PARO NACIONAL
¿Cuál fue y cuánto duró el paro más largo y violento de Colombia?
En el marco del Paro Nacional que vive el país, recordamos cuál ha sido el paro más grande que ha tenido Colombia en la historia reciente.
Colombia completa 36 días de Paro Nacional y la tensa situación ha dejado un saldo parcial de 2.575 concentraciones, 2.180 marchas, 2.924 bloqueos, 598 movilizaciones y 22 asambleas en 809 municipios.
Además, de acuerdo con los datos de la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo, durante las protestas han muerto 17 personas y se investiga el fallecimiento de otras 13, de las cuales tres murieron en Cali el pasado 28 de mayo.
En cuanto a las personas que han sido reportadas como heridas durante las marchas, 1.106 son civiles y 1.192 policías. Por ahora, se está buscando a 129 personas de las cuales solo sobre una recae una denuncia formal de desaparición.
Sin embargo, los paros nacionales han hecho parte de la historia reciente del país y son utilizados como mecanismos para expresar los desacuerdos y las discrepancias con las formas de gobierno y las políticas públicas.
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El profesor de la Universidad Nacional e investigador del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), Mauricio Archila, describió el Paro Cívico Nacional del 14 de septiembre de 1977 como uno de los más cruentos y largos de la historia, y narró los hechos que lo desencadenaron.
Antecedentes del Paro Cívico Nacional de 1977
En 1974, Alfonso López Michelsen subió al poder con la mayor votación registrada en ese momento y una ventaja del 56 % contra su principal contendiente, Álvaro Gómez, quien solo tuvo un 36 % de los votos.
El llamado Mandato Claro de López Michelsen les apostaba a la apertura económica de Colombia y a convertir a Colombia en el “Japón de Suramérica”; sin embargo, su cruzada no tuvo éxito y el presidente tuvo problemas con una reforma laboral que afectaba a los asalariados al desmontar el régimen de prestaciones por medio del salario integral y minimizaba el derecho a la huelga.
Igualmente, según Archila, impulsó una reforma agraria que resultó en algunos programas alimentarios sin mayores relevancias y aumentó las distancias entre los sectores populares, generando mayor exclusión.
Según Archila, “la resultante fue que en medio de un crecimiento económico pausado -con un PIB por encima del 3 %- la inflación se desbordó hasta llegar al 35 % en 1977. Obviamente, los salarios, y en general el poder adquisitivo del pueblo, se vieron afectados mientras el gran capital redoblaba sus ganancias”.
En el ámbito político, se caracterizó por ser un gobierno que, si bien pregonaba la inclusión de las diferencias políticas, impulsaba un estado de sitio y les daba carta abierta a los militares para que manejaran el orden público.
Producto de ello, según datos del Cinep citados por Archila, en 1975 se registraron 797 protestas -el año pico en ese recuento estadístico-, 540 en 1976 y 359 hasta septiembre de 1977.
Al paro se fueron sumando “cementeros, los bancarios, los médicos del Seguro Social, los petroleros, los trabajadores del Ingenio Riopaila, de Indupalma y de Vanitex -una huelga predominantemente femenina-, para solo mencionar las más sobresalientes”, narró Archila.
El sector educativo también se sumó a las marchas debido a los incumplimientos del Estado a las promesas hechas al profesorado y a las que también se sumaron estudiantes, campesinos, indígenas y población urbana.
El estallido del 14 de septiembre de 1977
Desde mediados de 1976 hasta septiembre de 1977, se fueron sumando progresivamente todos los sectores de la sociedad que pedían, desde su propia visión, mejor calidad de vida, condiciones laborales justas y un cambio de gobierno.
En mayo de 1977, la logística del paro y el comité de sindicalistas redactaron un pliego de ocho exigencias para el gobierno del ‘Pollo López’, como le decían a López Michelsen, o la huelga continuaría.
El Gobierno no tomó una actitud conciliadora; todo lo contrario, calificó a los organizadores como subversivos e incluso emitió ordenes de captura para cualquiera que participara en una marcha o manifestación.
Las tensiones continuaron hasta que todo estalló el 14 de septiembre.
De acuerdo con la historia contada por el portal PacifistaTv, en la madrugada del 14 de septiembre cientos de personas bloquearon las principales arterias viales de Bogotá clavando vidrios y regando aceite en las calles, tras lo cual inició una confrontación con la fuerza pública que derivó en el caos.
Los grupos de manifestantes se apoderaron de fábricas y saquearon establecimientos comerciales, quemaron más de 19 vehículos, asaltaron la Alcaldía de Tunjuelito y cortaron los circuitos eléctricos en los barrios Kennedy y Quiroga de la capital del país.
El entonces alcalde de Bogotá, Bernardo Gaitán, decretó toque de queda a las 4:00 p. m., pero las protestas continuaron toda la noche.
De acuerdo con el portal, todo cesó el 15 de septiembre. “Para esa hora el balance era aterrador. La ciudad tenía un tono posapocalíptico: los incendios recién apagados, los esqueletos rostizados de carros, vidrios rotos y tachuelas regadas por las avenidas principales. La ciudad se había salido de control. Entre veinte y treinta personas murieron, la mayoría jóvenes menores de 25″, narró la publicación.
El Paro Cívico Nacional de 1977 sembró, de acuerdo con Archila, la semilla de la unidad sindical y unió al poder popular.
“Como se ha visto en luchas más recientes -por ejemplo, en la negativa al referendo constitucional promovido por el entonces presidente Álvaro Uribe en 2003-, cuando los sectores populares se unen, incluidas las organizaciones sociales y políticas de oposición, logran triunfos resonantes. El cambio de régimen no es cosa de todos los días, pero nadie excluye que pueda ocurrir cuando hay una amplia movilización popular, como la hemos visto en los países vecinos y como se vislumbró aquel día de septiembre de 1977, una fecha que conviene recordar”, concluyó Archila.