MÚSICA

El mundo sin The Beatles: un largo y sinuoso camino

El 10 de abril de 1970 la banda de Liverpool se disolvió entre disputas internas y problemas económicos. El mundo tuvo que aprender a vivir sin ellos como referente y a ver nuevas propuestas musicales inspirarse en ellos y también cuestionarlos.

6 de abril de 2020
Foto: The Walt Disney Company

La traumática separación de The Beatles en abril de 1970 fue una de esas fechas que pusieron fin oficial a la década del sesenta. El trágico festival de Altamont y la masacre en la Universidad Estatal de Kent marcaron a su manera el final de la contracultura hippie, mientras que la ruptura del cuarteto representó un inevitable cambio de paradigma en la música pop. Tras un decenio de darle sentido a esa dominación de lo “popular” en la cultura occidental, terminaban su historia entre luchas internas y problemas económicos.

Simultáneo al anuncio de la separación, tras bambalinas Paul McCartney buscaba impedir a toda costa que se publicara el álbum final de la banda, Let It Be, debido a su desacuerdo con la post-producción realizada por Phil Spector, que añadió orquestaciones rimbombantes en un material que, se suponía, mostraría el lado más despojado y crudo de The Beatles en muchos años. Lo cierto es que eso anticipó, sin quererlo, parte del tránsito de la música pop durante los años setenta, llevando a al extremo todo eso que los Fab Four construyeron. 

Al observar las tendencias que dominaron los años setenta, puede evidenciarse que el rock progresivo (el resultado de que bandas como Emerson, Lake & Palmer o Yes desarrollen la paleta de posibilidades mostrada inicialmente en el Sgt. Peppers) se hizo más exagerado y recargado de detalles con cada año que pasaba. Los grupos más centrados en la canción tradicional como Fleetwood Mac o Eagles seguían una fórmula de melodías bien cuidadas y uno que otro añadido fuera de la regla (el tono flamenco de Hotel California, por ejemplo) pero que aun sonando diferente se regía por las reglas impuestas por los Beatles para grabar un álbum exitoso. Las baladas de producción ambiciosa y la necesidad de evocar emociones potentes pasaron a fundar el “rock para adultos” - o AOR por su denominación en inglés -. Y en medio de esa especie de solemnidad, los ahora ex-Beatles seguían el largo camino que anticipaba The Long And Winding Road cargando, más allá de los éxitos innegables, con muchos de esos excesos en sus carreras solistas.

The Beatles encarnaron lo mejor y lo peor de la música pop. Así como rompieron las fronteras de lo que se podía hacer o no en un estudio de grabación, llevaron también la idolatría y el culto a la figura a un límite que al final los agotó. Ese hecho, y que quienes eran jóvenes en los años mozos de los Beatles se hacían viejos, llevó a que pronto surgieran opositores a eso que representaban. 

Es el caso del glam rock de David Bowie, T. Rex, Alice Cooper o Roxy Music, que lideró el camino hacia la postmodernidad y la importancia del “yo” por encima del “nosotros”. O el hard rock de Led Zeppelin y AC/DC al igual que su derivación más notable cortesía de Black Sabbath: el heavy metal. O el punk, que tomó el rock and roll más primitivo (un rock pre-Beatles) como base para estremecer esas bases tan sólidamente construidas. O la música disco, que heredaba los logros del funk, el soul y el r&b y trasladaba el interés de muchos jóvenes de los estadios y los festivales a las discotecas. 

La universalidad en la música cedía paso a la cotidianidad, a la conversación con un entorno particular. Y ese entorno era el de la recesión económica, la Guerra Fría y la creciente necesidad de reivindicaciones en la comunidad gay o del feminismo, por no hablar de los inmigrantes en el mundo anglosajón. No es que de repente se odiara a The Beatles, pero se hizo necesario cambiar o replantearse muchas cosas al margen de lo que supieron ser, pues el mundo ya no era el mismo que John, Paul, George y Ringo impactaron. Solo así se pudo transitar ese largo y tormentoso camino.