GRUPO RÍO BOGOTÁ

Con buenas prácticas, el sector productivo se reconcilia con el río Bogotá

Varias empresas adelantan acciones como evitar la tala de árboles, mejorar la gestión del agua, el reciclaje, entre otras, con el fin de proteger los ecosistemas de esta cuenca hidrográfica, sin dejar de lado el desarrollo. Conozca algunos ejemplos.

José Luis Barragán Duarte
21 de enero de 2021
Implementar buenas prácticas ambientales en los procesos productivos de las empresas es clave para el mejoramiento de la cuenca del Bogotá. Foto: Nicolás Ortiz. | Foto: Nicolás Ortiz

* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.

El sector productivo, uno de los principales contaminantes del río Bogotá, viene dando pasos en firme para darle un giro de 180 grados al rol histórico que ha desempeñado en este proceso y poder convertirse en actor protagónico en la recuperación de este cuerpo de agua.

Grupo Río Bogotá identificó varios casos de empresas privadas que adelantan actividades enmarcadas en el modelo de Buenas Prácticas. Estas son un conjunto de principios empleados, por ejemplo, en el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas con el fin de lograr la preservación de los ecosistemas de esta cuenca hidrográfica y, a su vez, tener repercusiones positivas en lo económico y social.

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Yolanda Villabona, abogada y asesora de Grupo Río Bogotá, destacó que “han venido trabajando en el impacto del consumo de agua y energía, además de los proyectos de reutilización y reciclaje, la siembra y preservación de árboles; tener buenas prácticas agrícolas y realizar campañas de educación entre sus empleados”.

El sector productivo viene dando pasos en firme para darle un giro de 180 grados a sus prácticas para adoptar unas más amigables con el medioambiente. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz

Entre los hallazgos más significativos, Villabona destaca que Alpina, multinacional colombiana productora de alimentos a base de lácteos, evitó la tala de 23.500 árboles. Con el programa llamado "Ciclo cerrado de papel y cartón", hoy les da nuevo uso a los residuos, a los que convierte en cajas de embalaje.

Esta compañía, además, cuenta con Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) con las que desarrolla una gestión de este recurso bajo principios de responsabilidad.

En el caso de Bavaria, por su parte, la investigación encontró que esta transforma los lodos producidos en la PTAR en fertilizantes, y ahora los utiliza en cultivos como el de cebada, insumo básico en la manufactura de la cerveza.

Según destacó Villabona, en esta compañía “se están adelantando algunos programas como el denominado ‘Programa mi Páramo‘ que tiene por objeto proteger 15.000 hectáreas a 2021”. Para conseguirlo, crearon estrategias como la caracterización de predios, la reforestación con especies nativas, capacitación en buenas prácticas agrícolas y la medición del impacto del proyecto.

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De otra parte, Brinsa, empresa líder nacional en la producción de sal, participa desde agosto del año pasado en reuniones con la Corporación Autónoma Regional (CAR) y el Fondo de Inversiones Ambientales en la Cuenca del río Bogotá, con el objetivo de vincularse al subproyecto de Adecuación Hidráulica del río Bogotá, que busca la reducción de las amenazas de desbordamiento.

En Proteicol SAS, compañía dedicada al procesamiento de los subproductos de la industria cárnica, se realizan actividades de manejo de los vertimientos por intermedio de la planta de tratamiento en tres fases: estrategia de remoción de grasas y natas, de remoción de sólidos suspendidos y de materia orgánica.

Grupo Río Bogotá identificó casos de empresas que adelantan buenas prácticas para contribuir a la descontaminaciógn del río Bogotá. Foto: Nicolás Acevedo Ortiz.

Por último, la investigación identificó que Postobón, productora líder de bebidas gaseosas en el país, redujo el consumo de agua y ahora recicla el 40 por ciento de los insumos de botellas y empaques. Además, en sus instalaciones se estructuraron planes de acción corrección, mitigación y minimización de los riesgos ambientales y de uso del agua.

De acuerdo con Villabona, si bien no se han encontrado indicadores de la actividad económica enfocados en buenas prácticas ambientales en la cuenca del río Bogotá, valoró que el sector productivo haya puesto en marcha acciones en dicho sentido.

“Lo que se tiene claro, con el análisis de las buenas prácticas productivas de las empresas para proteger el medioambiente, es que son necesarias e importantes, pues la recuperación del río requiere de una cantidad de acciones y de la participación de varios actores: entidades públicas, particulares y, a su vez, las asociaciones de usuarios que contribuyan al mejoramiento y limpieza de la cuenca del río Bogotá”, aseguró.

Huella hídrica

En el proceso de recuperación del río Bogotá hay entidades que adelantan programas para promover la introducción de buenas prácticas en el quehacer del sector productivo y su posterior utilización. Una de estas es la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB).

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Por intermedio de su filial, la Corporación Ambiental Empresarial (CAEM), trabaja con las empresas ubicadas en la cuenca de este cuerpo de agua en la implementación del Cálculo de la Huella Hídrica, una dinámica que permitirá la identificación e implementación de medidas para el ahorro y uso eficiente de este recurso.

De acuerdo con Sandra Neira, empresaria y miembro de la Junta Directiva de la CCB, a la fecha 126 empresas participan en este proceso clave porque “la huella hídrica es un indicador que define el volumen total de agua utilizado para producir los bienes y servicios. Es una variable importante que indica el costo de este recurso para la fabricación de un determinado producto”.

De otra parte, destacó que más de 70 empresas han implementado el modelo de buenas prácticas empresariales que contribuyen al ahorro en el consumo de agua y a la gestión adecuada del recurso hídrico. Esta acción, agrega, puede lograr una reducción en la utilización del líquido vital entre 5 y 10 por ciento.

Cambiar el rol histórico que los convirtió en uno de los principales generadores de contaminación en el río Bogotá es el mayor desafío que el sector productivo debe enfrentar y para cumplirlo debe adoptar y fortalecer las buenas prácticas empresariales. Foto: EAAB

Según explica, otra de las actividades que la CCB dirige a las compañías para promover las buenas prácticas, es la formulación de una metodología de intervención enfocada en generar capacidades. Esto se logra por intermedio de la formación, el diagnóstico que identifica las necesidades de las empresas, la elaboración de un plan de mejora y el acompañamiento en la aplicación de acciones encaminadas a reducir el impacto ambiental y aumentar la productividad.

En la actualidad, según recalcó, se están acompañando a 120 microempresas colindantes a la cuenca en el mejoramiento de la gestión ambiental. Entre sus componentes, la gestión hídrica es uno de los principales.

Neira explica que “las buenas prácticas empresariales se recogen en normas técnicas que vienen siendo adoptadas por sectores productivos”. Este proceso promueve una certificación que recompensa a las unidades productivas que las adoptan. Dicho reconocimiento está dirigido a los clientes, consumidores finales y proveedores.

La importancia de las buenas prácticas

La implementación de buenas prácticas en el quehacer de una compañía, según explica Raúl Ávila, profesor de Industria de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, genera beneficios en los ámbitos interno y externo, y la intensidad de este proceso depende de la focalización.

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“Las prácticas empresariales son herramientas fundamentales en el desarrollo de cualquier compañía. A partir de su aplicación, los resultados logran verse reflejados a mediano y largo plazo. Su uso puede verse modificado de una organización a otra por una variedad de factores que dependen, principalmente, de los valores e ideologías de los miembros pertenecientes a los altos cargos”, afirmó.

En Colombia, según explica el académico, en varios segmentos de la actividad industrial “es común la referencia al concepto de buenas prácticas” y se usan con el fin de “señalar parámetros de comportamientos deseables”. Estos vienen siendo aplicados en sectores diversos como: hidrocarburos, producción de alimentos, farmacéuticas y puertos, entre otros.

Por ejemplo, según explica, en la actividad manufacturera, particularmente en la producción de alimentos, el concepto de “buenas prácticas de manufactura” se utilizó inicialmente en el derogado Decreto 30175 de 1997 y ahora a partir de la expedición de la Resolución 2674 de 2013.

La adopción de buenas prácticas es un imperativo para las empresas en proyectos como la recuperación del río Bogotá. Foto: Jhon Barros

Para el caso del sector productivo colindante con el río Bogotá, Villabona sostiene que cada acción realizada por una u otra empresa “en la implementación de las buenas prácticas ambientales en sus procesos productivos contribuye al mejoramiento de la cuenca de la cual todos somos responsables”.

Valoró la importancia de que las empresas “asuman buenas prácticas” y trabajen en este sentido con la autoridad ambiental. Hizo énfasis en el caso de las curtiembres, uno de los mayores responsables de la contaminación, según la CAR, para las cuales la Secretaría Distrital de Ambiente ya elaboró un manual de buenas prácticas ambientales.

Según Neira, “el río (Bogotá) debería ser la columna vertebral de la ciudad futura, columna que permite visualizar una enorme cantidad de actividad productiva a partir de este eje ambiental-social”.

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Para lograrlo, considera necesario "capacitar a las empresas en nuevos modelos de negocio circulares que incluyan el tratamiento y la reutilización de aguas y residuos sólidos, tanto como la visualización de nuevos negocios a partir de entornos renovados que permite actividades como el turismo, la restauración y la logística, por ejemplo. Somos consumidores de bienes y servicios ambientales, y no somos conscientes de su perdurabilidad”.

Instó a las empresas a invertir en la recuperación de cuencas, en el medioambiente o en la sociedad porque tienen incentivos económicos, acceso a la conformación de fondos de inversión “verdes” y a grandes ventajas reputacionales.

Cambiar el rol histórico que los convirtió en uno de los principales generadores de contaminación en el río Bogotá es el mayor desafío que el sector productivo debe enfrentar y para cumplirlo debe adoptar y fortalecer las buenas prácticas empresariales. Hacerlo también les permitirá, en un futuro, reconciliarse con esta cuenca y ayudar a potenciar su aporte en la generación de desarrollo en la región Andina y en el resto de Colombia.