UNA COLUMNA DE IDARTES
Terpsícore en Bogotá
Bogotá baila. Bogotá bailó. Entre el 5 y el 17 de noviembre tuvo lugar en Bogotá el Festival Danza en la Ciudad, que reunió a las compañías de danza más importantes del país acompañadas de invitados de primer orden en la escena internacional.
Este contenido surge de una alianza entre ARCADIA y el Instituto Distrital de las Artes-Idartes
La danza es –ha sido desde siempre– parte fundamental de las manifestaciones culturales humanas: desde que primitivamente los movimientos del cuerpo acompañaban los sonidos de la naturaleza. Mucho después, los griegos, que fueron los primeros en reconocer a la danza su importancia, designaron en su mitología una musa en su honor: Terpsícore. Para ellos, la danza estaba asociada al culto a Dionisio, dios del vino y la fertilidad. Hoy la danza como manifestación artística define relaciones con el espacio, se manifiesta políticamente y cumple, como no, un elemental papel de expresión de la sensualidad.
Y es que para todos los seres humanos la danza es una reacción espontánea a la música, y también a los silencios, algunas veces. Es decir, para que un ser humano baile, no es necesario que le enseñen. Esa relación profunda que existe entre los sonidos y el movimiento del cuerpo nos permite establecer, además de las relaciones con el espacio, el desarrollo de las habilidades motrices. Esa, precisamente, es una de las razones para que en el desarrollo de la política pública de apoyo a las artes y la cultura en la administración del alcalde Enrique Peñalosa, la danza tenga un apoyo especial y que en la oferta, por ejemplo, del Portafolio Distrital de Estímulos, sean especialmente importantes los espacios que ocupa la danza.
Los resultados que tienen esos programas hablan por sí solos y se hacen evidentes en el Festival Danza en la Ciudad. El talento distrital, a disposición del público durante los días del Festival, estuvo representado por 33 compañías seleccionadas a través de diferentes mecanismos de participación, entre ellos el mencionado Portafolio Distrital de Estímulos, que fue parte de los más de 600 artistas que se tomaron los 31 escenarios destinados para el Festival en 14 localidades de Bogotá. El trabajo del equipo del Idartes y de la Alcaldía Mayor de Bogotá que se encargaron de la organización del Festival permitió que los bogotanos disfrutaran de una fiesta de la danza sin precedentes. La versión que Bogotá acaba de vivir, ubicó al evento, sin duda, en un lugar muy especial en la nutrida agenda artística de la ciudad.
Es sabido que Bogotá es una ciudad que representa la diversidad cultural colombiana y por eso, compañías de Medellín, Mitú y Villavicencio hicieron parte de la programación. Asimismo, los invitados internacionales de Brasil, España, Francia, México, Japón, Canadá y Suiza fueron claves en el desarrollo de esta edición, porque permitieron el intercambio cultural; además de promover que tanto artistas, como bailarines y espectadores conocieran aproximaciones diversas de la danza, maneras diferentes de relacionarse con el entorno y con el mundo, así como expresiones de preocupaciones y alegrías que, como en todas las artes, exploran lo más íntimo del ser humano.
La XII versión del Festival presentó “un lugar de lo distinto”, ese que buscó celebrar las identidades que constituyen el sentido cultural, social y político de los cuerpos que danzan. Fue una invitación a vivir a través de la danza la capacidad de reconocer y coexistir entre distintos; en la distancia que exige el respeto y en la proximidad que celebra el encuentro de los unos con los otros.
Que sea bienvenida, siempre, Terpsícore en Bogotá. Y que no sea solo su espíritu festivo el que nos la recuerde, sino también esa posibilidad de reflexionar sobre nosotros mismos. La oportunidad, finalmente, de explorar nuestra relación con los espacios vivos de la ciudad y de reconocer a nuestros conciudadanos en su integralidad. Bienvenida la danza Por Bogotá.