GRUPO RÍO BOGOTÁ
La lucha del cangrejo sabanero por sobrevivir en el río Bogotá
La contaminación y la sobrepesca tienen a este crustáceo único de la sabana de Bogotá en peligro de extinción. Por años, ha sido utilizado para elaborar bebidas afrodisíacas en las plazas de mercado de Bogotá, a pesar de que su consumo causa enfermedades pulmonares. Aún así, una resolución de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca da vía libre a su aprovechamiento.
El amor de José Torres y Edelmira López floreció hace más de 50 años, cuando en el despertar de su adolescencia iban a nadar y pescar a las aguas frías del río Bogotá que fluyen por la zona veredal del municipio de Villapinzón. Su idilio nació a pocos kilómetros del nacimiento del río más importante de la sabana y uno de los sitios de adoración preferidos por los antiguos muiscas.
Esta pareja de abuelos ya supera las siete décadas de vida. Tuvieron cuatro hijos y levantaron una pequeña finca donde cultivan papa y cebolla en una hectárea. También venden la leche de algunas vacas, lana de las ovejas y huevos criollos de las gallinas ponedoras. Tienen una tienda donde sus vecinos juegan turmequé y calman la sed con una agria.
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En su memoria aún sobreviven muchas historias de la época de su enamoramiento que inició cuando eran niños de colegio. “Nos conocimos en la escuela de la vereda, pero en esa época éramos amigos y solo pensábamos en jugar. Cuando nos llegó la juventud, nuestras miradas empezaron a cambiar. Íbamos juntos a los bazares y en uno de esos recorridos por las orillas del río Funza, el verdadero nombre del Bogotá, nos juramos amor eterno”, dice Edelmira, dedicada a hilar sacos con la lana de las ovejas.
El amor de José y Edelmira nació en las aguas del río Bogotá en Villapinzón, cerca a su nacimiento en el páramo de Guacheneque. Foto: Javier Tovar.
Don José, experto en labrar la tierra y criar becerros, complementa el relato de su único amor, una mujer cuyos ojos azules desbordan solo ternura. “Los baños en el río Funza fueron parte de nuestra crianza. Yo iba con mis amigos a tirarnos en los pozos profundos que había alrededor del río. Edelmira iba con sus amigas y un día nos pusimos a hablar viendo a los peces capitanes y cangrejos que había en el agua. Ahí fue que nos hicimos novios, como a los 15 años”.
Al recordar cómo era en ese entonces el río Funza, vocablo de los muiscas que significa varón poderoso, los ojos claros de Edelmira se llenan de lágrimas. “Fuimos novios por una década, un amor chapado a la antigua donde José le pedía permiso a mis taitas para llevarme a recorrer la vereda. El río era mucho más grande y limpio, con una cantidad de agua impresionante. Había animales como nutrias que se comían a los pequeños cangrejos y peces. El casorio fue cuando cumplimos 25 años, una época en la que el río era muy hermoso”.
Mientras José dedicaba su día a trabajar la tierra, Edelmira atendía la casa y criaba a sus hijos. Cuando tenía tiempo libre se iba a las orillas del río Funza a hilar la lana y lavar y secar la ropa, siempre contemplando un paisaje lleno de animales. Su esposo iba más esporádicamente para pescar, casi siempre de noche.
En el pasado, las aguas cristalinas del río Bogotá en Villapinzón contaban con peces, cangrejos y nutrias. Foto: Jhon Barros.
“Cuando llovía, el río se llenaba de vida: peces, cangrejos, nutrias y muchas aves. Yo pescaba con anzuelo, pero a veces llevaba a la casa los cangrejos para variar la comida. Pero la verdad no nos gustaba mucho, así que los dejaba quietos en el río. Toda esa naturaleza ya se fue, me imagino que por la contaminación y la llegada de más personas a las veredas. Quién sabe para dónde se fueron esos animales”, afirma José, quien saca dos cosechas de papa al año y las vende en la plaza de Villapinzón.
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Aunque el río Funza ya no es ni la mitad de lo que fue cuando se enamoró perdidamente de su esposo, Edelmira lo sigue queriendo. “Así esté chiquito debemos quererlo, porque gracias a él es que tenemos vida. Ojalá un día volviera a ver a esos animales tan bellos, como a esos pequeños cangrejos que no recuerdo cuándo fue la última vez que los ví”.
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José y Edelmira aún recuerdan cuando el río Bogotá albergaba cangrejos y peces capitán. Foto: Jhon Barros.
Único en el mundo
Los cangrejos que vieron José y Edelmira mientras concretaban su amor, corresponden a una especie típica del altiplano cundinamarqués. Su nombre científico es Neostrengeria macropa, pero todos lo llaman cangrejo de la sabana o sabanero.
Este crustáceo, con cerca de cuatro centímetros de longitud y cinco hileras longitudinales espinosas, cada una hasta con 17 espinas prominentes, abundaba en la cuenca del río Bogotá, un territorio de agua conformado por las lagunas de Fúquene, Suesca, Cucunubá y Suesca, y los embalses de Neusa, Sisga y Tominé; sitios con alturas que oscilan entre los 2.200 y 2.900 metros sobre el nivel del mar.
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Es la única especie de cangrejo de agua dulce de Colombia que cuenta con suficiente información biológica, ecológica y pesquera. Además de habitar en los cuerpos de agua, el animal era visto en galerías de vegetación cercanas a las orillas de los ríos, lagunas, embalses y humedales.
“Con más de 100 especies registradas, Colombia es el segundo país más rico en cangrejos de agua dulce en el planeta, después de China, y el primero en Sudamérica. Sumado a esto, tiene el mayor nivel de especies únicas o endémicas, como es el caso del cangrejo de la sabana, crustáceo que a nivel mundial solo habita en el altiplano cundinamarqués”, dijo Carlos A. Lasso, investigador senior del programa ciencias básicas de la biodiversidad del Instituto Humboldt.
El cangrejo sabanero solo habita en el altiplano cundinamarqués. Foto: Sebastián García - publicada en iNaturalist (https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/) (https://www.inaturalist.org/photos/35689816)
El cangrejo sabanero hace parte de la familia de los pseudotelfúsidos, muy rica en especies en todas las montañas de Colombia. Su tamaño se establece en la medida del largo y ancho del caparazón: el largo va desde la frente hasta la parte posterior y en adultos oscila entre los dos y cuatro centímetros; el ancho, que corresponde a la transversal, está entre tres y siete centímetros.
Su peso no supera los 15 gramos y tiene la peculiaridad de ser de color rojizo, algo lo que lo diferencia de los otros pseudotelfúsidos, que tienden a ser más marrones. Las tenazas son agudas en su parte final, lo que le permite atrapar insectos, peces y otro tipo de alimentos.
Según la profesora Martha Rocha Campos, docente del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, el cangrejo sabanero tiene un pseudo pulmón, es decir que funciona a base de agua y aire, por lo cual es un animal anfibio que vive tanto en superficies acuáticas como terrestres.
“No puede estar sumergido bajo el agua todo el tiempo porque se ahoga. Si se mantiene muchas horas en tierra a temperaturas altas, se deshidrata y muere. Hace galerías en las orillas y cerca de los juncos, donde están los juveniles. Los hemos visto bajo piedras, anota la experta.
Los municipios de la cuenca alta del río Bogotá eran los principales hogares del cangrejo sabanero. Foto: Jhon Barros.
Es un crustáceo omnívoro que se alimenta de lombrices, alevinos o peces juveniles, renacuajos y caracoles. Es un organismo también carroñero que se alimenta de animales no en alto grado de descomposición. Se reproduce entre junio y agosto, meses en los que la hembra pone hasta 100 huevos.
“La hembra tiene cuidado parental y porta los huevos en su abdomen. Cuando se aparea, guarda el esperma y espera a que los huevos estén maduros para fertilizarlos. Los mantiene en el abdomen entre los pleópodos, similares a plumas, y mediante su movimiento los oxigena. Del huevo eclosiona un cangrejito en miniatura, pero translúcido. No hay datos precisos del tiempo que está bajo el cuidado parental”, dice la docente.
A diferencia de los cangrejos de mar, que ponen miles de huevos y los liberan en el agua, fases larvales que ocurren fuera del huevo con una mortalidad que puede ser del orden del 80 por ciento, los cangrejos de agua dulce se caracterizan por tener huevos más grandes y en consecuencia menor número.
El Salto de la nutria, a pocos kilómetros del nacimiento del río Bogotá, era un sitio lleno de cangrejos sabaneros. Foto: Jhon Barros.
Sobreviviente en peligro
Las nutrias y peces capitán, otras especies insignias del río Bogotá, están prácticamente desaparecidas de la cuenca debido a la transformación del hábitat, contaminación de las aguas, pesca, cacería y pérdida de cobertura vegetal.
El cangrejo sabanero ha resistido un poco más a estos impactos, por lo cual podría ser llamado como un arduo guerrero. Ha sobrevivido en sitios como la cuenca alta del río Bogotá, la laguna de Cucunubá, los ríos Ubaté y Teusacá, la quebrada Ovejeras y los embalses del Neusa, Tominé y Muña. Hay reportes en municipios como Tabio, Sopó, Gachancipá, Zipaquirá, Guatavita, Cogua, Sesquilé, Suesca, Chocontá, Villapinzón, Tausa y Cogua.
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A pesar de su resistencia, el cangrejo es sometido a la pesca de subsistencia y artesanal no sostenible con fines comerciales, una sobreexplotación presente desde hace más de 30 años. Los campesinos utilizan canastos de mimbre en lagunas y aros con malla en ríos y quebradas.
A este factor se suman una alta deforestación en la cuenca, la contaminación del agua por los vertimientos de las curtiembres en Villapinzón y descargas residuales domésticas, minería, desarrollo urbano, densidad poblacional, desecación de humedales, fragmentación de hábitats por las represas, regulación del régimen de caudales e introducción de especies exóticas.
La mayoría de imágenes que hay del cangrejo de la sabana son de su comercialización en las plazas de mercado.
Según Campos, los cangrejos son bioindicadores del agua. Si algún cuerpo hídrico registra la presencia de cangrejos, esto indica que el agua no está contaminada. Pero debido al alto grado de contaminación del río Bogotá, con productos como agroquímicos y taninos de las curtiembres, las poblaciones de los cangrejos sabaneros son cada vez más reducidas.
Para Lasso, la supervivencia del cangrejo sabanero en la cuenca del río Bogotá está ligada a su condición de especie semiacuática. “Se puede desplazar de un cuerpo de agua a otro a distancias pequeñas, un escape o dispersión que le ha permitido sobrevivir más que el pez de la sabana; el cual, por tener una respiración branquial, muere si el agua está contaminada. Por eso, el cangrejo sabanero se ha adaptado a moverse a otro sitios naturales e incluso hechos por el hombre, como los embalses”.
Aunque por ahora no se conoce una cifra promedio de la cantidad de cangrejos que ha sobrevivido, los científicos estiman que su presencia está restringida en un área cercana a los 3.000 kilómetros cuadrados en la cuenca del río Bogotá.
El cangrejo de la sabana sobrevive en los cuerpos de agua con pocos grados de contaminación. Foto: Jhon Barros.
Ante sus constantes amenazas, el Libro Rojo de los cangrejos en Colombia, publicado en 2015, catalogó al cangrejo de la sabana como una especie En Peligro de extinción a nivel nacional. El documento lo clasifica como una de las 25 especies más amenazadas en Colombia.
A raíz de esto, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible incluyó al cangrejo sabanero en el listado de las especies silvestres colombianas amenazadas. La resolución 1912 de 2017 lo cataloga En Peligro, es decir en un alto riesgo de extinción en la vida silvestre.
Impactado por la pesca
Aunque la contaminación del río Bogotá ha jugado un rol fundamental en la disminución poblacional de los cangrejos sabaneros, su enemigo más antiguo es la comercialización de la especie. En las plazas de mercado de la capital del país y municipios de las cuencas altas y media, ha sido tradicional la venta de estos organismos.
“El cangrejo sabanero forma parte de la idiosincrasia local. Antes era visto como un recurso pesquero que se explotaba en sitios como las lagunas de Cucunubá y Fúquene -en esta última ha disminuido enormemente sus poblaciones-, la cuenca media del río Ubaté, los sitios más conservados del río Teusacá, que hacen parte de la cuenca del río Bogotá, e incluso en un ecosistema artificial como el embalse del Neusa”, afirma Lasso.
El embalse del Neusa es uno de los sitios donde hay registros del cangrejo sabanero. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.
Sin embargo, toda esa pesca artesanal fue convirtiéndose en una actividad comercial cada vez más desarrollada, es decir que ya no es para autoconsumo de la población sino para comercializar los cangrejos sabaneros en sitios como las plazas de mercado y establecimientos del centro de Bogotá.
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Lasso, que lleva cerca de cinco años visitando estos lugares, en especial la plaza del Restrepo, y quien fue uno de los autores del Libro Rojo de los cangrejos en Colombia, asegura que esta práctica es mucho más antigua. “En las plazas lo utilizan para hacer sopas y jugos afrodisiacos, creencia que no está demostrada científicamente”.
La profesora Campos también ha sido testigo de la comercialización de estos cangrejos. “Desde hace muchos años he visto cangrejos sabaneros en sitios como la plaza de Paloquemao y las Nieves, donde los mantienen en tanques plásticos. Allí los venden o elaboran bebidas supuestamente afrodisíacas, una creencia mental más no científica. El cangrejo solo tiene calcio en el caparazón y proteína en el cuerpo”.
En las plazas de mercado, el cangrejo sabanero es licuado para hacer bebidas supuestamente afrodisciacas.
En estos sitios de mercado, los cangrejos permanecen en tanques plásticos o peceras. Cuando llega alguien a probar las bebidas supuestamente afrodisíacas, los sacan y los licuan vivos con sustancias como miel y borojó. Este menjurje es llamado el Levanta muertos o el Berraquillo.
Según Lasso, estudios realizados en la década del 2000 indicaron que las tallas de los cangrejos adultos eran viables para la comercialización, porque se suponía que estaban por encima de la talla sexual. Pero eso no se cumple en los mercados, donde hay crustáceos de todos los tamaños y tallas.
“Hemos visto de todo, más que todo cangrejos juveniles y hembras ovadas (con huevos), lo que demuestra que no es una pesca selectiva sino un síntoma de sobrepesca. El común denominador en los establecimientos donde es vendido son cangrejos pequeños, lo que contribuye a la disminución en su población”.
Las plazas de mercado no solo son foco de comercialización de animales domésticos y silvestres. El cangrejo sabanero también es vendido allí. Foto: Instituto de Protección Animal.
Mitos fatales
La experta del Instituto de Ciencias Naturales de la Nacional, otra de las autoras del Libro Rojo, recuerda una anécdota peculiar que le pasó hace algunos años en Soatá, mientras recogía información para el estudio de los cangrejos. “Un señor me dijo lo vendían polvo de cangrejo, algo que yo no podía dimensionar. Fui a la tienda y efectivamente lo comercializaban como un condimento. Me informaron que luego de capturar al cangrejo, este era tostado, molido y le adicionaban especias”.
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En una expedición, Campos evidenció que en fincas ganaderas utilizaban a los cangrejos para que las vacas quedaran preñadas. “Nunca había escuchado algo así. Averigüe con expertos en veterinaria y me explicaron que cuando las vacas no daban crías, se debía usualmente a una deficiencia de calcio. Entonces comprendí porqué los campesinos les suministraban cangrejos molidos. Era un suplemento de calcio”.
Una estudiante de la Universidad Javeriana hizo una tesis sobre la comercialización del cangrejo sabanero, la cual arrojó como resultado que muchas familias de la cuenca aún los pescan. “Usan canastos llenos de intestinos de los peces para atraer a los cangrejos. Los cuelgan cerca de las orillas de los cuerpos de agua en la noche. Al otro día, el canasto aparece lleno de crustáceos. El problema es que no discriminan las hembras con huevos, crías o juveniles, lo que afecta a las poblaciones”, manifiesta Campos.
El embalse de Tominé es otro de los cuerpos de agua donde aún habita en cangrejo de la sabana. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.
Víctima de una plaga
En la década de los años 80, al ya afectado cangrejo sabanero le llegó un nuevo enemigo: Procambarus clarkii (cangrejo rojo o americano), un crustáceo nativo del sureste de Estados Unidos y norte de México que empezó a desplazarlo de su hábitat.
Campos conoció el primer caso de esta especie en la sabana de Bogotá en 1985. “Empezamos a investigar cómo había llegado una especie exótica a la cuenca del río Bogotá. Aunque aún no está confirmado, es posible que Procambarus clarkii fue introducido a la sabana de Bogotá cuando alguien lo compró en uno de los establecimientos de venta de peces y acuarios en la Avenida Caracas de Bogotá. De pronto ya no quisieron más estos cangrejos, un animal longevo, y los liberaron, lo que desató un repoblamiento invasivo en la zona”.
El cangrejo americano o rojo desplaza de su hábitat al sabanero. Foto: Instituto de Bienestar Animal.
En el estado de Luisiana, Estados Unidos, esta especie es explotada comercialmente y constituye un plato típico: los cangrejos son cocinados con tabasco y cayenne.
Hace tres años, en 2017, el presidente de un club de golf en Cajicá se comunicó con la docente de la Nacional porque había visto animales raros en los lagos de la academia deportiva. Campos fue con varios estudiantes y concluyó que se trataba de Procambarus clarkii, una especie que a nivel mundial está catalogada como una de las más invasoras.
“Había muchos cangrejos que estaban dañando y erosionando los bordes de los lagos al excavar sus galerías, por lo cual el agua lucía turbia. Vimos pocos cangrejos sabaneros, ya que la especie invasora los había desplazado. Ambos crustáceos empezaron a competir por alimento y hábitat, competencia que gana sin esfuerzo Procambarus clarkii”.
La contaminación del río Bogotá ha causado que el cangrejo sabanero migre hacia otros cuerpos de agua cercanos. Foto: Jhon Barros.
Hongo mata cangrejos
A comienzos de 2019, la profesora Campos y su equipo de estudiantes decidieron hacer un experimento con las dos especies de cangrejos: Neostrengeria macropa y Procambarus clarkii. El club de Cajicá les permitió sacar unos especímenes de cangrejo americano (P. Clarkii) de sus lagos, mientras que los sabaneros (N. macropa) fueron adquiridos en la plaza de Paloquemao en Bogotá y mantenidos en cuarentena en el laboratorio.
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“La investigación consistía en analizar el comportamiento de estas especies en un mismo espacio, y así establecer cómo era esa competencia por espacio y alimento. Teníamos listas cámaras para grabarlos, pero el experimento fracasó”, menciona la profesora.
Al introducir ambas especies en un mismo espacio, tan solo por unas pocas horas, los especímenes de cangrejo sabanero murieron. Al preservarlos en etanol, los expertos notaron que había una película blancuzca sobre los caparazones.
El cangrejo americano está catalogado como una de las especies más invasoras del mundo. Es el principal verdugo del cangrejo sabanero.
“Los cangrejos sabaneros estaban sanos antes del contacto, ya que pasaron una larga cuarentena en el laboratorio. Lo que los mató fue algo que tenía el cangrejo rojo. Empezamos a investigar y descubrimos que la especie invasora tenía un hongo en su cuerpo al que es inmune, pero que el cangrejo sabanero no tolera”, cerciora Campos.
Ese hongo aún está en investigación. Al parecer, de acuerdo con la profesora, podría ser de la misma familia que afecta a algunas especies de ranas. Lo anterior demuestra que el cangrejo americano o rojo es una doble amenaza para el sabanero. No solo lo desplaza de su hábitat y compite por el alimento, también lo elimina por un hongo que porta.
“Esto ratifica aún más el grado de peligro que tiene la especie. En 2015, cuando publicamos el Libro Rojo, aún no sabíamos de ese hongo. Ahora su situación es mucho más crítica”, complementa Campos.
La CAR cuenta con un plan de manejo para lograr controlar al cangrejo rojo o americano. Foto: CAR.
El cangrejo rojo es tan invasivo que ya llegó a humedales de la capital del país como Juan Amarillo, ubicado en la localidad de Suba. “Si no se controlan pueden debilitar las estructuras del cuerpo de agua e incluso las zonas donde está la Planta de Tratamiento Salitre”, complementa la investigadora de la Nacional.
El año pasado había un proyecto en proceso de negociación entre el Instituto de Ciencias Naturaes de la Universidad Nacional con la Empresa de Acueducto de Bogotá y la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). “El ideal era evaluar las poblaciones de Procambarus clarkii en el humedal Juan Amarillo y plantear estrategias de control de las poblaciones, pero este proyecto quedó en aire por falta de recursos. Ese tema no puede quedar así”, explica la experta.
El humedal Juan Amarillo en Bogotá ya cuenta con registros del cangrejo rojo o americano, especie invasora que acaba con el sabanero. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.
Estos cangrejos americanos han sido introducidos en muchas partes del mundo. Según Campos, en Japón acabaron con muchos arrozales y en Alemania impactaron algunos cuerpos de agua. “En el país europeo decidieron secar las lagunas para acabar con la especie invasora. Meses después las volvieron a llenar y volvió a aparecer el cangrejo. Los crustáceos se habían enterrado. Es completamente imposible pensar en el eliminarlos, pero sí se puede hacer un control de la población o comercializarlos”.
Algunos animales podrían disminuir la cantidad de cangrejos americanos en la cuenca del río Bogotá. “Ya fue confirmado que el cusumbo (Nasuella olivacea) es un depredador activo tanto del cangrejo sabanero como del americano. La nutria posiblemente también lo es”, menciona Lasso.
La nutria y una especie de cusumbo se alimentan de ambas especies de cangrejos. Foto: Fernando Trujillo.
Contagia enfermedades
La comercialización de los cangrejos sabaneros en las plazas de mercado puede causar enfermedades en las personas que lo consumen en la tradicional bebida del Levanta muertos. Campos indica que muchos de los cangrejos de la familia de los pseudotelfúsidos son vectores de Paragonimus sp, un tremátodo que usualmente está en algunas especies de caracoles.
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“Cuando el cangrejo se come al caracol, el parásito ingresa a su parte branquial. Como el cangrejo no es cocinado sino licuado, el parásito no muere. Aún no hay mucho seguimiento de salubridad sobre esto, un aspecto grave porque ya está demostrado que la paragonimiasis es una enfermedad pulmonar”, sostiene la científica.
Lo que más les preocupa a Campos y Lasso es que el cangrejo sabanero siga comercializándose aún cuando la ciencia ya demostró que puede transmitir enfermedades. Un estudio elaborado por expertos de Estados Unidos y la Universidad Nacional, publicado en la Revista Colombiana de Ciencias Pecuarias en 2018, así lo reveló.
Las personas que ingieren la bebida elaborada con el cangrejo sabanero podrían contagiarse de enfermedades respiratorias.
“El Paragonimus es un género de parásitos tremátodos que infectan a humanos en todo el mundo. Se considera que entre 5 y 10 por ciento de la población humana de Asia está infectada, pero también hay alta posibilidad de infección en Centro y Sudamérica y África. 293 millones de personas están en riesgo de infección por consumir crustáceos decápodos crudos, como el cangrejo sabanero de Colombia. La prevalencia de la infección en este cangrejo fue de 17,2 por ciento, es decir que sí existe riesgo para la salud humana”, cita el estudio.
Lasso señala que este hallazgo partió de la investigación previa sobre unos cangrejos hermanos del sabanero, presentes en los departamentos del Valle del Cauca, Antioquia y Caldas (Strengeriana sp e Hypolobocera sp), los cuales, luego de ser consumidos pueden enfermar al ser humano.
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El primer caso de paragonimosis ocurrió en Urrao (Antioquia), en indígenas embera, que los enfermó de distomatosis pulmonar. “Esto fue demostrado por investigaciones biomédicas del doctor Vélez y su equipo en 1995. Esta enfermedad está relacionada con un parásito interno de los cangrejos, el Paragonimus, responsable de miles de enfermos en el mundo. El cangrejo es entonces un vector u hospedador intermedio”.
Por tratarse de especies hermanas, siempre estuvo en el aire la hipótesis de que el cangrejo sabanero era un vector de enfermedades. Tres científicos, los norteamericanos Gillian Phillips y David Hudson, y la colombiana Jenny Chaparro, fueron los encargados de demostrarlo.
En cangrejo de la sabana es una especie exclusiva de Cundinamarca, en especial en la cuenca del río Bogotpa. Mapa: Libro Rojo de Cangrejos.
“Hicieron muestreos en las plazas de mercado de Bogotá y en los ríos y humedales del altiplano. La prevalencia de este parásito es cercana al 20 por ciento, lo que debe prender las alertas”, recalca el investigador del Humboldt.
Las personas que beben los menjurjes o brebajes hechos a base del cangrejo sabanero en las plazas de mercado, están ingiriendo el parásito vivo, ya que los crustáceos no son cocinados. Para Rocha, las afectaciones a los pulmones causadas por consumir cangrejos infectados con el parásito pueden ser confundidas si los médicos no están familiarizados con la situación.
“Lo pueden confundir y no tratar el nematodo como debe ser, por lo cual la persona podría morir. En Ecuador hay tasas de mortalidad altas por ese consumo, por no cocinarlos apropiadamente”.
El cangrejo sabanero ya no solo padece por impactos ecológicos, pesqueros o alimenticios. Ahora es una especie que pone en riesgo a la seguridad y salubridad pública de la población humana por su alto consumo en las plazas de mercado. “Conservar a Neostrengeria macropa es de gran importancia por tratarse de un cangrejo único catalogado a nivel nacional como en peligro de extinción. Llevo años visitando sitios como la plaza del Restrepo, donde los venden junto con el cangrejo americano, especie introducida que también es vector de enfermedades”, dice Lasso.
Los cangrejos sabajeros son capturados en los cuerpos de agua de la cuenca alta y medio del río Bogotá. Son llevados a las plazas de mercad. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.
Resolución controversial
Según el Instituto para la Economía Social (Ipes), entidad que tiene a su cargo las 19 plazas de mercado del Distrito, desde hace más o menos año y medio estos cangrejos no son vendidos en los establecimientos.
“Con la Secretaría de Salud de Bogotá y la Aunap, hicimos un proceso de sensibilización a los comerciantes de las plazas, con el fin de que dejaran de vender sus bebidas elaboradas con estos animales. Esto representa un riesgo para su salud humana y un maltrato animal, según lo estipula la ley 1774”, notificó el Ipes.
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Por su parte, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca informó que el cangrejo sabanero no es un recurso pesquero y su comercialización es ilegal. “Es un recurso hidrobiológico y una especie en vía de extinción. Además, como vive en zonas de fango y de alta descomposición, es portador de la bacteria Escherichia coli, que al consumirla vía oral puede ocasionar problemas de salud. Por eso no está permitido su uso”.
Sin embargo, el 7 de marzo de 2019 la misma Aunap emitió la resolución 418, que adopta los criterios para definir los recursos pesqueros y algunas especies susceptibles de ser aprovechadas en el territorio nacional, listado que incluyó al cangrejo de la sabana y al pez capitán.
La resolución cita que, para tomar esta decisión, la entidad se basó en varios criterios como la importancia socioeconómica o contribución de una especie a la generación de ingresos producto de su aprovechamiento, bien sea comercialización local, regional o nacional, o que haga parte de las tradiciones culturales.
La Aunap también fundamentó la decisión en información biológica y pesquera disponible, es decir la documentación publicada sobre datos biológicos y pesqueros o registros de volúmenes o movilización para la especie; y en la reglamentación vigente sobre medidas de manejo.
El acto administrativo de la Aunap informa que el cangrejo de la sabana representa un interés económico y pesquero, a pesar de contar con medidas de manejo. Esto va en contravía de su condición de especie en peligro de extinción y de ser un vector de enfermedades.
Imagen de un estudio publicado en el boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa: nuevo registro de cangrejo sabanero en el suroriente de la sabana de Bogotá. (http://sea-entomologia.org/PDF/Boletin53/263265BSEA53CangrejosabaneroBogota.pdf).
“Los criterios descritos en la resolución podrán ser modificados o ajustados de acuerdo con los requerimientos técnicos, la disponibilidad de información soporte y la dinámica de la actividad pesquera”, dice un parágrafo del acto administrativo, una luz de esperanza para el cangrejo guerrero del río Bogotá.
La Aunap le informó a SEMANA SOSTENIBLE las razones de incluir al cangrejo sabanero en esta resolución. "Esta especie se incluyó allí porque históricamente ha sido capturada y consumida en la sabana de Bogotá, pero en la actualidad se encuentra en alto peligro de extinción. Una alternativa efectiva para su conservación es generar paquetes tecnológicos para su producción controlada, como estamos haciendo en este momento con el pez capitán de la sabana, de tal manera que las personas que viven de la extracción de este recurso lo puedan cultivar sin depender de las existencias en el medio ambiente, proveer al mercado de manera constante, de manera legal y controlada, y así reducir la presión de pesca permitiendo que las poblaciones salvajes se puedan recuperar".
Según la entidad, en los considerandos de la resolución se deja claro que esto se logrará mediante un trabajo mancomunado entre el Ministerio de Ambiente y la Aunap, donde se definirán especies y volúmenes a ser aprovechados sin que se afecte la recuperación de sus poblaciones naturales, "con fines de consumo, procesamiento, estudio u obtención de cualquier otro beneficio, como lo dice el artículo 7 de la ley 13 de 1990. Una vez definidos, la Aunap se encargará de la administración y manejo de este recurso".
Cangrejo sabanero encontrado hace varios años en la laguna de Fúquene. Foto: Fundación Humedales.
Posible renacimiento
Nelson Londoño, biólogo de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), informó que el poblamiento desmesurado de la sabana de Bogotá, una de las zonas más habitadas en el país, fue el principal detonante para que el cangrejo de la sabana esté en peligro de extinción.
“La sabana está habitada desde la época prehispánica, pero el uso dado a las tierras por parte de los muiscas no presentaba afectación para la especie. Pero desde mediados del siglo pasado, el acelerado poblamiento de la zona, en especial Bogotá, causó un fraccionamiento del ecosistema, desecamiento de los cuerpos de agua e incremento en la contaminación hídrica. Esto conllevó a que el sabanero disminuyera su área de hábitat y población, lo que también pasó con el pez capitán, la polla sabanera, la tingua moteada y el pato turrio”.
Según la CAR, la contaminación, pesca y fragmentación del hábitat, son los principales detonantes de la disminución de la población del cangrejo sabanero. Foto: Jhon Barros.
Según Londoño, aunque aún no se ha hecho un estudio puntual para conocer la población del cangrejo sabanero, Global Biodiversity Information Facility (GBIF), organización internacional que promueve datos científicos sobre biodiversidad, indica que hay cerca de 180 registros, en cuerpos hídricos como Ubaté, Checua, Muña y Fúquene.
El arraigo cultural de los habitantes juega en contra del cangrejo. “La creencia generalizada de que puede servir como afrodisiaco ha impactado a la especie. La pesca realizada no discrimina tamaño o edad reproductiva, y en las plazas lo meten vivo en una licuadora para hacer jugos como el Berraquillo. Por ser una especie en peligro de extinción, nadie debería comercializarla. Las personas que lo hacen están incurriendo en una falta grave del proceso sancionatorio ambiental”, afirmó Londoño.
Hacia el año 2028, cuando las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Salitre y Canoas traten todas las descargas residuales e industriales de los habitantes de la capital y Soacha, las aguas del río Bogotá cambiarán de aspecto. Con esto se espera que la fauna regrese a apoderarse del sitio que el desarrollo les arrebató.
Para Londoño, ver cangrejos sabaneros por las orillas del río Bogotá en la cuenca media será un proceso largo. “En ciencias biológicas, los periodos de recuperación de 100 años son discretos. Aunque el sabanero ha resistido a muchos impactos y pérdidas de biodiversidad, la especie primero necesita que se recuperen ciertas características como la estructura de la ribera del río, para que así tenga nichos para hacer sus cavernas o túneles donde se oculta y realiza sus procesos ecológicos”.
En peceras son exhibidos los cangrejos sabaneros en las plazas de mercado.
El experto indica que la descontaminación y la reducción en la carga contaminante del río sí beneficiarán a las especies, pero será un proceso que solo definirá el ecosistema. “Hay que ver cuál va a ser el porcentaje de depuración del agua de esas PTAR. La mejor forma de restaurar un río es que lo haga por sí solo. Debe recuperar su estructura por procesos propios, como avenidas torrenciales y acumulación y depósito de materiales. Estamos acostumbrados a que la ingeniería lo soluciona todo, pero en la ecología funciona distinto”.
Faltan acciones
En 2015, cuando el Instituto Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional categorizaron al cangrejo de la sabana como una especie en peligro en el Libro Rojo de los cangrejos en Colombia, propusieron varias medidas para mitigar los impactos y evitar su desaparición.
Una de ellas fue realizar un control estricto por parte de las autoridades ambientales y pesqueras, un freno que debe incluir vedas de pesca y limitaciones a su comercialización. Es decir, un ordenamiento pesquero, algo que evidentemente no ha sucedido aún.
También le recomendaron al Estado y sociedad civil hacer educación ambiental a los pescadores y campesinos de los alrededores de las lagunas y embalses de la sabana, con el objeto de que realicen capturas selectivas de ejemplares adultos y devuelvan al medio natural los juveniles y hembras ovadas. Esto tampoco ha entrado en cintura.
En los nacimientos de los ríos urbanos de Bogotá, como Salitre, puede haber presencia del cangrejo de la sabana. Foto: Jhon Barros.
“Hay que velar por la conservación de los bosques de galería en la alta montaña de la cordillera, realizar monitoreos de las poblaciones y evaluar el impacto de la introducción del cangrejo americano”, cita el Libro Rojo, pero a la fecha son pocos los avances al respecto. Hace cinco años, cuando el libro salió a la luz, expertos como Lasso y Campos concluyeron que la especie no ha sido objeto de medida alguna de control para su conservación y uso sostenible, un panorama que al sol de hoy persiste.
A diferencia del pez capitán y la nutria neotropical, las otras especies emblemáticas de la cuenca del río Bogotá, el cangrejo sabanero carece de un plan de manejo para su conservación, una hoja de ruta con acciones y proyectos puntuales que debe ser liderada por la autoridad ambiental, en este caso la CAR.
“Estamos trabajando en incluir al cangrejo sabanero dentro de la priorización de especies amenazadas en la jurisdicción de la CAR, lo cual permitiría empezar a construir el plan de manejo con el apoyo de otras entidades nacionales y locales y los académicos. El plan del Distrito de Manejo Integrado de Fúquene incluye algunas medidas de conservación del cangrejo. Además, hemos generado material educativo para niños y la población rural”, enfatizó Londoño.
El cangrejo sabanero no cuenta aún con un plan de manejo para su conservación. Foto 2: Sebastián García - publicada en iNaturalist (https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/) (https://www.inaturalist.org/photos/35689816)
En 2018, la CAR elaboró el plan de prevención, control y manejo del cangrejo rojo americano, la especie invasora introducida que está desplazando y acabando con el cangrejo sabanero. Según el documento, este crustáceo podría estar presente a lo largo de los municipios que conforman las cuencas alta y media del río Bogotá y en algunos territorios del tramo final. Hay cerca de 20 registros confirmados.
Este plan incluye acciones como generar información permanente y actualizada sobre la reproducción, comportamiento, distribución y dispersión del Procambarus clarkii; identificar y evaluar sus impactos sobre la salud pública y sectores productivos; establecer estrategias, programas y acciones para el control, manejo y control de las poblaciones; y capacitar a la sociedad.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) considera al cangrejo sabanero como una especie de preocupación menor, algo que a Lasso le llama la atención. “Esto ocurre porque en esas evaluaciones de análisis de riesgo de extinción o de listas rojas internacionales que son globales, no tienen mucho eco en ocasiones, las iniciativas locales”.
El experto anotó que afortunadamente, cuando hicieron el Libro Rojo de cangrejos dulceacuícolas, contaron con la ayuda de un experto de la UICN. “Pero acá lo importante es que ya hay una resolución nacional para su conservación, además de evidencias científicas que prenden las alarmas por ser un vector de enfermedades si no es consumido de manera adecuada, pues todos los crustáceos y moluscos de agua dulce deben ser muy bien cocinados, es decir, hervidos por un buen rato para evitar que el ser humano se contagie con animales crudos”.
Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.