Tango
‘Garufa’: la historia detrás de una canción
El tango escrito en 1928 retrata la vida de un hombre proveniente de una familia humilde y dedicado a la diversión. Sirve como puerta de entrada para conocer la historia de un género en su esencia inmigrante.
Los orígenes del Tango
Si ha habido una fuente legítima de la creación del tango, ha sido la inmigración. El término tango se cree que tuvo sus raíces en Portugal, arraigado en la lengua de San Thomé y entró a tierras americanas en boca de los esclavos que hablaban el portugués. Para acentuar esta hipótesis, Corominas en su diccionario etimológico dice que el término Tango tuvo su advenimiento fuera de la Argentina como el nombre de una danza de la Isla de Hierro1 que recibió una gran influencia de Portugal. Germán de Granda en Acerca de los portuguesismos en español de América, señala: “En cuanto a las Islas Canarias, sus relaciones con Portugal han sido muy extensas desde que, en 1341, se produce una expedición portuguesa al Archipiélago”.
A partir de esta época hasta la de los Reyes Católicos, Portugal domina con cierto éxito las zonas canarias, a finales del siglo XV debe renunciar de forma definitiva al control político de las Islas, no obstante, su presencia en ellas siguió siendo perceptible a través de una emigración importantísima de labradores, técnicos azucareros, cristianos nuevos, comerciantes, hasta el extremo de que Torriani, en 1590, llegó a afirmar que Tenerife e popolata la maggior parte do gente portoghesa2.
La controversia del vocablo tango
El origen de la palabra tango se ha prestado para distintas especulaciones. El verbo latino tangare (tango, tangis, tangere, tetigi, tactum) propone dos derivaciones: Tangare es “tocar”, pero en el sentido de “palpar”, no en el de “tañer”; otra es la propuesta derivada de la palabra tambor, y a esta se le apunta Rolando A. Laguarda Trías, lingüista uruguayo que escribió: “Tambo representa la etapa intermedia de una transformación que de tambor condujo a tango”3 Y finalmente, la onomatopeya; la voz imitativa del son de los tambores africanos.
El vocablo Tango circuló en todos los países esclavistas. En Cuba, en 1836, Esteban Pichardo en el Diccionario Provincial de Voces Cubanas, escribió: “TANGO. N. s.m. Reunión de negros bozales para bailar al son de sus tambores o atabales”4 Esa reunión de negros era también el tango en Buenos Aires en los albores del siglo XIX. El historiador y ensayista bonaerense, Ricardo Rodríguez Molas, ha sido uno de los más juiciosos estudiosos de los negros rioplatenses, quien constató la existencia de una casa de tango que funcionaba en Buenos Aires en 18025 y registra que en la Academia Porteña del Lunfardo (octubre 28 de 1821) hay referencias sobre el permiso que concediera la autoridad policial a dos morenos congos para recolectar limosnas para el sostenimiento de una institución de ayuda mutua llamada, Tango de Bayle.
Tango, de John Grillo (1917-2014)
Así pues, los tangos en Buenos Aires, a comienzos del siglo XIX, como en otros mercados esclavistas, eran establecimientos donde los negros practicaban sus bailes, y algunas veces el mutualismo. Estas prácticas del baile o bayles de tambo las llevaban a cabo los días domingos y los feriados.
Se aclara que los negros no desconocían la palabra tambor –que pronunciaban tambó− y el término Tambor lo define Pichardo como el instrumento que se nombra en la parte occidental a la especie de atabal que tocan los negros en sus tangos ó báiles. En contraposición de lo que se escribió al comienzo en alusión a lo que mencionó el uruguayo, Rolando Laguarda sobre las especulaciones acerca del vocablo Tango; el término tambo no pudo ser una forma intermedia entre tambor y tango, porque el lenguaje de los negros cubanos del siglo XIX, incluye estas dos palabras (tambor y tango), pero no tambo. Este término en América Latina es anterior a tango, puesto que se trata de una voz quechua: tánpu, que tiene por significado “campamento” y que ya aparece castellanizada como tambo en la Política Indiana de Juan de Solórzano6.
Las raíces africanas del tango
Para hacer referencia a los orígenes musicales del tango porteño, se debe abordar el campo de la semántica y la filología. La primera porque en el siglo XIX es cuando el tango empieza a prosperar y a expandirse. La palabra tango circula con acepciones equívocas como sinónimo de habanera y canción de zarzuela; como sinónimo de candombe negro y luego como tango propiamente dicho. En cuanto a la filología para escudriñar sobre los ascendientes de este género musical en los vericuetos del pasado. Las pesquisas se inclinan en el mundo de las lenguas negras de África como la abastecedora de esclavos y en el mundo del castellano criollo, permeado y deformado por la conquista de América.
Ricardo Rodríguez Molas en “Africanía del tango” afirma que tango es directa y exclusivamente una voz africana. Consolida esta sentencia al rastrear varios dialectos negros en la zona donde se proveía el comercio esclavista hacia América (Congo, las tribus del golfo de Guinea y la parte meridional de Sudán, básicamente). En varios de ellos “tango” significa “lugar cerrado”, “círculo”, “coto” y, por connotación, todo espacio vedado que solo se podía tener acceso con ciertas condiciones de admisión.
Baile de Candombé en Montevideo, 1921, Pedro Figari
El negrero llamó tango a los lugares de concentración de africanos previos al embarque. Ya en América, se le llamó tango al lugar donde se ofrecía en venta esta población esclava, y finalmente, tangos fueron las sociedades de negros libertos y libres que subsistieron aun después de proclamadas las normas abolicionistas (libertad de vientres en el Río de la Plata en 1813, igualdad racial en la Constitución Argentina de 1853 y ley de abolición brasileña de 1888). Se recuerda aquí la copla panameña de Gabriela Mistral:
Panameño, vida mía,
Yo quiero que tú me lleves
Al Tambor de la Alegría.
Jorge Rivera en Historias paralelas refiere que en la década de 1850 se produce en Buenos Aires el arraigo de la habanera cubana que tuvo sus raíces en la contradanza española, como también los tangos andaluces. La habanera tuvo su difusión en los ambientes de la ribera por los marineros que hacían la ruta comercial entre el Río de la Plata y las Antillas y se fue transformando gradualmente en milonga.
En el siglo XIX, por la década del 80, la milonga ocupó un lugar destacado en el gusto popular. El escritor costumbrista, Ventura R. Lynch7, señala que la milonga solo la bailan los compadritos de la ciudad, quienes la han creado como una burla a los bailes que dan los negros en sus sitios. La milonga se parece mucho al cantar por cifra8 es propio del gaucho payador y a la milonga le rinden culto solo el compadraje de la ciudad. Otra de las afirmaciones que hace Ventura sobre la milonga es que en los linderos de la ciudad es una pieza obligada de los bailes de medio pelo e interpretada por músicos ambulantes que utilizaban el arpa, el violín y la flauta. La milonga tuvo su auge en los payadores entre 1880 y 1910.
Al seguir la investigación del escritor y folclorista Lynch se puede mencionar que la milonga bailada, es la zandunguera y tuvo amplia difusión en los payadores que cantaban en los circos, fondines y reuniones particulares, algo así como una milonga-espectáculo, inicialmente concebida en las primeras representaciones del circo criollo. Es así como la milonga se encuentra en la génesis del tango, bien sea como conformación o en forma paralela. Uno de los últimos payadores que sirvieron de enlace entre la gauchesca y el tango, fue José Betinotti.
Tendencias
La letra del tango Garufa nació a finales de 1928 y fue compuesta por los uruguayos, Roberto Fontaina y Víctor Soliño y la música por Juan Antonio Collazo, los tres de nacionalidad uruguaya. La letra de Garufa rompe con la tradición melodramática del tango, pues caricaturiza y retrata a uno de los personajes más característicos de la época; emplea los rasgos más comunes del tango y utiliza la ironía para figurar esta clase de personajes que solía merodear por el parque japonés, uno de los lugares más emblemáticos de la época. Las letras de algunos tangos como “Niño bien” y “Mocosita” se caracterizaron por tener una visión humorística.
Los tres autores hicieron parte del grupo la Troupe Ateniense, una connotada agrupación carnavalera que nació en Montevideo en 1922. Conformada por un grupo de estudiantes de derecho, esta agrupación actuó hasta 1930. Su nombre deriva del Club Atenas, un famoso equipo de baloncesto de Montevideo en el que algunos integrantes del equipo formaban parte del grupo. Los espectáculos de la Troupe se estrenaban generalmente en primavera, solían componerse de breves escenas cómicas y partes musicales. Solían parodiar a personas o eventos de moda. Los atenienses eran todos hombres.
Este movimiento artístico uruguayo, produjo músicos de gran talla que interpretaban obras de importante resonancia y con una temática burlona, costumbre que se oficializó en el carnaval uruguayo. La primera grabación de este tango, data del 2 de noviembre de 1928 bajo el sello RCA Víctor en Buenos Aires e interpretado por el montevideano Alberto Vila, una de las voces más representativas de la agrupación de los “Atenienses”. No tardó este tango en hacer su estreno en Buenos Aires, en la voz de Rosita Quiroga, quien fuera la intérprete oficial en la ciudad porteña de los temas de la Troupe.
Soliño aportó en su autobiografía, algunas modificaciones que sufrió la letra original de Garufa9, como el barrio popular montevideano, La Mondiola, que era una zona brava de compadritos, en donde podía pasar cualquier cosa, lugar de vida licenciosa, se le conocía también como la calle de las prostitutas; pero como esto sucedía al otro lado del Rio de la Plata, sustituyeron el estribillo que mencionaba al porteño “Parque Japonés”, un parque de diversiones donde también se bailaba, por “la calle de San José” para llegar al Puerto de Santa María de los Buenos Aires.
Carlos Gardel
Lo que no se modificó fue la mención al barrio la Mondiola, puesto que era el nombre genérico que se le daba a la región costera y era el lugar donde la Troupe tenía su sede. El parque japonés fue un hito porteño, estaba ubicado en el Paseo de Julio, entre la avenida Callao y la bajada de la Recoleta, el parque se construyó en 1911 y su arquitectura se caracterizaba por sus enormes dimensiones.
El tango califica de bandido a un asiduo del parque japonés:
“Del barrio la mondiola sos el más rana y te llaman Garufa por lo bacán,
Tenés má pretensiones que bataclana que hubiera hecho suceso con un gotán.
Garufa vos sos un caso perdido, tu vieja …. Dice que esos un bandido, porque
supo que te vieron, la otra noche, en el Parque Japonés…”
En palabras del poeta lunfardo, Julio Salesvsky: “no es lo mismo salir de farra en un barrio arrabalero que en la parte más bacana de la ciudad, son dos exigencias distintas: en “La mondiola”, vertirse de pituco es postularse como el más rana, el más exquisito de la zona; en “La Recoleta”, es para reconocer y no para aparentar. Garufa, dependiendo de Montevideo o Buenos Aires, son dos personas distintas que no podemos ignorar.”
Garufa ha tenido diversas grabaciones como la de Alberto Vila con guitarras en 1928, la Orquesta de Luis Petrucelli, instrumental, 1928, Carlos Spaventa con guitarras en 1928, la Orquesta Rafael Canaro, Carlos Dante en 1929, la Orquesta Típica Argentina Bachicha, Alberto Larena en 1929, Orquesta Héctor Stamponi, Alfredo Arrocha en 1948, Alberto Castillo con la orquesta dirigida por Ángel Condercuri en 1951, la Orquesta Donato Racciatti, Nina Miranda en 1953, Alberto Castillo, Orquesta Osvaldo Requena en 1960, Edmundo Rivero con guitarras en 1975, Conjunto Malevaje, Antonio Bartrina en 1985, el Trío de la Guardia Vieja, dirigido por Teddy Peiro y Gillian Peiro en 1996 y Gabriel Reynal, conjunto Salvador Grecco, en 1998 y otras tantas versiones hasta la fecha.
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1. La isla de Hierro es una de las siete islas mayores del archipiélago de las Canarias.
2. En Thesavrvs, Boletín del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, mayo-agosto de 1968.
3. Afronegrismos rioplatenses, en el Boletín de la Real Academia Española, enero-abril de 1969.
4. Imprenta de la Real Marina, pág. 242. Matanzas.
5. La Música y la Danza de los Negros en el Buenos Aires de los siglos XVIII y XIX, Buenos Aires, 1957, pág. 13.
6. Joan Corominas, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Madrid, Gredos, 1961, pág. 540. Afirma que la forma castellanizada tambo data de 1541. Añade: “La acepción corral de vacas donde se expende leche se explica por lo grandes establos adyacentes a los paradores del Inca”.
7. Libro La provincia de Buenos Aires hasta la definición de la cuestión Capital de la República (1883) Editorial La Patria. Argentina.
8. En Argentina y Uruguay se le llamaba cifra a las improvisaciones que hacían dos personas en señal de competencia dentro de una melodía. Es la canción de la payares que se componían por oposición y solicitud del público.
9. Vocablo lunfardo que significa diversión y algarabía, por extensión se le denomina a la persona que gusta de estos pasatiempos.