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Marcos Mundstock falleció tras una larga enfermedad que lo había forzado al retiro en 2019. Foto: LesLuthiers.org

In Memoriam

Marcos Mundstock ha sufrido una indisposición pasajera

El integrante del grupo argentino Les Luthiers, murió a los 77 años. ARCADIA recuerda el legado de quien fuera el maestro de ceremonias perpetuo del conjunto humorístico.

Erika Mesa Díaz
22 de abril de 2020

Marcos Mundstock era el locutor ideal: podía leer “cualquiese” cosa con su voz aterciopelada sin desencajarse, aunque todos los espectadores se ahogaran de la risa al escuchar el contenido de la carpeta roja. La voz encargada de narrar la vida de Johann Sebastian Mastropiero no perdía ese efecto hilarante así el espectador estuviera en capacidad de recitar los textos de memoria. 

Una muestra de ello, un grupo de personas que, durante los recitales que Les Luthiers dio en Colombia en 2016 y 2018, tras un hiato de 14 años recitaron los monólogos junto con él. “Escúchenla primero”, decía cuando se veía interrumpido por los gritos y aplausos en su lectura introductoria. Mundstock, con la sobriedad que caracterizaba a su persona en escena, jugueteaba con el entusiasmo juvenil de los millennials que crecieron solo con los videos y vinilos del grupo y estaban felices de, finalmente, verlo sobre las tablas.

Además de ser el presentador de la mayoría de sketches del grupo —al menos, cuando Daniel no le robaba la carpeta para leer las introducciones en registro pichipichi—, Mundstock asumió diversos roles sobre las tablas. Por ejemplo, personificó al Señor y trató de defender su ubicuidad y omnipotencia tanto como le fue ?h?u?m?a?n?a? divinamente posible. Esperemos que su interpretación no lo tenga en aprietos ahora mismo.

Asimismo, fue vampiro en rehabilitación, forajido de mala fama, chepito de la Sociedad de Compositores de Viena, sacerdote de la secta religiosa de Warren Sánchez, el celoso Escipión —con su elegante piyama— y María —con su cabello abundante—. También hizo las veces del sabio tío Oblongo Nhgé, que alentaba mediante cartas a su fugitivo y osado sobrino para que perseverara con su carrera musical. Era un tiempo en el que no se debatía sobre apropiación cultural y la santería africana era una opción más sólida que el auto-tune para pegar en la radio. Pese a estas diferencias temporales, las Cartas de color no han perdido su brillo.

El célebre compositor Mastropiero, quien fuera acreditado como el “autor” de la inmensa mayoría de las obras presentadas por el grupo, apareció contadas veces en escena como personaje. Mundstock fue el elegido para darle un rostro y prestarle la voz mientras cantaba ante la autoridad eclesiástica un tango mal disfrazado de Gloria. Este fue el sketch responsable de la excomunión de Mastropiero.

Mundstock, como redactor que fue en un punto de su vida, era un hombre creativo con las palabras. Según Les Luthiers, de la L a la S, escrito por Daniel Samper Pizano, el mayor aporte de Mundstock en el proceso creativo del grupo era el de escribir chistes, diálogos y canciones. De hecho, a Mundstock se le atribuye la letra de Voglio entrare per la finestra, un aria de amor —y solamente eso— que fue escrita sobre música compuesta por el recién llegado López Puccio.

Él era el menos luthier de Les Luthiers: la mayoría de los instrumentos no convencionales del grupo fueron creados por Núñez, Maronna y López Puccio. Sin embargo, Mundstock interpretó en escena el gom-horn, una especie de trompeta hecha con una manguera y un embudo, y dos de sus variaciones: el gom-horn da testa y el de pistones. También interpretó el teclado en una ocasión y otros instrumentos de percusión convencionales.

Sin embargo, uno de los personajes más recordados —sobre todo entre sus fans menos grandes-hitos— es el de Murena, locutor radial de Radio Tertulia que también fue maestro de ceremonias de premios y solucionador de quilombos. Por ejemplo, cuando Guadalupe Luján iba a presentarse en los Premios Mastropiero y presentó una indisposición pasajera, Murena decidió elegir a su compañero Ramírez para cubrir su lugar.

A Mundstock le alcanzó la vida para ser homenajeado, junto con sus compañeros de grupo, con el Premio Princesa de Asturias 2017. Naturalmente, fue él quien se encargó de pasar al frente a leer el discurso de agradecimiento. En esa ocasión mencionó que extrañarían el estatus de perpetuos candidatos.

En mayo de 2019, los quebrantos de salud motivaron su retiro definitivo de las tablas y su público lo ovacionó por última vez en el Gran Rex. Desde entonces, el actor Roberto Antier tomó su lugar definitivamente en el escenario. Por supuesto, no le pasó lo que a Ramírez con la canción de Guadalupe Luján: después de todo, Antier se desempeñaba como reemplazante de Les Luthiers desde 2015.

Casi un año después del retiro de Marcos, recibimos el balde de agua fría dos veces: un lunes y un miércoles —que en cuarentena vienen siendo la misma cosa—. Durante el transcurso del lunes, allegados a la familia desmintieron la información. La esperada rectificación no llegó el miércoles. En ningún caso fue una noticia fácil de asimilar. Esta periodista borró el obituario que había empezado a escribir cuando desmintieron la información. Nunca se sintió peor sujeta que cuando tuvo que volver a escribir estos predicados.

Mundstock se reencontró con Masana y Rabinovich. Ramírez, con Murena. La Radio Tertulia comenzará ahora donde quiera que se encuentren. Se acaba el monólogo y comenzarán muchos “biólogos”. En medio de una pandemia que privó a Iberoamérica del derecho a reír en teatros y coliseos, llorar a sus muertos en una sala de velación o tan siquiera recordar a sus ídolos de siempre desde la sala de una casa en común, la ausencia de Mundstock duele más.