En medio de riñas, el calor desértico de verano y el vulgar lenguaje campesino de una provincia a las afueras de una ciudad española, Alma recoge las gallinas muertas en su granja. Es parte de su labor, pues en su familia todos colaboran con los deberes de la finca: especialmente en momentos de crisis económica. Sus únicos momentos de ternura los manifiesta cuando está con su abuelo, quien poco a poco se desvanece con la vejez. Es entonces cuando Alma decide viajar hasta Dusseldorf para recuperar el olivo milenario que su abuelo le enseñó a querer y que hace poco su padre y sus tíos vendieron a una compañía energética. El sueño de Alma es que si recupera el olivo -en el que residen todas las esperanzas y los recuerdos de su abuelo-, él pronto se podrá recuperar y volverá a pronunciar palabras. Son pocas las veces que una película bien hecha –con una buena premisa, con un buen guion y cinematografía–, hace al público reír y llorar al tiempo. El olivo, que participó en la más reciente edición de IndieBo y que ahora se estrena en salas del país, no es una película convencional.Entrevistamos a su guionista, Paul Laverty, cuya larga trayectoria incluye colaboraciones con directores como Ken Loach –con el que ganó la Palma de oro este año– e Iciar Bollaín –su esposa–, la directora de El olivo.

¿Cómo nació ‘El olivo‘?Hace cómo 10 años leí un artículo sobre los árboles monumentales y antiguos en España. Lo que me fascinó es que las comunidades cultivan estos árboles durante su vida, uno después de otro y le dan luz, agua con aceite, comida con aceite. Es un intercambio durante 2.000 años. Salió la crisis en España y esta imagen de los bancos y las corporaciones de estos hombres ricos comprando los árboles de 2.000 años me golpeó, no sé por qué pero era algo en la tripa, ¿sabes?Cuando entró la crisis en Europa pensé que tal vez con la imagen de estos árboles podía inventar un cuento que tocara en diferentes niveles para describir y reflexionar sobre nuestra realidad, sobre nuestras familias, la idea de cambio, de perdonar y de valorar. Entonces invité a Icíar [la esposa de Laverty y directora de la película] a reflexionar sobre esa imagen y cuando tuvimos un poquito de tiempo viajamos a España. Hablé con los campesinos y me conmovió mucho la relación que tienen con la naturaleza, incluso entre la gente que ha vendido sus árboles. Hubo uno en particular que me llenó los ojos con lágrimas. Entonces fui a la cosecha con los campesinos, participé y poco a poco salió la idea de la película. Yo escribí el guion e Iciar la dirigió. Lo que me impactó fue la idea de que los hombres ricos pudieran comprar estos árboles.En la película usted se inventa una compañía de energía sostenible que dice ser genuina pero en realidad daña el planeta. La página de la empresa incluso está en internet, como si fuera real. Esa es de ficción, pero Banco Santander es una compañía real en España que hace eso. Compraron alrededor de 100 a 200 árboles y los pusieron en sus headquarters. Olivos monumentales de más de 1.000 años que han sido arrancados de su sitio y que ahora están cerca de Madrid. Han pasado por todos lados, el Medio Oriente, China. Cuando fuimos a Alemania también descubrimos que una compañía energética tenía uno de estos árboles, como si fuera ficción, pero eso fue después de hacer la película.

Alma, la protagonista.¿La película entonces tiene un mensaje ambiental más allá de contar una historia emotiva y familiar?Sí. Me gusta cuando tienes la posibilidad de incluir varios niveles en una historia. Obviamente se trata de la relación del abuelo con su nieta y con sus antepasados, pero también está la dinámica dentro de una familia típica en España sufriendo la crisis. Especialmente con el tío Alcachofa que tiene sus sueños y ha perdido todo. Mucha gente le debe dinero pero él tiene grandes planes y está trabajando como un loco. En la película hay momentos de felicidad y de locura, pero también es sobre una familia en crisis.¿Cómo congenia la comedia y el drama en la película? ¿Cómo encuentra el balance?Bueno, la palabra género no me gusta tanto. Es una manera de describirlo pero no me gusta usarla porque tienes que ser fiel a los personajes y a la premisa. Y cuando estás escribiendo un guion, tus personajes te llevan a unos sitios. En la relación entre el tío de Alma y ella, por ejemplo, hay cariño pero también desconfianza. Creo que la vida es muy mezclada y estoy seguro de que en tu país, si bien han sufrido mucho por la guerra, existe una comedia negra dentro de la cultura. El ser humano tiene muchas facciones y creo que incluso cuando estás sufriendo mucho también hay maneras de locura. Eso pasa mucho con los soldados. En mi país, por ejemplo, la comedia negra trata situaciones muy trágicas.¿Cómo guionista, cómo es el proceso de tener en la cabeza un personaje y que otro lo interprete? Creo que cuando haces cine involucra tanta colaboración que tienes que tener mucha fe y confianza en tus compañeros. Porque en el guion uno puede imaginar los ojos, las contradicciones del personaje, etc. Pero la verdad es que el director y el equipo tienen que buscar intérpretes para dar carne a esta idea. Yo tengo mucha fe en la habilidad de Iciar y su sensibilidad, y también en la directora de casting porque creo que han hecho el trabajo muy bien y estoy muy contento con las interpretaciones de los tres principales personajes. Alma tiene mucha chispa, es inteligente, a veces es muy terca. Pero también se nota que tiene una inteligencia porque tiene que mentirle a todo mundo.

De izquierda a derecha: Alcachofa, el tío de Alma; Rafa, quien conduce el camión; y Alma.¿Qué pasa cuando las interpretaciones no salen así?Bueno, todo se reduce a la interpretación y al casting. El casting es súper importante. Yo he trabajado mucho con Ken Loach, hemos hecho como 12 películas, y es muy difícil crear personajes para tantas películas. La persona que imagino puede ser buenísima para el personaje que escribí, pero muchas veces no se sabe hasta que se desarrolla la película: a veces encuentras a la persona exacta, a veces su relación con el otro actor no funciona. Lo bueno de trabajar con Ken es que tiene un muy buen instinto. Siempre compartimos el proceso del casting entonces intentamos mirar actores, intentamos improvisaciones en situaciones parecidas a la película y poco a poco decidimos.¿Cómo es su relación escritor-director con él?Tenemos mucha confianza. Llevamos trabajando los últimos 20 años juntos. Es un hombre inteligente, y lo bueno de trabajar con Ken es que es muy humilde. No tiene un ego grande como muchos otros directores. Yo intento hacer lo mismo. Es un colaborador muy exigente porque exige mucho del guion. Pero también es un colaborador muy agradecido, porque entiende el proceso de creación. Le da confianza a la gente, no solo a mí como escritor, sino a todo el equipo y a los actores. Es un colaborador muy generoso.¿Cómo mantiene la humildad? ¿Cómo hace para que no se le suba el éxito a la cabeza?Bueno (risas), eso no es tan difícil. Vengo de una familia enorme y siempre nos la pasamos tomando el pelo, y si tuviera un ego grande ellos me darían un kick in the ass. También tengo tres hijos que siempre están tomando el pelo. Entonces si yo tuviera la cabeza grande sería muy peligroso, perdería a mi familia y a mis amigos. Siempre es bonito apreciar cuando algo pasa bien en la vida porque a veces el éxito es muy arbitrario.Usted es de Escocia. ¿Qué opina de Brexit?Muchas cosas, pero brevemente: tengo problemas con la falta de democracia y también con la cultura de las corporaciones grandes dominando el debate en Europa. Yo estaba en favor de intentar compartir nuestros problemas y tener relaciones buenas entre Escocia, Irlanda, Inglaterra y Europa. El problema es que los partidos derechistas usaron el gran fantasma de inmigración para asustar a mucha gente. Entonces creo que es más una reflexión de la crisis neoliberal, porque hay mucha gente que tiene miedo de la globalización, miedo de perder sus trabajos de zero hour contracts (cuando tienen trabajo durante un par de horas al día). A punta de mentiras, la derecha le echó la culpa a los extranjeros para que la gente votara por el Brexit. Pero, por ejemplo, en el National Health Service un gran porcentaje de los trabajadores son inmigrantes. Mucho del dinamismo en la economía es por los inmigrantes y muchos son tratados muy mal, no están sindicalizados y han sufrido mucho. Creo que va a afectar mucho a Gran Bretaña.Es interesante, porque Escocia es parte de Gran Bretaña pero votó para no salir de Europa. Y en particular Edimburgo, de donde soy yo y donde vivo, que fue el lugar con la mayor cantidad de votos para quedarse. Entonces el ambiente en Escocia es muy distinto al de Inglaterra. Y por desgracia, cuando llega este debate, especialmente en Inglaterra, hay mucha xenofobia. Es muy feo.¿Cómo es trabajar con su esposa?Es muy fácil. Es igual que trabajar con Ken Loach. Ella entiende el proceso creativo. El escritor y el director tienen que trabajar en equipo, o si no sería una miseria. Tengo mucho respeto sobre cómo trabaja Iciar, ella es muy buena con los actores y es muy creativa. También tiene que tener coraje para meterse en el mundo de la dirección. Yo ya había trabajado con ella en También la lluvia, una narrativa muy compleja con tres realidades. Se necesita coraje para hacer este tipo de trabajos. Ken e Iciar son muy buenos amigos también y su manera de trabajar es similar. Obviamente tienen una cultura y una lengua muy diferente, pero su sensibilidad y su manera de tratar a la gente y al equipo es muy similar.

Alma y su abuelo.¿Qué consejo les daría a guionistas jóvenes?No creo que esté muy bien que dé un consejo porque pienso que cada uno debería seguir su propio camino. Pero para mí –esto es un tema muy complejo- escuchar es una habilidad muy importante. En un guion, más que todo, estás intentando ponerte en los zapatos de gente de diferentes países, sexos, edades, culturas, lenguajes, razas, entonces tu imaginación depende de ponerte en los zapatos del otro. Creo que ayudaría mucho si escuchamos con respeto. Yo he tenido mucha suerte con la gente a la que he escuchado porque me han dado mucha profundidad. Y a la gente le gusta compartir su vida, su punto de vista. No se puede copiar todo eso –la realidad a un guion- porque no es así de automático. Pero si tú te metes en el mundo de tus personajes y pasas tiempo con gente que ha vivido experiencias similares, eso te da muchas posibilidades, mucha visión. Entonces escuchar es algo que yo aprecio mucho.Y no es fácil, mucha gente quiere que la escuchen en vez de escuchar…Es cierto, y por eso hay tantos malos guiones.