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Año bisiesto, 29 de febrero: en un país lo consideran mala suerte y, en otro, las mujeres les proponen matrimonio a los hombres
En muchos países, el 29 de febrero adquiere dimensiones que superan su extrañeza calendaria y las costumbres locales han llevado la fecha a convertirse incluso en una oportunidad para las mujeres enamoradas.
¿Qué ocurre una vez cada cuatro años y genera sensaciones que van desde las alegrías más desenfrenadas hasta horrendas maldiciones? No, no es el Mundial de fútbol. Hablamos de un año bisiesto, claro está, esos donde febrero tiene 29 días.
Los nacidos en esta fecha en particular (unos cinco millones de personas, conocidos como “leaplings” o “leapers”) enfrentan el dilema de elegir qué día van a celebrar su cumpleaños en los años no bisiestos, aunque también pueden preparar un hito especial para cuando la fecha realmente aparezca en el calendario, como será este 2024.
Boda y castigo
En Irlanda, el 29 de febrero se conoce como el Día del Soltero, o Privilegio de la Dama, y tradicionalmente se ha considerado un día en el que las mujeres pueden proponer matrimonio a los hombres, según la leyenda de Santa Brígida y San Patricio.
Se dice que Santa Brígida, una monja del siglo V, llegó a un acuerdo con San Patricio, el santo patrono de Irlanda, que permitió a las mujeres proponerles matrimonio a los hombres en ese día tan especial.
Tendencias
Al parecer, la tradición se vio reforzada por una ley escocesa adoptada en 1288, cuando todavía era ilegal que las mujeres propusieran matrimonio a los hombres; se hizo una excepción para hacerlo el 29 de febrero. La ley incluso establecía que si un hombre rechazaba la propuesta ese día, tendría que pagar una multa.
En la década de 1900, la tradición de invertir los roles a la hora de pedir la mano se había extendido a Estados Unidos. En 2010, la película “Año bisiesto” se inspiró en esta tradición. Esta comedia romántica cuenta la historia de la agente inmobiliaria Anna, interpretada por Amy Adams, mientras viaja de Boston a Dublín en el Día del Soltero irlandés, para encontrarse con su novio, Jeremy (Adam Scott), y pedirle que se case con ella.
La idea de que las mujeres propongan matrimonio el último día de un febrero bisiesto también fue adoptada en Dinamarca y Finlandia. En Dinamarcaz, la costumbre exige que un hombre que diga que no regale 24 guantes a la mujer rechazada, lo que serviría para ocultar la vergüenza de no tener un anillo que lucir. En Finlandia, el hombre debe proporcionar a la mujer suficiente tela para coser una falda, aunque el vínculo con el rechazo matrimonial es menos claro en este caso.
¿Mala suerte?
En algunos países se cree que los años bisiestos traen mala suerte. En Alemania, un viejo proverbio campesino dice “Schaltjahr gleich Kaltjahr”. Dicho en sencillo: un año bisiesto será un año frío.
Una tradición germana más alegre recibe un giro cada cuatro años, pero no los 29 de febrero. En años no bisiestos, la noche previa al primero de mayo, los jóvenes de Renania talan abedules, los decoran con serpentinas y los ponen frente a la casa de la chica que les gusta, haciendo básicamente una declaración pública de amor. En los años bisiestos, esta tradición se invierte y son las mujeres las encargadas de abrir sus corazones.
Sin embargo, a nivel global, el consenso es suponer que un año bisiesto equivale a mala suerte. En Taiwán, por ejemplo, el año con el día adicional se considera desafortunado, porque muchos creen que los ancianos tienen más posibilidades de morir. Para ayudar a promover la longevidad, las hijas casadas deben volver el 29 de febrero a la casa de sus padres con platos con fideos para ellos. El plato es tan delicioso y saludable que aumenta las posibilidades de que sus progenitores puedan defenderse de las desgracias que pueda traer el año.
El tema del matrimonio y la mala suerte se unen en Grecia, donde se dice que los intercambios de votos un 29 de febrero traen mala suerte; esos matrimonios están destinados a terminar divorciados. Del mismo modo, si alguien está lo suficientemente desesperado como para no aguantar más y decide divorciarse el 29 de febrero, los griegos estiman que estará condenado a nunca volver a encontrar el amor.
Celebrando en la capital del año bisiesto
Si lo que se busca es una poderosa dosis de año bisiesto, recomendamos ir a Anthony, una ciudad en la frontera entre Texas y Nuevo México. Allí se realiza cada año un festival de años bisiestos de varios días cuyo origen es la amistad entre los llamados “29es” Mary Ann Brown y Birdie Lewis, quienes presentaron la idea al ayuntamiento en 1988.
Brown contactó al gobernador local y el evento ha tenido tanto éxito, que ya la ciudad se proclama la “Capital mundial del año bisiesto”, y recibe a personas de todo el mundo. Por supuesto, esto ocurre una vez cada cuatro años y, a diferencia de los mundiales de fútbol, acá todos ganan y no hay evidencia de que alguien haya quedado signado por la mala suerte por pasar por Anthony.