GRUPO RÍO BOGOTÁ

El cangrejo rojo: una amenaza para los ecosistemas de Bogotá

Este crustáceo desplaza las especies nativas y es capaz de crecer en sitios de aguas estacionales, además de sobrevivir en periodos secos por más de cuatro meses. Una revisión bibliográfica del Instituto Humboldt determinó el impacto de esta especie en los ecosistemas.

18 de enero de 2021
Este crustáceo, según informó la Secretaría de Ambiente, ocupa ecosistemas naturales diferentes a los propios y es transmisor de enfermedades para otros especímenes. Foto: Omar Javier López Gómez, publicada en la plataforma Naturalista. | Foto: Instituto Humboldt

Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.

La biodiversidad de la que todavía goza el planeta tierra se ha visto afectada por distintos fenómenos como el calentamiento global, la deforestación, la contaminación y la introducción de especies exóticas, pues cada especie, tanto de flora como de fauna, cumple una labor específica en su entorno con el fin de mantenerlo en perfecto estado.

En el país, hay cerca de 597 especies exóticas de flora y 395 de fauna, de acuerdo con María Piedad Baptiste, bióloga con experiencia en invasiones biológicas del Instituto Humboldt.

Estas especies, según explica la bióloga, son movilizadas -de manera accidental o voluntaria- y dejadas en un lugar del cual no son nativas.

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El problema con estos individuos es que algunos se convierten en especies invasoras, impactando fuertemente los ecosistemas a los que llegan a ser los nuevos huéspedes.

En la Sabana de Bogotá, esta especie ya ha venido desplazando a poblaciones como el cangrejo nativo. Foto: Insituto Distrital de Protección Animal.

“No todas las especies exóticas son invasoras. Estas últimas cumplen ciertas condiciones: pueden reproducirse y establecerse en un sitio de donde no son nativas, sin la necesidad de algún tipo de ayuda. Además, generan desequilibrios en las redes de las especies nativas”, dice Baptiste.

Uno de estos individuos es el cangrejo rojo. Este crustáceo, según informó la Secretaría de Ambiente, ocupa ecosistemas naturales diferentes a los propios y es transmisor de enfermedades para otros especímenes.

Esta especie, como muchas invasoras, empieza a competir por los recursos, generando el desplazamiento de las especies nativas, según explica David Echeverri, jefe de bosques y biodiversidad de Cornare. De igual forma, en esos espacios donde no es propia su distribución natural, consume otras especies, desquilibrando a las poblaciones nativas.

De hecho, esta especie ya ha venido desplazando a poblaciones como el cangrejo sabanero en Bogotá. 

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Según Jhon Cesar Neita, investigador líder de la colección de entomología del Instituto Humboldt, quien realizó una investigación bibliográfica sobre los estudios y artículos de esta especie invasora, la introducción de este ejemplar en el país puede tener impactos en la biodiversidad nacional y en los ecosistemas debido a la depredación y competencia que genera.

“Es una especie politrófica debido a que se alimenta tanto de material vegetal como animal, incluyendo insectos, larvas, gusanos (anélidos), huevos de peces, anfibios y presas con algún grado de descomposición. Es sensible a cambios en la calidad de agua, altas temperaturas y baja concentración de oxígeno”, pudo determinar Neita en su trabajo de documentación.

Asimismo, según pudo detallar el experto, en 2004 este crustáceo fue registrado en la Sabana de Bogotá.  Foto: Secretaría de Ambiente.

Además, el hongo Aphanomycetes astaci, que se dispersa a través de las esporas de los cangrejos y que ha acabado con especies nativas de crustáceos en Europa, es huésped de este cangrejo, según determinó el “Catálogo de la biodiversidad acuática, exótica y trasplantada en Colombia”, estudio realizado por el Instituto Humboldt y la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

“En China, donde fue introducida desde Japón en 1929, existen poblaciones ferales ampliamente distribuidas y establecidas. Se asume que muchas especies de peces piscívoros, aves y mamíferos se han visto diezmadas en las aguas interiores de China, dando grandes oportunidades para que prolifere P. clarkii”, cita el estudio.

En el trabajo que realizó Neita también pudo dar cuenta de un estudio sobre esta especie publicado por Martha Rocha Campos, experta del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, el cual indica que la introducción de esta especie genera cambios en las comunidades y organismos propios de los ecosistemas.

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“Su presencia genera una fuerte competencia con especies nativas y altera la cadena trófica por el alto consumo de invertebrados y macrófitas. Además, puede actuar también como vector de parásitos que afectan a otros organismos, y debido a su constante actividad excavadora, afecta el fondo de quebradas, lagunas y estanques; también disminuye la disponibilidad de oxígeno disuelto en el agua, lo que altera las características del ecosistema y las poblaciones nativas”, se señala en este documento.

Este crustáceo, según informó la Secretaría de Ambiente, ocupa ecosistemas naturales diferentes a los propios y es transmisor de enfermedades para otros especímenes. Foto: Secretaría Distrital de Ambiente. 

El cangrejo rojo en Colombia

Esta especie invasora, que es nativa de los Estados Unidos y se distribuye entre la costa del Golfo de México hasta la Florida, tiene un alto índice de adaptabilidad puesto que es capaz de crecer en sitios de aguas estacionales y sobrevivir en periodos secos por más de cuatro meses.

De acuerdo con Neita, esta especie fue introducida al país en 1985, “cuando fue permitida la expedición de un registro sanitario como especie experimental para cultivo con fines comerciales en el Valle del Cauca. Sin embargo, después de presentarse una fuga accidental de individuos, estos se dispersaron por los municipios de Palmira, Jamundí, Cali, Guacarí, Yotoco y Guadalajara de Buga, y en la cuenca del río Cauca”.

Asimismo, según pudo detallar el experto, en 2004 este crustáceo fue registrado en la sabana de Bogotá. Cuatro años después, fue visto en la laguna de Fúquene y en las zonas del río Suárez, que baña los departamentos de Boyacá y Santander.