FAUNA SILVESTRE
Bogotá, epicentro de tráfico ilegal de fauna en el país
Es un puente directo con el mercado negro nacional e internacional. Muchos de estos animales se convierten en mascotas, lo que también refleja la falta de conciencia ciudadana. WCS Colombia advierte que las redes criminales cada vez son más organizadas.
Muchos tienen la ides de que el tráfico de fauna silvestre es una actividad que se da más que todo en las zonas rurales. Sin embargo, las grandes ciudades, como la misma capital, también se han visto envueltas en esta problemática de antaño en el país.
Centenares de animales llegan a Bogotá para continuar su rumbo a mercados internacionales donde son muy bien pagos o, en su defecto, se quedan en la capital para ser comercializados.
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El comercio ilegal de animales silvestres no se da necesariamente de manera aislada o en lugares recónditos que solo unos cuántos conocen. Basta ir a la plaza del 20 de julio, en la localidad San Cristóbal, al sur de Bogotá, para verlo con los propios ojos.
Desde la entrada es posible ver a los cangrejos sabaneros, nativos de la cuenca del río Bogotá, en grandes peceras esperando a ser licuados para preparar jugos afrodisíacos. Aunque se sabe que su ingesta puede causar enfermedades pulmonares, la pesca de este pequeño animal es una de sus principales amenazas. De hecho, este crustáceo, que a nivel mundial solo habita en el altiplano cundinamarqués, es una especie catalogada en peligro de extinción.
Luego de recorrer esta concurrida central de abastos, también es posible llevarse a casa unos canarios costeños. Una pareja de estas aves puede estar alrededor de los 100.000 pesos. Así como en la plaza de mercado del barrio Galán en donde venden parejas de loras que van desde 80.000 a 100.000 pesos, a las cuales cazan en una zona cerca de Cáqueza, Cundinamarca, a hora y media de la capital.
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Aunque las autoridades tratan de hacer lo posible por rescatar a los animales y evitar que entren en el mercado negro, es un fenómeno díficl de controlar y que no pierde fuerza, según dice Alfonso Moreno, médico veterinario y profesor de la Universidad Nacional de Colombia. Lo más complejo de la problemática es que Bogotá se ha convertido en una especie de centro de acopio al que llegan especies como ranas, tortugas, aves y cangrejos, solo por mencionar algunos, para ser subastados.
“Sin lugar a dudas, las ciudades principales como el caso de Bogotá son trampolines para que animales silvestres extraídos de nuestra biodiversidad lleguen ilegalmente al extranjero. Pero, además, para que ingresen al país animales exóticos, es decir, especies de otras latitudes, como ocurre con el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum), una situación que puede traer serias afectaciones para los ecosistemas”, explica explica Andrés Balcázar, profesional, biólogo y experto del Programa de Salud de Vida Silvestre y Tráfico Ilegal de Especies de WCS Colombia. Esta iniciativa busca concientizar a las personas sobre este fenómeno y explicar las dinámicas del comercio ilegal, pues son a través de bandas criminales cada vez más estructuradas.
Con el tiempo, sin embargo, la práctica se ha vuelto cada vez más discreta y muchas veces se hace bajo cuerda, a diferencia de hace unos años en los que era normal ver personas comercializando estos animales silvestres como mascotas. Balcázar incluso explica que anteriormente se podía pedir por catálogo a grandes felinos como jaguares o tigrillos.
Las cifras no son alentadoras. Solo este año la Secretaría de Ambiente ha rescatado a 2.600 animales. Sin embargo, Carolina Urrutia, secretaria distrital de Ambiente, asegura que desde su administración están haciendo todo lo posible para mitigar este fenómeno e impedir el comercio en mercados o al aire libre. Para Urrutia, la comunicación y pedagogia son claves para que la ciudadanía no compre más animales y así se acabe el mercado negro.
“En muchos puntos de la ciudad, como la plaza de mercado de El Restrepo, ya no se está permitiendo. En las plazas teníamos un área gris frente a la problemática, sobre todo en términos policiales, pero ya alcanzamos un acuerdo entre la autoridad, el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal y las secretarías de Desarrollo Económico y de Gobierno”, explica la secretaria de Ambiente de Bogotá.
De Bogotá para el mundo
La capital juega a su vez un papel fundamental en la importación y exportación de especies al extranjero.
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Los traficantes buscan formas inverosímiles para sacar a estos animales del país. Dos ejemplos puntuales ocurrieron en 2018 y 2019, en los que iban a trasladar a centenares de ranas venenosas en frascos de rollos fotográficos. En la primera oportunidad las autoridades incautaron 216 de estos ejemplares que iban a ser trasladados a Europa o Asia. Mientras que en el siguiente año decomisaron 424 ranas venenosas que tenían como destinos Brasil y Europa.
La Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres (URRAS), de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional de Colombia puede dar cuenta de la magnitud del fenómeno en la capital. Este lugar rescata cerca de 250 animales al año, de los cuales el 20 por ciento son decomisados por las autoridades y el resto son rescates.
Sin embargo, solo el 30 por ciento logra regresar a su hábitat natural y otro 30 por ciento no sobrevivir por cuenta de las lesiones y consecuencias del cautiverio.
La falta de conciencia ciudadana en estos casos es evidente, por lo cual no basta que las autoridades hagan determinadas incautaciones al año. Si las personas no cambian su forma de pensar y por el contrario siguen comprando, nunca dejará de haber oferta de animales silvestres.