Dos arquitectos opinan

“El coliseo es una construcción brutalista, heredera de la posguerra”

El coliseo cubierto El Campín es uno de los íconos deportivos y culturales más importantes de Bogotá. Inaugurado en 1973, hace un par de días se presentaron los diseños de su remodelación, que según el alcalde estará lista en 24 meses.

Sergio Rodríguez
10 de agosto de 2016
El coliseo cubierto El Campín se inauguró en 1973. Foto León Darío Pelaez, Semana.

El lunes 8 de agosto el Distrito presentó los renders del nuevo coliseo El Campín, una megaobra que con 37.000 metros cuadrados y una capacidad para 14.000 espectadores pretende ser el mejor escenario de este estilo en Latinoamérica. La alcaldía, en una Alianza Público Privada, invertirá 70.000 millones de pesos en una estructura que encerrará a la construcción actual -que será remodelada en un 70%- y que incluirá restaurantes, áreas comerciales, 20 suites, 10 boxes, salones VIP y nuevos servicios como parqueaderos y estacionamientos para bicicletas. Un poco más de cuatro décadas esperó la ciudad para tener un recinto de esta envergadura.

La historia del Coliseo comenzó en 1937, cuando los herederos de Nemesio Camacho -político, empresario y hacendado de Subachoque- donaron al entonces municipio de Bogotá los terrenos en los que se construyeron el Estadio Nemesio Camacho y el coliseo cubierto El Campín. Los dos escenarios, símbolos para los bogotanos, se mantienen pese al paso de los años y el desordenado crecimiento de la ciudad.

En 1959, el Concejo Distrital ordenó la construcción del Coliseo autorizando al Fondo Rotatorio de Valorización para vender algunos inmuebles de la ciudad y así financiar la obra. En 1967, el distrito presentó al Concejo un proyecto de acuerdo que terminaría en un nuevo impuesto para los bogotanos gravando los teléfonos de los usuarios de la ETB. A su vez, se creó el Fondo de Desarrollo Popular Deportivo y de Cultura del Distrito Especial de Bogotá para recaudar los dineros e invertirlos en la construcción de teatros, pistas atléticas, campos deportivos, piletas de natación, parques y el Coliseo.

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El arquitecto Guillermo Arias aprecia más el “valor nostálgico, que arquitectónico del Coliseo. Es un proyecto funcional, no estético”. Dice también que “significó o representó esa idea de desarrollo que se tenía en los años setenta. No es bonito y no todo debe permanecer sólo por su valor nostálgico. Pueda que en su tiempo fue un símbolo que cumplió un objetivo institucional: hacer visible el imaginario de progreso del país. Pero hoy es un escenario obsoleto. Era un polideportivo y sirvió para esto en su momento, pero ya no funciona para los eventos que se buscan realizar allí”.

Si bien es cierto que comenzó como un escenario deportivo, ha recibido a miles de asistentes en los casi cuarenta conciertos que ha alojado. Ha visto espectáculos gigantescos como el de David Coperfield, partidos de tenis como el de Rafael Nadal contra Novak Djokovic en 2011 con 13.000 asistentes, y un sinnúmero de eventos privados. Son 43 años funcionando y nada es inmune al tiempo, mucho menos un coliseo “tan feo”, como lo califica Arias.

“Es un tipo de construcción brutalista, que se heredó de la arquitectura de posguerra en Europa y que se pensaba más en lo funcional. En esos momentos Londrés estaba destruído -pone como ejemplo Arias-, y debían construir miles de casas que fueran funcionales, para así sustituir lo perdido. Esto se vio mucho en Latinoamérica y en Colombia. Es muy parecido a las estructuras que se construyeron para los Panamericanos de Cali en 1971. Buscaban ser más funcionales que estéticos”.

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En 1968, el Congreso de la República promulgó una ley que facultó al Presidente para crear nuevos impuestos para impulsar el deporte, la preparación de los deportistas y la construcción de instalaciones deportivas. Estos aranceles debían ser recaudados y destinados a un fondo especial de las Juntas Administradoras de Deportes que recibían los dineros en proporción al recaudo de cada una de ellas. Dos años después, en el Plan Maestro de Recreación y Deportes para Bogotá se contempló la construcción de las Unidades Deportivas de "El Salitre" y la Unidad Deportiva de "El Campín".

El coliseo cubierto El Campín fue construido por la firma Coral Ltda., formada por los ingenieros Jorge Alvarado C., Germán Lobo-Guerrero y Oscar Reveiz. El diseño y los cálculos estructurales fueron ejecutados por la firma Guillermo González Zuleta Ltda., quienes en 1974 fueron galardonados con el premio nacional de ingeniería otorgado por la Sociedad Colombiana de Ingenieros.

En 1973, catorce años después de que el Concejo ordenara su construcción, el presidente Misael Pastrana inauguró el recinto. Un lustro después, el Concejo de Bogotá creó el Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD) para que este administrara los bienes de la Unidad Deportiva ‘El Campín’, que estaba bajo la tutela del Fondo Rotatorio de Espectáculos Públicos.

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El urbanista y arquitecto Carlos Niño dice que “en la ciudad realmente hace falta un espacio para realizar conciertos. El Coliseo tiene muy mala acústica”. Esto ha llevado a que se tengan que realizar conciertos en el Parque Simón Bolívar, el Estadio dañando su gramilla o en “potreros que ni baños tienen” dice Niño. Para el arquitecto, como para muchos bogotanos, en la capital hace falta un espacio que responda a las necesidades de una ciudad que se ha puesto en el mapa de los grandes conciertos de unos años para acá. Y por muchos años el Coliseo, con sus evidentes carencias acústicas, intentó solventar esa necesidad, pero ¿qué buen espectáculo se puede esperar en un escenario que cada vez es más feo y en el que se escucha poco? Arias opina que en el país “falta voluntad para la construcción de este tipo de escenarios”. Afortunadamente el nuevo proyecto, dice el alcalde Peñalosa, contempla una sala de conciertos para la Filarmónica de Bogotá.

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El proyecto para su remodelación se pactó en la administración de Gustavo Petro y supuestamente iniciaba en diciembre del año pasado. Con el cambio de administración el proyecto cambió un poco añadiendo a los diseños cuatro canchas sintéticas, un skate park, una sala de gimnasio al aire libre, zona de juego para niños, plazoleta para exposiciones de arte y pista para montar bicicleta.

Ya han pasado 43 años desde que el Coliseo abrió sus puertas al público y parece que por fin Bogotá tendrá un recinto digno para conciertos y eventos culturales de gran envergadura. Habrá que esperar dos años para que las obras estén finalizadas, a menos que...