Petronio Álvarez

Viche, arrechón, tumbacatre: una breve guía a las bebidas tradicionales del Pacífico

Con el crecimiento en la demanda turística por el Festival Petronio Álvarez, hace un par de décadas aumentó considerablemente la producción de derivados del viche como la crema de viche, el arrechón, el curao, el pipilongo o el tumbacatre. Conozca lo que se esconde detrás de las bebidas tradicionales más populares del Pacífico.

Juan David Gómez
16 de agosto de 2019
El multivitamínico, el vino de naidí, el coctel de plantas, el pusandao y la tomaseca diversión de Lucía Solís.

Este artículo hace parte del cubrimiento especial de ARCADIA, en alianza con Cali Creativa, del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, organizado por la Alcaldía de Cali.

Todos los caminos conducen a Cali, incluido el del viche. Desde hace un poco más de 20 años, durante el mes de agosto, la bebida artesanal autóctona del litoral Pacífico emprende una ruta llena de tradición hasta llegar a uno de los festivales más representativos de la capital del Valle. Durante seis días, el viche y sus derivados como el arrechón, la tomaseca o el tumbacatre hacen parte de la celebración de un legado ancestral sellado por la identidad y resistencia cultural de las comunidades afrocolombianas, pues hasta hace un poco más de setenta años esta práctica centenaria era considera ilegal.

Acariciando las orillas del mar Pacífico, encaramados en las montañas o sobre los bordes de algunos ríos como el Saija o el Micay en el Cauca, el Sivirú o el Baudó en el Chocó, o el Naya y el Anchicayá en el Valle, los cultivos de caña de azúcar son preparados para surtir de estas bebidas tradicionales la ruta hacia el festival de cultura afro más importante de América Latina: el Petronio Álvarez. Con el crecimiento en la demanda turística, hace un par de décadas aumentó considerablemente la producción de derivados del viche como la crema de viche, el arrechón, el curao, el pipilongo, el tumbacatre y otros tantos más que se suman a la ruta de estas místicas botellitas hasta llegar a Cali. 

El viche es la matriz de todas estas bebidas ancestrales. Siglos antes de que este fuera consumido durante el Petronio por habitantes de la ciudad, visitantes nacionales y extranjeros, en las entrañas de la manigua occidental colombiana las comunidades afro ya hacían uso de esta bebida para curar o prevenir enfermedades, potenciar su sexualidad, tratar picaduras de serpientes venenosas o dotar de protección a sus miembros de cualquier mal de índole espiritual.

El viche es un destilado artesanal obtenido de la transformación de la caña de azúcar que ha tejido una identidad cultural desde que los primeros africanos llegaron a América como esclavos. En los nacimientos y en los velorios de estas comunidades, el viche ha estado presente para acompañar la vida o la muerte, desde la cuna hasta la tumba. 

Lucía Solís, sexta generación de su linaje, productora y comercializadora del viche y sus derivados durante el Petronio Álvarez, no duda un segundo en resaltar la majestuosidad de la raza negra. “Nacemos con un don para la cocina, pero también para el arte y la música. Somos grandes artesanos. Hacemos también teatro por tradición. Somos cantores y portadores de saberes milenarios”.

La música, como el arte y la gastronomía, nunca han sido elementos carentes de significado. Por el contrario, a partir de ellos se han forjado procesos de resistencia para enfrentar la violencia, el desplazamiento, la dominación y el olvido; luchas que permanecen vigentes hasta ahora.

Las mujeres del Pacífico, las matronas, portadoras de saberes heredados, han cuidado la trama identitaria alrededor del viche. “Las mujeres han jugado un papel importante. La historia está en las mujeres y ellas son las que han transmitido el conocimiento”, cuenta con orgullo Lucía Solís. 

La labor de las matronas también ha sido importantísima en el cuidando de los sembrados de caña, organizando mingas para recoger las cosechas y trabajando de tú a tú en los trapiches. La tenacidad de estas mujeres, apoyadas en lazos de parentesco y de vecindad en sus territorios, es lo que han hecho posible que desde 1997 los caleños celebren el Festival Petronio Álvarez, un evento de talla internacional que ha tejido un sendero entre el universo rural y el urbano.

Estas son las bebidas más populares del Pacífico:

Viche

Sin duda es el más cotizado durante el Festival Petronio Álvarez. Es una bebida que se obtiene de la transformación artesanal de la caña de azúcar y que está presente en los cuatro departamentos del litoral Pacífico: Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Chocó. 

Arrechón

Es uno de los derivados del viche más famosos. Su aspecto es de color gris y su textura es mucho más densa que las demás. Incluye clavos, canela, miel de abejas, borojó, leche condensada, hierbas especiales y otros ingredientes secretos para incentivar el deseo sexual. 

Tumbacatre

Bebida afrodisiaca que se obtiene a partir de la mezcla del viche con chontaduro y borojó. También se usa como potenciador sexual. 

Tomaseca

Preparada tradicionalmente para ser consumida por las mujeres de las comunidades del Pacífico durante sus jornadas de pesca de pianguas, mojarras, chorgas o almejas en los manglares. También es recomendada para aliviar dolores menstruales y mejorar la fertilidad. 

Curao

Es una transformación a base de viche que incluye bejucos, semillas, plantas, raíces, entre otros elementos que se fermentan para dar como resultado esta bebida. 

Pipilongo

Su preparación incluye plantas especiales para tratar problemas de próstata en los hombres.

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Alrededor de la producción y consumo de estas bebidas hay saberes heredados. También hay un sustento económico para decenas de núcleos familiares productores de estas bebidas tradicionales. Pero sobre todo, detrás de su producción y consumo hay una búsqueda de legitimidad por parte de las comunidades del Pacífico. Poco a poco van quedando en el pasado los estigmas sobre su ilegalidad, las dudas en torno a la salubridad o aquellas creencias que alguna vez tildaron al viche y sus derivados como menjurjes de hechicería. 

Esta historia, su tradición y sus luchas por permanecer vigente, también hacen parte de Cali, un epicentro de la cultura afro de todo el Pacífico colombiano que se reúne durante seis días en el Festival Petronio Álvarez. “Las plantas, como nosotros, tienen un propósito. Por eso nacen y mueren”, dice Lucía Solís convencida de la mística que hay detrás de bebidas como el viche, el arrechón, el pipilongo o el tumbacatre. 

Durante estos días de fiesta, la sabrosura, el sabor, la alegría y los conocimientos ancestrales de la comunidad afrocolombiana se toman cada rincón del Petronio. Porque allí, atrapado en botellitas de plástico, está lo que han sido y lo que serán los habitantes de estas comunidades que nos comparten, durante el festival, esa bonita tarea de convertirnos en catadores de una tradición milenaria.