La obras de la exposición 'Íntimo' se encuentran a la venta / Foto: Esteban Vega

ARTE

Un recorrido íntimo por la obra de Ramírez Villamizar

Algunas de las obras del exponente del arte constructivista se encuentran en la Galería Lamazone. Hasta el 17 de julio.

Paola Moreno
21 de mayo de 2016

Lamazone fue concebido en un principio como un taller artístico. Sin embargo, al poco tiempo se convirtió en algo más ambicioso: una galería de arte. Ubicado en la Cra 3A # 63-58, este espacio era hace unos años una casa como muchas de las que quedan por el sector. Pero gracias al trabajo arquitectónico de Alejandro Peña, el nuero de la artista Joyce Lamassone, dueña de la galería, fue posible su creación.

En esta ocasión la galería acoge las obras del escultor colombiano Eduardo Ramírez Villamizar. Para muchos puede ser un nombre desconocido, incluso para Juana Villegas, hija de Joyce Lamassone, lo era. Pero quienes han recorrido las calles bogotanas, el Parque Nacional o la biblioteca Luis Ángel Arango, han visto su huella. 

Nadie es profeta en su propia tierra

“A mí me sorprende lo famoso que alcanzó a ser fuera de Colombia. Hasta que viví la exposición no conocía para nada la obra de él —dice Juana entre risas—, tampoco he tenido una afinidad por el arte abstracto, pero cuando vi este conjunto de obras, me enamoré completamente, es una belleza absoluta, me llegó al alma y eso era algo que no me había pasado con el arte abstracto”.

El maestro Eduardo Ramírez Villamizar en su taller/ Foto: Hernán Díaz/ Coretesía: Galería Lamazone 

La exposición se titula Íntimo y lleva ese nombre porque las obras que se exponen eran las que estaban en el estudio del artista al momento de su muerte en noviembre de 2004. Joyce Lamassone, quien conocía a las personas que tenían acceso a ellas, trabajó de la mano con el curador Andrés Felipe Ortiz para exponerlas y venderlas al público. “Hoy en día los jóvenes no conocen el legado de los artistas colombianos. En la galería hemos tenido exposiciones de Carlos Granada, Hernán Díaz, entre otros. Creo que la obra de Ramírez Villamizar es muy importante en Colombia por su contribución al arte constructivista en el país”, agrega Lamassone.

Eduardo Ramírez Villamizar nació en Pamplona en 1923. Estudió algunos años Arquitectura en la Universidad Nacional, pero no podía ocultar su interés por las artes plásticas. Una de sus primeras obras, Arlequín, deja ver la influencia del expresionista francés Georges Rouault. Esta obra es, entre todas las que se encuentran en la exposición, donde puede verse una figura humana.

En una ocasión la curadora argentina Marta Traba mencionó que “América produce anarquistas de la pintura: pero también, como excepción que confirma la regla, genera ascetas. Tal es el caso de Soto y Alejandro Otero en Venezuela, de Fernández Muro de Argentina, de Mérida en Guatemala, de Ramírez Villamizar en Colombia [...] América será siempre imprevisible. La obra del colombiano no se relaciona con ninguna condición externa determinante: solo con la meditación llevada a sus introspecciones más solitarias, desmembrada del caos, isla dura, acantilado donde se consuma un nuevo acto de fe, el del hombre en su razón y en su poder ordenador”.

Después de un viaje en París donde conoce de primera mano las obras del constructivista Varely, quien especialmente lo sorprende y de quien dijo que aprendió que “no había que representar nada para expresar lo maravilloso de la creación; color, formas y geometría sumados son suficientes". Allí, en la ciudad francesa dio el paso definitivo en el arte abstracto y geométrico. Realizó obras que se caracterizaron por la relación entre las formas planas, el diseño y el color, casi siempre mostrados en toda su pureza, su paleta predilecta la conformaban: el rojo, el azul, el verde y el blanco. Aunque el color ocre y óxido después sería uno de los más relevantes, sobre todo en la escultura.

El escultor


Foto: Esteban Vega

La obra El Dorado (1957) marcó el paso definitivo en la incursión del artista hacia la tercera dimensión. Los primeros relieves que realiza son pequeños, en su mayoría en color blanco. El Dorado, ubicada en el Banco de la República en Bogotá, es un referente en la historia del arte en Colombia, por el tamaño, la forma y los materiales, pero también porque representa una idea novedosa en el panorama de las artes plásticas en el país. Ramírez Villamizar se inspiró con el arte precolombino, del que aprendió el diseño, la organización de las superficies y el contraste entre los relieves.

Las esculturas de Ramírez Villamizar se encuentran regadas en su mayoría por Estados Unidos y Colombia. El artista frecuentó el país norteamericano a principios de los años cincuenta. Una escultura de cuatro torres en concreto se alza en una autopista de Vermont.  Es una de las principles obras que dejó en Estafos Unidos. En Bogotá resposan varias de sus esculturas. Las más representativas son el conjunto de 16 torres ubicadas en los cerros orientales, a la altura del Parque Nacional, la Catedral policromada, la Doble Victoria alada, ubicada en la Avenida Calle 26.


Foto: Esteban Vega

Eduardo Ramírez Villamizar fue un heredero de la arte constructivista, no solo en la realización de esculturas, sino en una forma de vida que exalta la relación y la armonía entre la razón y la sensibilidad. En una ocasión, el mismo artista afirmó sobre su obra: “Toda la geometría está en la naturaleza. El hombre la encuentra llevando las formas naturales a su esencia básica. La luna es un círculo. Un círculo es la luna. Uso la geometría y ella me devuelve a la naturaleza. Sé que en mi jardín yo me paseo entre triángulos, espirales y círculos cuando voy entre las hojas y las flores”.

La exposición estará abierta al público hasta el 14 de Julio