Arquitectura
De las joyas arquitectónicas que destruyeron las explosiones de Beirut
El daño ocasionado al patrimonio cultural de Beirut se suma al trágico balance de las explosiones del puerto de la capital libanesa.
El 4 de agosto de 2020, una titánica explosión arrasó con el puerto de Beirut. Cientos de personas murieron y miles resultaron heridos.
El impacto de la explosión también destruyo parte del patrimonio cultural del Líbano. Los coloridos ventanales de elegantes villas otomanas del siglo XVIII explotaron; los paneles de madera con inscripciones en caligrafía árabe quedaron en el suelo, al igual que las puertas y las ventanas de estos edificios.
Días después de la explosión, Tania Ingea hizo un recorrido por su casa, un palacete del siglo XVIII que se conoce como el “Palais de la Residence”, y que, antes de la explosión, aún dejaba ver el apogeo de la antigua aristocracia de Beirut.
De sus vitrales de más de 200 años no queda nada, y el edificio está lleno de escombros. “La explosión representa una ruptura entre el pasado y el presente,” afirma Ingea, heredera de este edificio construido por la familia Sursock, una de las grandes fortunas de esa ciudad.
Los edificios de la antigua Beirut colonial sufrieron graves daños durante los 15 años de guerra civil; pero los que ocasionó la explosión del 4 de agosto tal vez sean irreparables.
Algunos de los más antiguos -famosos por sus ventanas con un triple arco, típicas de Beirut- se encontraban cerca del puerto, donde detonaron varias toneladas de nitrato de amonio almacenadas en un depósito.
Cerca al “Palais de la Residence”, está el Museo Sursock, un destacado lugar de la cultura libanesa, fundado hace 50 años por Nicholas Sursock, un apasionado del arte. En sus paredes cuelga una importante colección de arte moderno y contemporáneo.
Hace sólo unos meses la institución había organizado una inédita exposición de Picasso.
El edificio, construido en 1912, es una mezcla de la arquitectura otomana y la veneciana.
Tampoco resistió la explosión. Sus vitrales estallaron y sus elegantes ventanales ahora son unos agujeros enormes. A la entrada de la propiedad, frente a la imponente escalera blanca del palacete, se acumulan bolsas de escombros.
Entre 20 y 30 obras sufrieron daños por el impacto de los vidrios, y la explosión también hizo caer una de las obras maestras del lugar: un retrato de Sursock del pintor francoholandés Kees Van Dongen.
“No me esperaba tantos daños”, reconoce Jacques Aboukhaled, el arquitecto encargado de los trabajos de renovación de un espacio que reabrió en 2015 tras ocho años de obras.
Según los cálculos de Aboukhaled, la restauración tardará más de un año y costará varios “millones” de dólares.
El Museo Nacional de Beirut, milagrosamente, no sufrió grandes daños. Su fachada quedó un tanto magullada, pero a los tesoros que guarda -estatuas griegas, romanas y fenicias de la Antigüedad clásica- no les pasó nada.
Es una de las pocas excepciones. “La mayoría de los edificios patrimoniales están dañados”, afirmó el Ministro de Cultura Abbas Mortada. “Repararlos va a requerir mucho esfuerzo.”
El gobierno calcula que las obras costarán cientos de millones de dólares, y afirma deben hacerse con la mayor rapidez, pues los daños podrían aumentar significativamente con las fuertes lluvias del invierno.