Toros
A. Manrique, J. Castañeda y A. Sánchez: así llegaron a la final de Puente Piedra
Los tres novilleros triunfadores de la temporada colombiana se enfrentarán este sábado en la plaza de toros Marruecos en la novillada de la temporada para Bogotá. Lidiarán la última corrida de toros de Ernesto González Caicedo.
El último domingo de febrero o el primero de marzo de cada año era la fecha que decenas de novilleros que había por todo el país señalaban como la cita para jugarse la vida. Era habitual que en esos días cayera la novillada con picadores de la temporada grande de Bogotá, y solo tres tenían el privilegio de verse anunciado en el cartel. Todo el año disputándose tres cupos, o dos porque en ocasiones las empresas contrataban a algún novillero español. Los que veían su nombre en la terna sabían que tenían entre sus manos la oportunidad de cambiar su vida, y acercarse al cada vez más imposible sueño de ser matador de toros.
Eran los años 90, cuando las boletas se rapaban de las taquillas ante la demanda de aficionados y espectadores, que por esa época disfrutaban del mejor torero del mundo, el colombiano César Rincón. También era habitual que la novillada de la temporada grande en la Santamaría fuera una final, a la que clasificaban los triunfadores de las novilladas de las ferias de Cali, Manizales, Cartagena y la temporada de Medellín. Tradición que por sustracción de materia se ha perdido en la reciente década.
Fueron varios los novilleros colombianos a los que la vida les cambió en la Santamaría, en plena novillada del abono. César Camacho, en marzo de 1990, debutó en la primera plaza del país y cortó una oreja a un novillo de El Socorro. A los seis meses tomó la alternativa en La Pradera de su natal Sogamoso, y desde ahí toreó por casi veinte años en la Santamaría y se colgó en los carteles de las grandes ferias. Diego González, en marzo de 1994, cortó tres orejas a un encierro de Icuasuco, salió catapultado para España donde cortó una oreja en Las Ventas de Madrid, y regresó en diciembre a tomar la alternativa en la Santamaría, en la corrida de la prensa y con Curro Vásquez y Juan Mora en el cartel.
En la primera década del siglo XXI, en las novilladas de la temporada grande se forjaron Cristóbal Pardo y Ramsés, y recientemente Guillermo Valencia consiguió en la Santamaría los motivos suficientes para convertirse en el matador de toros de Popayán, tierra más proclive a poetas y a presidentes que a toreros.
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A Andrés Manrique, Joselito Castañeda y Anderson Sánchez, los tres novilleros catalogados como los triunfadores del año en Colombia, les pilló la Santamaría clausurada. Según la alcaldía mayor, porque ningún empresario privado se presentó a la licitación. El secretario Luis Ernesto Gómez no informó a la opinión pública que el pliego de condiciones prohibía el uso de puyas, banderillas y estoques, es decir corridas incruentas, las cuáles no contempla la ley 916 de 2004, que reglamenta los espectáculos taurinos en Colombia.
Por eso, el título al novillero del año se disputará a unos metros al occidente de Bogotá, en el ruedo de la plaza de toros Marruecos, en Puente Piedra.
Andrés Manrique no estaba en las cuentas hace unos meses. Hijo del matador de toros bogotano Pepe Manrique, empezó a torear a los 18 años, debutó en Manizales, y fue uno de los llamados Héroes de la Santamaría que se encadenaron en la plaza de toros cuando el alcalde Gustavo Petro no permitió las corridas de toros en su administración, en una huelga de hambre que se extendió por 99 días. Debutó en la Santamaría como recompensa, en la novillada de la temporada 2017, pero las cosas no rodaron y desapareció. En 2021 se sacudió de una pandemia que en su caso llevaba casi cinco años. Cinco orejas en dos festivales en Puente Piedra, uno de ellos mano a mano con su padre, y quizás la última oportunidad, la de la pasada feria de Manizales, la cual no desaprovechó: una oreja y novillero triunfador de la feria.
Joselito Castañeda, del barrio Venecia de Bogotá, clasificó por la locura que protagonizó el pasado 28 de agosto en La Morenita de Choachí, donde se encerró con cuatro novillos toros de la siempre fiera e intimidante ganadería de Mondoñedo. Fue empresario, se llevó una paliza y salió a hombros, triunfo que le permitió entrar en la novillada pre-feria de Cali, donde un toro de casi media tonelada le pasó por encima, fisurándole la pelvis. Pese al percance a las dos semanas toreó dos novillos de Clara Sierra en Albán, y uno de Mondoñedo a puerta cerrada. Si en Cali llegó a pensar en dejar el toreo por su debut inadvertido, la revancha le llegó pronto y en Puente Piedra saldrá como si estuviera en la Santamaría.
Anderson Sánchez quiere ser el ciudadano más famoso de la historia de Lenguazaque, pueblo de minas de carbón y de corridas de toros. Así lo confesó en entrevista a Idilio Taurino, donde también dijo que quería ser figura del toreo por sacar a su familia de necesidades. Como pasaba el siglo pasado. El año pasado, cuando precisamente trabajaba como conductor en una de las minas de carbón, la fortuna le empezó a sonreír cuando entró en la novillada de Villapinzón y luego en la pre-feria de Cali, allí indultó a ‘Bonito’ de Paispamba, salió a hombros, ganó el cupo a la novillada del abono donde cortó una oreja, y entró en la de la feria de Manizales, donde salió con la cara alta sobre todo tras imponerse a un toro de Achury Viejo que tenía la llave de la enfermería en su pitón derecho.
Los tres se vieron las caras esta semana en la hacienda La Holanda, en Mosquera, en la ganadería de Mondoñedo, la más antigua del país (1923). El miércoles hicieron un tentadero de vacas, y el jueves Cristian Castañeda debería haber matado un toro, pero el ganadero, Gonzalo Sanz de Santamaría decidió no sacrificarlo por su bravura. El número 161, hijo de Tocayito, aquel toro que indultó José Garrido en la temporada de 2017 en la Santamaría.
Las jornadas tuvieron la presencia de Juan de Castilla, quien mató el toro sobrero de la corrida de Puente Piedra del sábado pasado en la que salió a hombros con tres orejas. Y el maestro César Rincón quien no solo fue el primero en pedir el indulto al hijo de ‘Tocayito’, sino el que no paraba de darles toques y consejos a los novilleros para que se alistaran para la gran final de este 22 de enero en el ruedo de Puente Piedra.
Manrique sueña con tomar la alternativa en la Santamaría, de manos de su padre y con el testimonio de alguna figura como El Juli o Talavante. Joselito Castañeda escogería los toros de Mondoñedo para su doctorado, que también quiere que sea en la Santamaría, y con Diego Urdiales y Paco Ureña en el cartel. Sánchez quisiera que Enrique Ponce, en presencia de Roca Rey, lo hiciera matador de toros con la de Juan Pedro Domecq en Sevilla. De momento, es sueño. Por delante tienen una auténtica corrida de toros que por cosas de la pandemia se pasó de edad. Es del hierro de Ernesto González Caicedo, la última que dejó el ganadero vallecaucano, cuyos toros de encaste Santacoloma fueron apetecidos por Rincón y todas las figuras del toreo en aquellos años 90.