Las mañanas en Llano Grande son frías y para que el tiempo no pase en vano hay que inventarse juegos, trabajos. En ese caserío que está a una hora de Dabeiba —occidente de Antioquia—, quienes eran guerrilleros del quinto frente de las Farc esperan con paciencia que les cumplan lo prometido en los acuerdos de La Habana. Hasta el momento no les ha faltado el alimento ni el techo. Algunos ya han sido bancarizados y recibieron su dinero para empezar la nueva vida. Mientras todo eso sucede, juegan torneos de fútbol con la comunidad, la policía y el ejército. Así empieza la paz.