cinco culturas

Gatos milenarios

En el Día del gato, nos preguntamos: ¿por qué han sido tan importantes en tantas culturas en la historia?

Redacción Arcadia
20 de febrero de 2017
Gatos en el arte japonés, egipcio y chino.

Los gatos han sido apropiados, enaltecidos e incluso momificados en el transcurrir de la historia. Para entender qué papel han jugado los felinos en distintas culturas, presentamos este pequeño dossier.

Japón

Desde hace por lo menos 1.000 años los gatos han rondado en casas japonesas, en el proceso adquiriendo un papel simbólico en la cultura del país asiático. Los maneki-neko (los gatos blancos que están a la entrada de lugares), por ejemplo, se remontan al periodo Edo (1603-1868) y tienen fama de dar buena suerte. Entre las varias leyendas que existen sobre su origen, hay una que surge a menudo: un gato le pide a un hombre que se dirija hacia él, el hombre le hace caso, avanza, y segundos después un trueno cae donde había estado parado. También existe la leyenda de los nekomata: gatos que, después de llegar a cierta edad, se pueden parar en dos piernas y hablarles a los hombres. Así mismo, en la isla de Tashirojima, existe un altar dedicado a estos felinos, construido para celebrar el hecho de que allí los gatos cazan a las ratas, quienes a su vez se alimentan del principal producto comercial de la zona, los gusanos de seda.

Un ejemplo en la literatura: El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide

Egipto

La domesticación del gato en Egipto data del tercer milenio antes de Cristo. En las cortes y la sociedad era idolatrado. Su carácter y valor como animal de compañía estuvo ligado a la protección que proveía a los silos en los que sus amos guardaban las cosechas. Además de ser un guardián del trigo, recurso vital para este pueblo de agricultores, mantenía al margen ratas y víboras por lo cual se asociaba con la manifestación de la diosa Bastet, quien cuidaba el hogar. La deidad también se asociaba al misterio, la noche y la luna y se representaba con una cabeza de gato. Velaba el alma de los muertos y bendecía la fecundidad de hombres y animales, por lo cual impusieron una protección rigurosa para los gatos: quien atentara contra uno de ellos se arriesgaba a la pena de muerte. Los momificaban al morir y sus dueños se rasuraban las cejas y guardaban luto hasta que volvieran a crecer.

Un ejemplo en la escultura: la diosa Bastet, representada como gata, 1081 - 525 a.C.

Tradición islámica

Los gatos dejaron sus rastros en el arte, cultura, medicina y ciencia islámica. Aunque es difícil generalizar las actitudes de 1.7 mil millones de practicantes de la religión, el amor y el respeto hacia los gatos se encuentra en los fundamentos del Islam. Mahoma le tenía mucho cariño a los gatos, y existen muchas historias que relatan su afición. Su gato favorito se llamaba Muezza; se dice que una vez iba a salir a rezar y vio que el animal se había dormido sobre su túnica. El profeta cortó la tela de la prenda y se la puso así para no levantar a su mascota. Además, se considera que, a diferencia de los perros, son animales inherentemente limpios bajo las leyes religiosas de higiene y por ende pueden entrar a los hogares y hasta las mezquitas. 

Un ejemplo en la poesía: “Yo tenía un palacio

que albergaba a las mujeres más bellas del mundo:

árabes,

bizantinas,

turcas

y kurdas.

En mi palacio había juguetes fabricados en París

y un ejército de gatos de Damasco”

Fragmento de Me casé contigo, libertad poema del escritor sirio Nizar Qabbani

Grecia

Aunque los gatos domésticos no fueron tan populares en Grecia, como lo fueron en lugares como Egipto, llegaron a ser parte de la vida diaria y son referenciados en los registros y el arte de la época. En el archipiélago de las islas Cícladas se originó la raza de gatos egeos,  una de las razas domesticadas más antiguas del mundo. Los humanos no intervinieron con su desarrollo, pero los griegos consideran la raza un tesoro nacional, y es común verlos en los puertos porque tienen una afinidad por la natación y la pesca. Los gatos también aparecen en la mitología griega. Cuando Zeus embarazó a Alcmene de Hércules, su celosa esposa de Hera intentó evitar que el bebé naciera. Pero Galantis, sirviente de Alcmena, burló sus planes por lo cual la diosa la convirtió en un gato o una comadreja, según la leyenda. En algunas versiones, luego de transformada Galantis viajó al inframundo para servir a la diosa Hécate, una figura asociada con la magia, lo cual pudo haber originado el vínculo entre los gatos y la brujería.

Un ejemplo en el teatro: “Fue el gato” frase repetida en las obras del dramaturgo cómico Aristófanes (Atenas, 444 a. C.-385 a. C.)

China

En China la diosa Li Shou se encargaba de la fertilidad y de la exterminación de plagas. La representaban en forma de gato y era muy popular. En parte se debe a otro mito, que se registró en la época de Confucio (551 a.C.- 479 a. C.), explicaba que cuando el mundo era nuevo, los dioses escogieron a los gatos como supervisores de su creación y por ende les dieron la habilidad de hablar para facilitar la comunicación entre ellos. Sin embargo, los gatos eran perezosos y prefieren jugar a trabajar. Los dioses les dieron tres oportunidades pero cuando vieron que no tenían interés en la labor se la dieron en vez a los humanos. Aun así, los gatos retuvieron algunos dones divinos, entre ellos una afinidad por el tiempo y el orden. Por su presencia en los mitos, los gatos fueron mascotas populares en China especialmente durante la dinastía Song (960–1279). 

Un ejemplo en el arte: Niños jugando en el invierno, Su Hanchen, artista del siglo XII.