho a la educación de los niños hospitalizados y por eso buscamos la ayuda del Ministerio de la Protección Social para identificar cuáles podrían ser los lugares claves para dar inicio al desarrollo del proyecto. Con esto buscamos también llamar la atención del Gobierno con respecto a que esto debe convertirse en una política pública sostenible en el tiempo", explica Echeverri.

Mauricio Botero, gerente general de Sanofi, está de acuerdo con Echeverri en que es clave diseñar propuestas tendientes a mejorar la calidad de vida y reducir la pobreza, pero que también es necesario exigir el compromiso del Gobierno y de la sociedad. Esta compañía, que figura por segundo año consecutivo en el DJSI, desarrolla un programa de acceso a medicamentos para prevenir la malaria en los habitantes del Chocó. Botero expresa que "la idea es lograr una buena negociación con el Ministerio de la Protección Social para que podamos llevar de manera gratuita el medicamento al Chocó y el próximo año queremos llegar con medicinas para la tuberculosis a otras comunidades vulnerables. Sin embargo, pensamos que es necesario el compromiso del Gobierno para garantizar la continuidad del programa".

La transformación que se está generando en las actividades sociales de las compañías supone también un gran reto para las fundaciones sociales que, en adelante, deberán tener mejores modelos de gestión para lograr que los recursos se inviertan en programas sostenibles que les permitan dar continuidad a los proyectos, incluso sin recibir las acostumbradas donaciones de las empresas. La visión de Soraya Montoya, directora de la Fundación Saldarriaga, es que "las fundaciones se tienen que reinventar para lograr que la inversión social tenga impacto. Para ello es necesario que se fortalezcan, se capaciten y busquen alianzas que les permitan ser competitivas".

Para los expertos en el tema, la clave está en crear modelos de negocios que comiencen por brindar buenas condiciones de trabajo a los empleados, oportunidades de capacitación, ascenso profesional y remuneración justa. A partir de ahí, el reto está en manejar códigos de ética que aseguren transparencia con la comunidad y el poder trabajar en alianza con entidades públicas para lograr el progreso de las comunidades.

El reto es de todos y seguramente en los próximos meses la noción de responsabilidad social será reemplazada por la palabra sostenibilidad y las empresas comenzarán a trabajar en nuevos aspectos encaminados a lograr una sociedad equitativa con oportunidades para todos.