REPORTAJE

El barrio San Felipe, ¿el Distrito del Arte en Bogotá?

A mediados de 2010 el arquitecto y coleccionista Alejandro Castaño se interesó por crear un distrito de arte en un barrio residencial en el norte de la capital. Hoy cerca de 13 galerías existen en la zona. ¿Se logró el cometido?

Daniella Tejada García
23 de marzo de 2017
El barrio se expande entre la calle 72 y la 80 y entre la Av Caracas y la 24. Fotos: Diana Rey.

Las calles de San Felipe recogen la memoria de una Bogotá sencilla. Ubicado entre la calle 72 y la 80 y entre la Av Caracas y la 24, sus fachadas reservadas son la esencia del sector y en las esquinas reposan panaderías y fruterías tradicionales. El barrio ha conservado a través de los años un componente residencial a diferencia de muchos sectores en el norte de la capital.

La mayoría de sus habitantes son adultos mayores y sus únicas preocupaciones son asistir puntualmente a la eucaristía, a talleres de costura y cerámica o hacer mercado en tiendas cercanas. San felipe parece vaciarse después de las 6:00 pm. Después de esa hora se cierran carnicerías, talleres de mecánica, tiendas de zapatos, cigarrerías. El barrio quizá es, además, uno de los pocos barrios al norte de la capital en donde aún los adultos mayores esperan en grupo la caída del sol para acudir a la celebración religiosa tras el aviso parroquial. La iglesia San Pedro Apóstol avisa su apertura a las seis de la tarde con el sonar de las campanas y tiene su jornada abierta hasta media hora después.


Barrio San Felipe. Foto: Diana Rey.

A mediados de 2010 llegó al barrio Alejandro Castaño, arquitecto y coleccionista colombiano con la intención de establecer y generar espacios de reflexión en torno al arte y la cultura. En los siguientes años, varios artistas siguieron su iniciativa, pensando en que el valor económico de las residencias era conveniente para el presupuesto de un artista. Así fue como en 2013 galerías como 12:00, de Mauricio Gómez Jaramillo; Beta, administrada por Daniela Camero; Sketch, hoy dirigida por Liz Caballero; y posteriormente la Fundación Flora ars+natura de José Ignacio Roca se establecieron en San Felipe. Actualmente hay más de 13 galerías e institutos de arte en el barrio. Es un proyecto del cual Castaño se siente orgulloso e incluso augura su éxito en los próximos años.


Fundación FLORA ars+natura. Foto Diana Rey.

Hoy, el público típico de estos espacios son personas de estratos socioeconómicos altos que se trasladan allá tanto para ver arte como para asistir a fiestas. “Nosotros, sin embargo, no somos inversionistas- dice Castaño-: queremos hacer gestión social en torno al arte. Considerarnos inversionistas es destruir el concepto que hemos trabajado por años”. Luego de establecer su residencia en San Felipe, Castaño compró algunas viviendas que alquila a artistas.

Pero esta historia tiene otros ángulos que no son tan románticos. En 2010, los predios y las viviendas del barrio eran asequibles para artistas; el metro cuadrado era muy económico en la zona. Actualmente se han incrementado el precio de las viviendas a raíz de la acogida que han tenido estas galerías y la posibilidad de establecer comercialmente un distrito artístico en donde convergen restaurantes, teatros y museos. Es por esto que entre artistas y habitantes del barrio se habla de que existe un proceso de gentrificación, un proceso mediante el cual los residentes tradicionales de un sector son paulatinamente expulsados por nuevos residentes con mayor capacidad adquisitiva. Para unos se trata de proceso negativo, para otros es positivo. Por su parte, Liz Caballero asegura que los galeristas “pretenden ampliar el mercado del sector para favorecer mutuamente a su vez la labor artística y comercial en la zona”.


 Foto Diana Rey.

Muchos de los residentes que han vivido y trabajado en San Felipe por más de 20 años dicen no sentir aún la presencia de un ‘Bogotá Art District’, como se vaticinó el sector hace ya unos años. Se rumora, para bien, que el proyecto podría ser un espejo de SoHo en Nueva York, uno de los barrios artísticos más populares de la ciudad estadounidense. Ese barrio neoyorkino congregó en 1970 a destacados talentos del arte que aprovecharon las bajas rentas para asentarse allí. Luego de su éxito, los mismos se trasladaron a barrios cercanos como Tribeca.

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La incertidumbre sobre el futuro del barrio inició cuando, paralelo al proyecto de Castaño, también se interesó en el sector la compañía de inversionistas inmobiliarios Prodigy Network, que tiene su sede principal en Estados Unidos y es dirigida por el colombiano Rodrigo Niño. Castaño asegura que aunque tiene lazos amistosos con Niño, cualquier tipo de negocio que se trató de entablar en el pasado fue abandonado por las dos partes. “Prodigy es un modelo de crowdfunding inmobiliario en el cual mi socio Juan Carlos París y yo no estamos interesados. Nuestra labor es distinta”, aclaró Castaño. Aún ronda por la web el proyecto, que a futuro se visibilizaba como una pieza integral del distrito de arte de Bogotá en San Felipe.

Mientras tanto unos rumores pasean por el barrio en boca de unos pocos vecinos, quienes dijeron verse posiblemente afectados por la comercialización de la zona: “el barrio desde hace mucho tiempo es residencial con pocos negocios a su alrededor, no queremos que el comercio irrumpa nuestra tranquilidad. La mayoría de habitantes somos adultos mayores que no conocemos ni tenemos vida ajetreada”, aclaró una residente que ha vivido allí por más de 15 años. 


Foto: Diana Rey.

José Ignacio Roca, director de la Fundación FLORA ars+natura, aclara: “Esta gentrificación motivada por el arte y la cultura es un aspecto de un movimiento que llevaba mucho tiempo antes. En las manzanas de las calles hay pocas casas pero hay pequeñas empresas que no tienen avisos. Más allá de la palabra ‘gentrificación’, hay que mirar lo que está pasando con las dinámicas urbanas. El término es un neologismo que se aplica para dinámicas urbanas ligadas a una masificación de la cultura, si se quiere ver así. Desde el pasado gobierno de la alcaldía de Bogotá, el Plan de Ordenamiento Territorial de 2013 instauró nuevas medidas que permitían la construcción de grandes edificios en zonas residenciales y con ello se podrían abrir negocios en cualquier parte. Por eso hay dinámicas que son más fuertes y no se dan de manera espontánea sino que son resultado de normativas urbanas que benefician a grandes inversionistas y no a pocos productores culturales”.

Cabe aclarar que todos los actores sociales del barrio tienen una responsabilidad y un papel distinto en San Felipe. El arte, por su parte, tiene la posibilidad de sensibilizar, desarrollar la creatividad y estimular la imaginación siendo un instrumento fundamental para rehacer un entorno. Mientras tanto, en el barrio de fachadas simples casi tan auténticas como sus habitantes canosos por los años, queda una incertidumbre: la verdadera intención de un prometedor desarrollo artístico distrital que se abandera desde hace años con un propósito social más que mercantil.