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Ocho miradas al nombramiento de Felipe Buitrago como viceministro de Economía Naranja
Este lunes, la ministra de Cultura Carmen Vásquez confirmó que el asesor y amigo personal del presidente Duque reemplazará a David Melo como viceministro de la Creatividad y la Economía Naranja. ¿Cómo leer su nombramiento de cara a las políticas culturales del gobierno? Gestores y críticos responden.
Cuatro meses y medio después de haberlo posesionado como el primer viceministro del recién creado Viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja, adscrito al Ministerio de Cultura, el presidente Iván Duque le pidió a David Melo su carta de renuncia.
El ingeniero, gestor e investigador cultural había sido designado en un principio como Viceministro de Cultura y tenía sobre sus hombros el diseño de la arquitectura de la política de Economía Naranja, una de las banderas de gobierno más publicitadas por el presidente Iván Duque desde sus primeros días de campaña. Entre otras, ya incluida la economía naranja en el Plan Nacional de Desarrollo y desplegados sus equipos y parte de sus presupuestos, su labor implicaba un plan robusto de articulación de once entidades del Estado, comunidades y gestores culturales en todo el país.
Eso fue hasta este lunes, que la ministra de Cultura Carmen Inés Vásquez anunció un movimiento para muchos esperado: Felipe Buitrago, amigo personal y funcionario de la entraña del presidente Duque, relevará a Melo en el cargo.
Buitrago, asesor y amigo del Duque desde que trabajaron juntos en el BID, y con quien escribió en 2013 el libro Economía naranja, una oportunidad infinita, venía de desempeñarse como Consejero Presidencial para Asuntos Económicos y Estratégicos. Trabajó como Coordinador Programático en su campaña presidencial y, en este primer año de gobierno de Duque, estuvo en el centro del diseño, implementación y evaluación de políticas públicas para el desarrollo del emprendimiento creativo y la apropiación de nuevas tecnologías.
A diferencia de Melo –que cuenta con una amplia experiencia en el sector cultural, representa una línea que defiende la preservación del patrimonio y las artes y fue el arquitecto de la actual política de Economía Naranja–, para representantes del sector, Buitrago representa más bien una visión de la cultura como mercado. En medio de la histórica transformación que vive el sector cultural, y dadas la carencias que aún persisten en muchas de sus actividades, la decisión ha generado incertidumbre.
Para leer los motivos e implicaciones que podría conllevar para el sector cultural colombiano el nombramiento de Buitrago como viceministro, hablamos con varios gestores y críticos culturales del país. De ellos, ocho se animaron a hacer públicas sus observaciones sobre el remezón en el Ministerio, las diferencias en los enfoques de Melo y Buitrago con relación a las políticas culturales en el país y los potenciales peligros de una mirada que privilegie los resultados sobre los procesos culturales locales.
Patricia Ariza
Dramaturga, actriz y fundadora del Teatro la Candelaria
La impresión que tengo, y ojalá me equivoque, es que el viceministro Felipe Buitrago se centrará en la afanosa búsqueda de resultados económicos. No es malo que haya alivios tributarios para las empresas que inviertan en cultura, pero la pregunta es en qué cultura y en qué arte van a invertir los empresarios. Tampoco el fomento de las artes se puede reducir a la mediación del Estado frente a posibles préstamos bancarios para “el emprendimiento”.
Yo creo que hay que transformar la mirada cultural de este gobierno. La cultura y el arte no se pueden reducir a la economía: la cultura y el arte van mucho más allá. La cultura tiene que ver con el modo de ser, de hacer, de pensar y de decidir de las sociedades y las personas. Hay muchas expresiones artísticas y culturales que no son ni quieren ser rentables económicamente y el Estado puede abandonarlas. Me preocupa que el señor viceministro Buitrago concentre la actividad del Ministerio en la economía naranja. Colombia necesita hoy más que nunca una mirada compleja del arte y la cultura que incluya programas especiales de arte y cultura para la reconciliación, la convivencia y la paz.
Aunque el problema no es de personas, lamento la salida de David Melo, que tenía una mirada más cercana al arte y a los artistas. El asunto es de programas de gobierno que se pregunten por el papel de las artes y de la cultura en el destino actual de Colombia. Los artistas del teatro, por ejemplo, estamos en enormes dificultades económicas. Varias salas de teatro se están cerrando. Ojalá los artistas se movilicen para lograr que los programas del Ministerio de Cultura sean concertados y la política cultural y artística del ministerio no se limite al mero emprendimiento económico.
Lo que más necesitamos en este momento histórico, en que la amplia mayoría de la sociedad colombiana clama por la paz, es que el Ministerio de Cultura de Colombia no sea ajeno a esa realidad y a la dimensión artística y cultural de la paz. Colombia necesita fomentar la creatividad artística y defender su gran diversidad cultural. En muchos países del mundo existen leyes de protección de esa diversidad frente a la voracidad del mercado y frente a los tratados de libre comercio. Existen, además, coaliciones por la defensa de la diversidad cultural apoyadas por la UNESCO. Le hago un llamado al viceministro Buitrago y a los parlamentarios para que de la mano de los y las artistas construyamos una legislación que proteja la diversidad cultural.
Chucky García
Director artístico de Rock al Parque
A Felipe Buitrago lo vine a conocer con la campaña del presidente Duque. Vi que mucha gente lo apoyó, entre ellos el empresario de conciertos que nos vetó hace dos años la participación de un artista venezolano en Rock al Parque, que salió con megáfono en mano a decir que todos descargaran el libro que Buitrago había escrito con el ahora presidente Duque. No se me olvida que hubo muchas figuras del medio promocionando el libro de la economía naranja porque “se venían grandes cosas”. Ahora veo a esos personajes muy callados y muy incrédulos sobre tantas bondades que ellos mismos promocionaron.
A veces caemos en el vicio de tener una mirada puramente centralista de la cultura, porque así hemos aprendido a ver las cosas en el sector cultural. Es cuando uno se topa con proyectos y la producción cultural en otras regiones es que uno se da cuenta de que hay una precariedad y de que se ha aprendido a hacer todo de manera artesanal y no una producción en serie, como se quiere ahora. Desde mi perspectiva, querer aplicar la llamada “economía naranja” de una forma tan instantánea lo que va a hacer que se genere es una economía Tang, una economía como la del jugo de naranja en sobres: quiere generar resultados inmediatos, instantáneos y con una mirada industrial de la cultura en procesos que todavía siguen siendo artesanales, de cantidades pequeñas en términos de producción. Querer que la cultura empiece a trabajar a través de una maquinaria es una cosa de mucho cuidado. La más grave: que eso se convierta en una mermelada y que, con tal de dar resultados, no se busque a los gestores que lo necesitan sino a los empresarios que pueden dar más indicadores de éxito.
Creo que los retos que se le vienen al sector son los mismos que el sector viene enfrentando desde antes de la creación del viceministerio de Economía Naranja. En casi todas las artes, incluidas la música, el cine y el teatro, hay una gran necesidad de circulación, entendida como la posibilidad de mostrar lo que uno hace en una red de escenarios adecuados y con las condiciones adecuadas y suficientes para poder hacerlo bien. Luego está obviamente garantizarles el acceso a la formación a todos estos creadores, que es un terreno en el que falta muchísimo avanzar. La música y el cine han encontrado una forma de ser autosuficientes, pero han logrado avanzar por su propia cuenta, con un trabajo empírico.
Yo lo vivo en Rock al Parque: los roadies con los que trabajamos, por ejemplo, son de una asociación que viene haciendo su trabajo desde hace muchísimos años de manera empírica. Pero hay artes que no han corrido con esa suerte. En ese campo me parece que hay muchísimas cosas por hacer. Hay cosas por resolver de décadas y décadas de no haberlo hecho, pero con este enfoque el gobierno quiere que la cultura tenga resultados económicos inmediatos e índices de éxito. Eso es tratar de que el cojo camine. Y no solo eso, sino que esta política asume que el cojo va a ganar la maratón.
Catalina Ceballos
Antropóloga y gestora cultural
El nombramiento de Felipe Buitrago es coherente con lo planteado por el presidente Iván Duque desde su campaña: crecer el PIB a través de la activación del sector de la cultura. Y tiene sentido, en la medida que fue Buitrago quien escribió el famoso libro sobre la Economía Naranja. Ambas cosas se articulan con el hecho de que, una vez radicada la Ley 1834 de 2017 (Ley Naranja), del entonces senador Iván Duque, es el anterior viceministro, David Melo, quien diseña la estrategia que incluye proyecto y acciones para ejecutar dicha ley.
Con el nombramiento de Felipe Buitrago el gobierno quiere garantizar el cumplimento de las metas e indicadores planteados en dicha políticas públicas. ¿Qué es interesante? Que siendo Buitrago muy cercano al Presidente y muy cercano a sector TIC se esperarían resultados eficientes y tangibles en la materia, ojalá en su primer trimestre como viceministro.
Por otro lado, es importante que como sector no olvidemos que, si bien la economía naranja se ha posicionado como un nombre asociado a lo que mundialmente se reconoce en lo privado y lo público como la “economía creativa” o “industrias creativas”, por ende los resultados que espera el sector de su gestión es que se dinamice un sector que involucra creatividad y conocimiento con recursos económicos. Ese pulso le corresponde a Felipe Buitrago, en tanto él tendrá la responsabilidad de aumentar el PIB planteado por el gobierno al tiempo que debe cohesionar al sector frente a una política que aún para muchos es difusa.
Pedro Adrián Zuluaga
Crítico de cine y exjefe de programación del FICCI
La salida de David Melo de su cargo como viceministro de la Creatividad y la Economía Naranja la interpreto como una señal de desesperación de Iván Duque. Es simple: el presidente necesita acelerar la implementación de programas relacionados con las industrias creativas, pues es la iniciativa estrella de su gobierno, y está urgido de mostrar resultados que sirvan para contrarrestar la sensación de improvisación y deriva sin rumbo de su primer año de gestión. El problema es que lo que concierne a la economía naranja, tal como se estaba diseñando en cabeza de David Melo, es tan ambicioso y supone cambios en tantos niveles y una integración y arquitectura tan compleja de entidades gubernamentales, entidades privadas y el sector productivo, que los resultados reales van a tardar. Lo que se avecina con la llegada de Felipe Buitrago, amigo personal de Duque y su coequipero principal en estos temas, es —sospecho— una cadena de falsos positivos culturales. Al respecto es muy diciente el artículo publicado en el diario Portafolio este lunes, con su información confusa y contradictoria.
La aceleración de la economía naranja y su implementación puede tener como costo un alto grado de improvisación en los procesos, y que se estimule una burbuja de empresas creativas sin futuro. Por ejemplo, el artículo de Portafolio habla de la creación de 5000 empresas del sector creativo en lo que va corrido del año, según Confecámaras; estas empresas han nacido como resultado de un indudable y palpable entusiasmo, pero sin claridad del tipo real de apoyo que pueden esperar del sector público. Es decir, esa explosión es producto de energías sociales ya existentes, no un resultado director de los programas de Duque.
El principal cambio que yo vislumbro con la llegada de Buitrago es, en principio, un discurso mucho menos complejo que el de David Melo, tanto por la formación y la trayectoria del nuevo viceministro como por la presión de Duque para lograr programas de impacto mediático. Me temo que de los tres componentes en los que se agrupan las industrias culturales y creativas (artes y patrimonio, industrias culturales y creativas, y medios y contenidos digitales) se privilegiarán los dos últimos. También sospecho que se preferirán los eventos (que acumulan cifras y son vistosos en los medios) y se descuidarán los procesos, y que se va a profundizar un cortocircuito del gobierno con el sector cultural y creativo, en el cual Melo tenía trayectoria, credibilidad y desde donde se le reconocía su capacidad de diálogo.
El principal reto para Buitrago es entonces mostrar resultados sin que su viceministerio se convierta en una aplanadora que arrase procesos de vieja data, y, por supuesto, lograr que ese elefante que es el Estado en Colombia camine más rápido respetando las reglas, reconociendo los desafíos territoriales (incluida la corrupción y la violencia) y ofreciendo confianza y transparencia. No lo veo nada fácil, pero ojalá me equivoque.
Álvaro Restrepo
Director de El Colegio del Cuerpo
No conozco mucho los detalles del por qué del cambio del viceministro. Lamento la salida de David Melo, pues creo que es un conocedor del sector y apenas se iniciaba en este camino de estructurar (y explicar al país) el tema de la Economía Naranja. Con la llegada de Felipe Buitrago, coautor del libro sobre el tema con el presidente Duque, se le quiere dar un perfil aún más enfocado en esa propuesta, que ha sido una de las banderas del actual gobierno. Pero creo que hay muchos sectores del ámbito cultural y de las artes que aún no entienden muy bien de qué se trata esta política. Considero que se debe hacer un trabajo enorme de pedagogía y divulgación para entender qué tanto le conviene al sector este enfoque.
Por lo pronto, considero que es una gran oportunidad que el tema de la cultura, la creatividad, las artes, el emprendimiento (y las llamadas industrias culturales) sean una prioridad en la agenda del presidente. Me preocupa un poco la obsesión por la rentabilidad/sostenibilidad de ciertas áreas del quehacer cultural que no serán nunca rentables y que requerirán siempre el apoyo financiero del Estado.
Para mí el enfoque y el énfasis deberían estar sobre todo en la relación cultura-educación. Yo soy de los que creen en la necesidad de un gran Ministerio de Cultura del que dependa la educación como una de sus dimensiones y no lo que existe hoy: un Ministerio de Educación con el presupuesto más importante y un Ministerio de Cultura exangüe y mendicante, siempre a la búsqueda de aliados y recursos, con el presupuesto más pequeño de todos los ministerios.
Juan Carlos Sánchez
Director del Teatro Pablo Tobón Uribe y exsecretario de Cultura de Antioquia
Tanto Felipe Buitrago como David Melo son cercanos al presidente y han trabajado durante años el concepto de la economía naranja. Buitrago es de línea económica dura y seguramente tendrá un enfoque más asociado a la sostenibilidad y producción económica de las artes y la cultura; Melo, en cambio, estaba intentando conectar el concepto naranja con el patrimonio, la producción ancestral y la cultura viva comunitaria.
El nombramiento de Buitrago parece implicar que hay un afán del gobierno nacional en poder encontrar un relato común, en comunicar más rápido y mejor el concepto de economía naranja. Es claro que en algunas regiones del país hay resistencia con el concepto y muchos artistas y gestores no lo entienden, así que el nombramiento debe darle equilibrio a la promoción del concepto y a las ejecutorias reales y palpables en las regiones.
Al nuevo viceministro le quedan tres años para demostrar que los beneficios tributarios de los que habla la Ley de Financiamiento y el Plan Nacional de Desarrollo sí son ciertos, y que sí generan impacto en las realidades financieras de los emprendimientos creativos. También para materializar la implementación de la estrategia de impulso a la economía naranja (pasar del discurso a las realizaciones regionales) y, además, “desbogotanizar” el Ministerio de Cultura y consolidar un diálogo nacional con el sector.
Laura Gil
Politóloga e internacionalista, directora de La Línea del Medio
Un año después, seguimos sin saber qué es la economía naranja, una propuesta que el Gobierno pretende convertir en política de Estado como su aporte innovador y diferenciador. Para responder a ese vacío, el presidente Duque reemplazó a David Melo, un conocedor del sector cultural, con Felipe Buitrago, que estrena el rimbombante título de viceministro de la Creatividad y la Economía Naranja. Buitrago tendrá el desafío de convertir la presentación de Powerpoint que coescribió con Iván Duque en política pública.
Lo cierto es que, más allá del discurso, este ha sido un año perdido para la cultura. “La cultura en el centro de las apuestas del Gobierno”, repiten los funcionarios. Pero no se esboza siquiera en el horizonte una propuesta cultural de peso y los presupuestos del Ministerio de Cultura continúan a la baja. Si no entendemos de qué trata la economía naranja, la culpa no es nuestra. Un día hablan de industrias creativas; al siguiente, de emprendimientos tecnológicos y, al otro, de artesanías. La ministra Carmen Vásquez ha aprendido algunos términos que repite aquí y allá, pero no ha sido capaz de ponerles contenido. Buitrago tendrá la responsabilidad de darle claridad, no solo a ella, sino, de paso, a todos nosotros.
Clarisa Ruiz
Escritora y gestora cultural. Exdirectora el Teatro Colón de Artes en el Ministerio de Cultura
David Melo es un conocedor de la política de industrias culturales con experiencia en investigación, formulación y ejecución. Es, además, un muy buen mediador y conocedor del sector cultural, su diversidad y complejidad, sus necesidsdes y potenciales. Es lamentable que lo aparten del equipo que trabaja en el proyecto bandera del Presidente Duque. Por su parte, Felipe Buitrago conoce el aparato del Ministerio y tiene la visión de la política, pero una política pública no se hace a la carrera si se busca que tenga un real arraigo.
Lo más importante es hacer que el Ministerio de Cultura sea un ente rector y para ello requiere recursos para investigar, fomentar, liderar. Si el presupuesto sigue en el nivel de inversión en que está, ni Buitrago podrá liderar la confianza que es necesaria para que se reconozca a la economía creativa como un motor de desarrollo, el bienestar y la identidad plural y diversa del país, por más cercanía que tenga con el Presidente. Pero hay quienes piensan que esto se hace sin recursos, que solo es cuestión de organizar y articular esfuerzos.