Cine

“No hay influencia cinematográfica en ninguno de mis libros”: Guillermo Arriaga

Arriaga es el guionista de películas como 'Amores perros', '21 gramos' y 'Babel', dirigidas por Alejandro González Iñárritu. Hablamos con él de su última novela, de que caza lo que se come, de lo que representa para él la mayor tragedia humana, entre otras cosas.

Ángel Castaño Guzmán
20 de septiembre de 2017
Guillermo Arriaga en 2006. Crédito: AFP / STEPHANE DE SAKUTIN.

Guillermo Arriaga es un narrador nato: escribe películas y novelas de arquitectura compleja. Referente de toda una generación de guionistas y escritores latinoamericanos, Arriaga ha estudiado el mecanismo de las ficciones y sabe cómo se ajustan los engranajes para producir historias de impacto. En El salvaje, su más reciente novela, vuelve a los temas que antes ya había tratado tanto en su cine como en su literatura: la violencia, la vida y la muerte. 

En alguna parte usted dijo que siente particular fascinación por personajes que viven situaciones extremas. Juan Guillermo, el protagonista de El salvaje, es uno de ellos. ¿Cómo ha cambiado su forma de construir personajes desde sus primeros libros hasta esta novela?

No he cambiado mi forma de construir personajes. Cuando escribo no tengo realmente idea de hacia dónde va a ir la historia y por lo tanto, tampoco sé bien quienes son los personajes. Creo que el proceso de escribir es un proceso de descubrimiento y eso es lo que más me atrae del proceso creativo. Sé que hay varios escritores que planifican hasta el último detalle de una novela y que la escriben conforme al plan previamente diseñado. Yo no, yo escribo por "oído", improvisando.

Usted ha defendido el carácter literario de la escritura cinematográfica. ¿Qué escritura ha marcado a cuál?

En mi caso ha sido la literatura la que ha influenciado mi trabajo cinematográfico. Desde Amores perros intenté someter la historia a estructuras narrativas provenientes de la novela y de la vida misma. Es necesario tener en cuenta que en la vida cotidiana jamás narramos de manera lineal. Creamos estructuras narrativas muy sofisticadas y ha sido la literatura, antes que el cine, quien ha hecho uso de la fragmentación temporal. Aclaro que no hay influencia cinematográfica en ninguno de mis libros.

En una conferencia usted habló del prisma Shakespeare, una forma de potenciar el drama de los personajes. ¿Cuándo decidió que la muerte iba a desolar a la familia de Juan Guillermo? En su opinión, ¿qué tanta violencia es capaz de soportar alguien?

En la página uno de El salvaje decidí que la muerte iba a desolar a la familia de Juan Guillermo. Creo que perder a un hijo es el golpe más tremendo que puede sufrir un ser humano. No creo que haya dolor que se le compare. Ese dolor crece a la enésima potencia cuando se sabe que su vida fue truncada por un asesinato. Como padre no creo que haya escenario más terrible que ese. La pesadilla más feroz a la que podemos someternos. Y en cuanto a cuánta violencia somos capaces de soportar… Es una pregunta difícil de responder. La violencia tiene la facultad de reproducirse en espirales crecientes. Es como un animal fiero que se alimenta de muerte y desolación. La única manera de quitarle nutrientes es por la compleja vía del diálogo, el perdón, la justicia, o por la voluntad de seguir adelante con la vida. El salvaje es ante todo una reflexión sobre la potencia de la vida por encima de la muerte y la violencia.

La historia central se alterna con una que involucra la cacería: la del lobo y los humanos que se cruzan en su camino. ¿Qué belleza encuentra en los rituales de cacería? ¿Cómo es su relación con la naturaleza?

La cacería es difícil de explicar para quienes su contacto con la naturaleza es reducido. No encuentro belleza en los rituales de cacería, es un acto cruel el de quitar una vida. Pero tiene algo de intensidad y produce, sobre todo, un enorme sentido de pertenencia. Cuando cazas, por más paradójico que pueda parecer, te integras más a la naturaleza. Entiendes las cadenas de vida. Entiendes que la muerte es consustancial a la naturaleza. La vida se alimenta de vidas, sostenía Joseph Campbell. Eso es un hecho y cualquiera que esté en contacto hondo con la naturaleza lo sabe. Es también un antídoto contra la alienación. Vivimos un mundo que no cierra círculos. No sabemos de dónde viene nuestra comida, no sabemos cómo funcionan nuestros celulares, ni cómo se fabrica nuestra ropa. Como cazador, sé de donde viene lo que como. Conozco a profundidad los ciclos vitales de aquel animal que cazo. Dónde duerme, dónde come, cómo se desplaza de acuerdo a las fases lunares, cuándo se reproduce, qué tan fresco es su rastro, a qué huele, de dónde provienen sus cicatrices. La integración con la naturaleza es absoluta. Por cierto, solo cazo lo que me como y lo hago solamente con arco y flecha.

Su cine y sus novelas muestran un marcado interés por la vida, por esos momentos en que la muerte zarandea a los personajes y les revela el valor de la existencia. En líneas generales, ¿cuál es la visión de Guillermo Arriaga ante lo que llamamos vida y muerte?

La muerte es, hasta ahora, inevitable. No hay ser vivo sobre el planeta que no vaya a morir. Por la tanto, la aceptación de la muerte es parte de la vida. Dicho esto, creo en la fuerza de la vida, en sus posibilidades, en la capacidad de seguir avante, de luchar, de crear. Es triste saber que mucha gente decide hacer lo que quiere con su vida justo cuando le avisan que tiene cáncer y le quedan solo tres meses de vida. Hay que saber de los límites que nos impone la muerte y valorar lo que podemos hacer con nuestra vida.

¿Cuáles son sus procedimientos de escritura?

Mi procedimiento de escritura se basa en el trabajo. No creo en la inspiración, a decir verdad. Creo en que un escritor se sienta y escribe y escribe. Y una vez escribe, reescribe y reescribe. En muy escasas ocasiones lo primero que sale es de calidad. Hemingway decía que el primer tratamiento de cualquier cosa es siempre una mierda. Es borrando, tachando, reelaborando, repensando como se logra superar un trabajo literario. Así que paso largas horas escribiendo y reescribiendo.

¿Cuándo sabe que una historia da para una novela o para una película?

La diferencia entre hacer de una historia una novela o una película la decide la persona narrativa. Espero no confundir. En la novela prevalece la primera persona, aunque esté escrita en tercera persona. ¿Por? El mero hecho de decir "Pedro meditó sobre la muerte de su amada", ya implica una primera persona oculta. El cine siempre empuja una tercera persona, aun cuando exista el recurso de la voz fuera de cuadro que simula una primera persona narrativa. Así que es la persona narrativa lo que empuja hacia donde va.

¿Cuáles autores literarios y cinematográficos fueron importantes en su formación?

Mis autores favoritos son Faulkner, Rulfo, Shakespeare, Hemingway, Hernando Téllez, García Márquez, Stendhal, Baroja, Vargas Llosa, Dostoievski, Sófocles, Esquilo, Borges, Eugenio Montejo, Martín Luis Guzmán y los narradores de la Revolución mexicana. Y en cine, mi mayor influencia, por mucho, ha sido Francis Ford Coppola. El padrino (I, II y III) y Apocalipsis ahora determinaron mi manera de hacer cine.