Hace 20 años, América Latina vivió el fenómeno de la privatización del sector productivo estatal, que llevó a muchos gobiernos a desprenderse de sus empresas, vendidas al mejor postor. Colombia también adoptó ese modelo neoliberal, que cree que los particulares son más eficientes que el Estado.En esos tiempos el Estado colombiano vendió muchas de sus empresas del sector energético y de telecomunicaciones. En el caso de la banca pública, el Estado llegó a ser muy fuerte, pero así también fue su fracaso. A finales de los noventa quebraron todos los bancos públicos y el gobierno decidió que era hora de salir de ese sector y dejárselo a los particulares.Entre los economistas hay un gran debate sobre la transferencia de los activos públicos al capital privado, ya sea nacional o internacional. Hay quienes piensan que bajo la gerencia privada, las empresas tienen más competitividad, ganan en calidad y productividad, y que esto trae resultados benéficos para los consumidores. Pero otros consideran que el Estado también puede ser un buen administrador y hay ejemplos que dan fe de ello.Pues bien, después de la fuerte ola privatizadora, en Colombia quedó un puñado de empresas de naturaleza pública y con alguna participación accionaria privada, denominadas mixtas. Estas entidades ya no cuentan con las mismas prebendas del pasado. Deben competir de igual a igual con las privadas y las multinacionales, bajo similares reglas de juego. En las siguientes páginas se muestra cómo les fue el año pasado a algunas de las empresas públicas y mixtas en Colombia.