El 11 de septiembre de 2001 el mundo entero se paralizó ante las pantallas de televisión que mostraban cómo las Torres Gemelas se reducían a escombros y el Pentágono sufría serios daños. Ese día la comunidad internacional comprobó que no hay lugar vedado para el terrorismo y que por el contrario, sus alcances, además de ambiciosos son posibles. La mañana de ese martes transcurría con mucha tranquilidad. Pasadas las 9:00 a.m. el pánico y la angustia se apoderaron de los neoyorkinos. Dos aviones con los tanques llenos de combustible, secuestrados por terroristas islamistas, impactaron el símbolo de la economía estadounidense y el principal centro de negocios de Norteamérica: el World Trade Center. La tranquilidad, al igual que las torres gemelas, se pulverizaron. El mundo no daba crédito de que el país del Tío Sam fuera sorprendido por una acción premeditada y muy bien programada por parte de agentes perturbadores del orden. Un total de 2.749 personas murieron en los atentados. En el World Trade Center trabajaban ciudadanos de varias nacionalidades. El luto se expandió a varios rincones del planeta. En el momento del ataque terrorista el presidente George Walker Bush se encontraba en un colegio de primaria de Sarasota, una ciudad del estado de Florida, en Estados Unidos. Mientras el mandatario fue informado sobre los atentados por su jefe de gabinete Andrew Card, Bush leía un cuento infantil a los jóvenes estudiantes. Nueve años después de la tragedia en la Gran Manzana su autor intelectual, Osama Bin Laden, continúa en la clandestinidad. Las Torres Gemelas fueron construidas entre 1966 y 1976 por el arquitecto japonés Minuro Yamasaki. Su construcción costó cerca de 1.200 millones dólares. Tenia 99 ascensores y trabajaban 55.000 empleados de 430 compañías procedentes de 28 países. Lea algunos de los artículos con los que SEMANA registró el histórico acontecimiento: Nadie está a salvo. El ataque terrorista contra Estados Unidos conmueve al mundo y podría partir la historia en dos. La potencia prepara su respuesta (vea la nota). El sospechoso. Los expertos señalan a Osama Bin Laden como el cerebro de los atentados. ¿Quién es y cómo creó su poderosa organización? (vea la nota). El nuevo enemigo. El ataque a los símbolos del poder financiero y militar de Estados Unidos redefine un nuevo tipo de terrorismo internacional (vea la nota). ‘No habrá tercera guerra’. Arturo Valenzuela, ex asesor de seguridad de Bill Clinton, responde a preguntas que hoy se hace el mundo: ¿Qué va a pasar? ¿Cómo será la guerra anunciada? (vea la nota). Reacción en cadena. La oleada terrorista acentúa la recesión económica global. Crece la desconfianza en los mercados financieros (vea la nota). La hora del garrote. Tras los atentados el país empezará a vivir el endurecimiento de Estados Unidos contra los terroristas (vea la nota).