TAUROMAQUIA
Feria de Manizales, novillada: lecciones de un Maestro
César Rincón, que desde 2008 decidió ver los toros desde la barrera, volvió a impartir lección de tauromaquia, esta vez desde el callejón para orientar a los novilleros colombianos Andrés Manrique (una oreja), Gitanillo de América II y Ánderson Sánchez. No fue el único maestro en la plaza.
Para Andrés Manrique, Santiago Fresneda el ‘Gitanillo de América II’ y Anderson Sánchez el paseíllo que trenzaron en Manizales el 3 de enero de 2022 suponía el desfile para un examen definitivo. Vestidos de luces y ante la mirada escrutadora de al menos 7.000 personas, parecían universitarios en camino a sustentar su tesis de grado. No en vano la novillada de la feria supone eso. Un examen, y quien lo pueda superar con creces, es decir, saliendo a hombros por la puerta grande, estará más cerca a la alternativa o a recibir el grado universitario. En su caso: doctor en tauromaquia.
Lo que no sabían los tres novilleros colombianos es que la tarde terminaría siendo una clase magistral de cómo cortarle las orejas a un encierro bajo de casta, con calidad algunos, sin fuerza la mayoría, y de enfermería el último, como lo fue el de Achury Viejo, ganadería que pasta entre flores de exportación en Sesquilé (Cundinamarca).
La dictó, desde el palco de callejón justo detrás del “burladero de matadores”, quien miles de veces se cubrió la cara con su capote en ese lugar, para no ver la salida de los toros al ruedo. César Rincón, maestro de la tauromaquia mundial y cuatro veces ganador de la Catedral de Manizales (1993, 1998, 1999 y 2005), uno de los trofeos más prestigiosos en el mundo de los toros y que vuelve a estar en disputa esta semana, en su 64° edición.
Rincón impartió cátedra con Gavillero (número 156, 430 kilos), el primero de los de Achury Viejo, que a la postre fue el mejor de la tarde. Cuando Andrés Manrique, hijo del matador de toros Pepe Manrique, quiso acortar las distancias para ponerse más cerca de los pitones, después de haber logrado tres series de muletazos ligados que pusieron a la banda a tocar el pasodoble. Desde el callejón extendía sus brazos para sugerirle mayor distancia. Manrique se fue de la cara del novillo, lo dejó respirar, y cuando volvió a citar pudo interpretar series que emocionaron al público, incluso tras una voltereta.
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Rincón, sin abrir su boca, solo se limitaba a hacer gestos con su mano izquierda, luego con la derecha, y hasta hizo una cruz con sus brazos antes de que el novillero se perfilara con la espada. Manrique, que no le quitaba la mirada al animal pero que de reojo reconocía las señales de Rincón, hizo esa misma cruz y mató al toro de un certero espadazo, el mejor de la tarde. Una oreja que en ese momento le aseguraba media salida por la puerta grande, es decir, aprobar el examen. Iba camino de hacerlo ante Herrerito (número 124, 438 kilos), cuarto del festejo, porque también escuchó oles continuos en la muleta, cuando toreó por el pitón derecho. Pero cuando se examinó con la muleta en la mano izquierda el toro cambió y no volvió a embestir como antes. Las señales que impartía César Rincón, a quien el novillero le brindó la faena, no fueron suficientes y la faena decayó.
Caminando por todo el callejón, Gitanillo de América, ese ciclón que en la Feria de Manizales de 1989 hasta hizo la suerte de boxeador tras haber dado largas cambiadas, puesto banderillas, y muletazos de todas las facturas de pie y de rodillas, era quien le daba voces a su hijo Gitanillo de América II. A diferencia de Rincón, con sus señas al estilo de los mánager de béisbol, Gitanillo optó por el plan motivador, en una tarde que para el tercer torero de la dinastía tuvo muchas adversidades.
No se acomodó lo suficiente con Mensajero (número 170, 406 Kilos), segundo de la tarde, entre otras por la poca fuerza del animal. Y con el quinto, Madrileño (número 116, 434 Kilos), tuvo que jugar sus últimos cartuchos con el público a la contra, que desde la salida exigió la devolución del novillo por su evidente invalidez. Por eso el público le protestó su gesto de poner banderillas, y en la muleta, donde pegó pases más a gusto porque Madrileño fue el de mejores embestidas, el respetable le suplicó abreviar.
Cayetano Romero, el picador que casi se va a hombros tras dos puyazos excepcionales ante un toro de Victorino Martín en Cali, esta vez se fue entre silbidos porque su puya desgarró la piel del de Achury Viejo. Todo porque los toros colombianos, a diferencia de los españoles, suelen hacer gambetas y fintas antes de llegar al peto de los caballos de picar. En una de esas se produjo el incidente.
César Camacho, tras más de veinte años recorriendo el país en ferias grandes y de pueblos, era otro de los maestros que en el callejón daban consejos. Los recibió Ánderson Sánchez, el actual orgullo de Lenguazaque, que tras ser empleado en una mina de carbón, este año se ganó un puesto en las novilladas de Cali y Manizales. Comenzó su faena de muleta ante Escondido (número 151, 410 Kilos), tercero de la tarde, como solían hacerlo hace treinta años Fernando Cepeda o Pedrito de Portugal, otros dos ganadores de la Catedral de Manizales.
En el centro del ruedo, con la montera sobre sus pies para que estos no se movieran un milímetro, y aguantando la arrancada a larga distancia del toro para cambiarle la trayectoria y pasárselo por la espalda, algo que siempre ha enloquecido al público de Manizales. Ánderson lo hizo y luego, cerca a tablas, donde el de Achury prefirió pelear, destapó las maneras más depuradas del festejo. Eso sí, para un torero que no ha matado más de cinco novillos desde la pandemia, la suerte suprema se le hizo imposible, a pesar de la verdad, pero falta de técnica con la que la ejecutaba. El sexto, Serrano (número 130, 426 kilos), tenía un pitón derecho de enfermería, y no paró de ‘colarse’ para buscar el cuerpo de los toreros que lo lidiaron.
Por más señas y consejos de los maestros, Ánderson solo encontró pundonor para poder superar la situación. Como le dijo Rincón desde el principio, la mano para torear era la izquierda, nada por el pitón derecho, pero por allí tenía que pasar a la hora de la estocada. Y cuando muchos pensaban que el asunto podría abrir la enfermería, el de Lenguazaque se jugó el pellejo y vio rodar al toro a sus pies. César Rincón se levantó de su asiento y era quizás el único que aplaudía cuando el público estaba subiendo las escaleras hacia la puerta de salida.
En la primera tarde de toros en Manizales, en la que tres novilleros colombianos se jugaron su presente, varios maestros del toreo colombiano se reunieron en la plaza y se hicieron presentes, en un día en que muchos abonados prefieren regalar las entradas.
Enrique Calvo ‘El Cali’, quien en esta feria se estrena como comentarista radial, y considerado el mejor estoqueador de la historia de la tauromaquia nacional, se lamentaba por los pinchazos de los tres aspirantes; Rodrigo Arias ‘Monaguillo’, célebre banderillero de Manizales de la cuadrilla de César Rincón; y en el tendido Jairo Antonio Castro, el matador del barrio La Perseverancia de Bogotá, que tiene en su casa tres Catedrales de Manizales (1982, 1989, 1990). Los novilleros también fueron muy aplaudidos por Manuel Escribano, Rubén Pinar y Román Collado, tres de los toreros españoles que llegaron a Manizales para disputar la Catedral.
Primera tarde:
Plaza de toros de Manizales.
3 de enero de 2022.
Novillos de Achury Viejo:
- Andrés Manrique: oreja y silencio.
- Gitanillo de América II: silencio y silencio tras aviso.
- Ánderson Sánchez: silencio tras avisos y silencio.