JUAN RICARDO ORTEGA
Aftosa: crónica de una tragedia anunciada
Hace 4 años se denunció la corrupción de funcionarios del ICA, Invima, Dian y Friogan dedicados al contrabando de ganado. La mismísima directora de la Dian en el Vichada, Yolanda Patricia Pinzón Ortiz, está siendo investigada por favorecer esta práctica.
El contrabando de ganado venezolano era una clarísima amenaza sanitaria para Colombia, como lo es también el contrabando e importaciones subfacturadas de cebolla, ajo, aceite de palma, etc.
A pesar de que todo el mundo estaba alertado, no fuimos capaces de proteger nuestra economía ni a nuestros agricultores. Fracasos de tal magnitud requieren una clara rendición de cuentas por parte de los responsables.
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La politización y la corrupción de entidades estratégicas nos está menoscabando desde los cimientos. Y las señales son nefastas: el “dueño” del ICA es uno de los dirigentes políticos más importantes del país y nadie le cuestiona su responsabilidad. Y a mí me gritó tantas veces exigiendo sus cientos de cargos en la Dian que me da susto.
Parecería que no fuésemos conscientes de la gravedad de lo que está sucediendo. La ganadería colombiana debería ser uno de los sectores líderes en exportaciones y un pilar del desarrollo del campo en el posconflicto. Pero nuestra incompetencia, la politización en la selección y nombramiento del personal público y las relaciones de la ganadería con la corrupción, la evasión de impuestos y lo ilícito están robándose nuestras oportunidades de progresar. Desde hace 12 años no hemos sido capaces de avanzar en nada de lo pactado en los acuerdos de libre comercio. Este sector no ha sido capaz de realizar los controles fito-zoo-sanitarios, aún no se ha hecho nada para contar con la trazabilidad de sus productos y aún menos se ha logrado garantizar el sacrificio de los animales en condiciones de óptima salubridad.
Parece que somos ciegos sobre las oportunidades que tenemos. Hay una creciente demanda por proteínas animales en la China y nuestros competidores, como Brasil, están en crisis porque la corrupción de sus autoridades conspiró en la exportación de toneladas de carne podrida. Esto les están cerrando los mercados de Estados Unidos y Europa –suena familiar, ¿no?–.
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Carne de calidad, alimentada con pastos, es un mercado creciente, muy bien remunerado. En Estados Unidos, los buenos cortes se venden a $60.000 la libra, seis veces el precio del mismo corte en los supermercados más caros de Colombia: Carulla. Las oportunidades para la ganadería colombiana no podían ser mejores. Hoy, más que nunca antes, podríamos poner fin al conflicto en el campo; la amnistía patrimonial a través de la normalización patrimonial debería haber legalizado todos esos hatos sin declarar; la infraestructura de las 4G aumentó el nivel de la logística y la mejoría en la imagen del país podría habernos abierto muchas puertas.
Pero entre la politización visceral del gremio ganadero, el inclemente y miope reparto burocrático de todas las instituciones del agro y la falta de visión y liderazgo de nuestros gobernantes, nos quedamos sin un buen futuro.
Esto muestra las verdaderas amenazas sobre nuestro futuro como nación. El riesgo no proviene del Castro Chavismo o de la izquierda que tanto nos asusta. El problema radica en que conociendo los problemas y los riesgos que enfrentamos sistemáticamente fracasamos en resolverlos. La gente se va a mamar de nuestra ineptitud, soberbia y corrupción.
Todos sabemos desde hace 20 años que más de 80% del ganado es sacrificado en condiciones insalubres, que se vende y distribuye en caliente, sin trazabilidad, que la evasión de impuestos del sector es sistémica, y que la corrupción de las entidades del Gobierno crece. Y a pesar de que esto es conocido, nada pasa. Toca hacer algo ya. Toca despolitizar las entidades claves de las que depende la estabilidad y seguridad nacional.
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Esto es parte de una amenaza aún mayor: las transferencias de valor por medio del comercio internacional y el contrabando son una de las principales formas de trasladar la riqueza de los evasores de impuestos, del crimen organizado y del narcotráfico entre las naciones. Este asunto es de tal gravedad que el Senado de Estados Unidos ha organizado audiencias desde 2016 para profundizar sobre este asunto. Esto se conoce como “Trade Base Money Laundering” y el Ministerio de Comercio colombiano viene adelantando una importante gestión para que se reconozca el concepto de comercio ilícito y así poder combatirlo más efectivamente.
Corabastos es un componente esencial de estas cadenas criminales. Allí es donde los ajos del narcotráfico en España y las cebollas de la coca del Perú son vendidos sin dejar rastro. Así mueven los dineros del narcotráfico. La crisis del agro de 2013 y la combinación de exportaciones ficticias de aceite de palma y el complementario mercado negro del aceite de cocina en barrios populares son apenas ejemplos de cómo se ha transformado el lavado de activos desde las medidas de control de 2008 a la banca. Esperemos que esta vez no seamos tan incompetentes y no hacer nada que evite que el agro entre en una crisis aún mayor, producto de la incapacidad de nuestros gobiernos para resolver los problemas de la gente.