Rodrigo Arenas, especialista en comportamiento canino, tuvo que poner a prueba sus propios consejos. Cuando adoptó a Tizón, un perro de dos años que dejaron abandonado amarrado en la banca de un parque, se enfrentó al reto de acompañarlo en su proceso de socialización para que de ser un perro acostumbrado a un ambiente de calle se convirtiera en un perro de familia. En esta entrevista comparte algunas pautas para que este camino sea más fácil.
¿En qué consiste la socialización canina?
Rodrigo Arenas: Es algo muy espontáneo que el perro sabe hacer de manera natural. Él nace en manada y empieza a socializar desde el momento cero. La idea de la socialización canina es que el perro se mantenga en una línea de relacionamiento saludable y pueda experimentar o tener contacto con cualquier tipo de perro, animal de diferente especie o con cualquier humano.
¿Por qué es importante educarlos en este aspecto?
R.A.: Si yo tengo un perro y no le ofrezco escenarios de socialización adecuados, con el tiempo va a empezar a mostrar comportamientos no deseados. Por eso es muy importante mantenerlo activo en esa socialización, marcándole siempre un límite. Si, por ejemplo, tengo un perro muy dominante y cuando lo llevo al parque le pone las patas encima a los demás perros, empieza a tumbarlos o intentar montarlos, pues va a generar una reacción negativa en algún otro perro que no se sienta cómodo.
¿Cómo se debería iniciar un proceso de socialización?
R.A.: Si lo llevo a socializar al parque, es clave llegar con el perro bajo control, dirigiéndolo con la correa y no que el perro llegue delante mío. Si hay muchos perros, se le da un tour por el lugar. Luego, la idea es pasar cerca de los otros perros, leer sus reacciones, ver con cuáles se siente bien y con cuáles no tanto. Así sabremos en qué ambiente está cómodo. Por supuesto, si sus reacciones son agresivas, no se le debe soltar la correa.
Si en un acercamiento más personal con otros perros comprobamos que todo va a estar bien y que la interacción fluye natural y saludable, lo suelto, pero habiéndolo llevado antes a un estado sumiso.
¿De qué manera debería actuar su dueño en este tipo de encuentros?
R.A.: Debe haber una energía de calma asertiva por parte del humano. Que el perro se sienta cómodo, seguro y protegido ante un escenario que puede ser novedoso. Si mi perro se porta dominante o aprensivo con los demás, debo interrumpirlo y le hago saber que eso no es correcto para que sepa que yo estoy ahí controlándolo. Primero debo dominar al perro desde lo psicológico, una vez logre eso, dominar la parte física es más sencilla, aunque sea un perro grande y fuerte.
¿Cuáles son los errores más comunes?
R.A.: Un error grave sería adoptar a un perro y ofrecerle de primerazo una experiencia sin correa en un parque al que nunca ha ido, con perros con los que nunca ha estado. Es algo arriesgado. Hay que hacer las cosas con orden, ser prudentes y tomar las precauciones del caso antes de soltar al perro en el parque. Estamos con animales instintivos, reactivos y emocionales, que pueden reaccionar en función de la energía del momento, de la situación o del entorno.
¿Qué recomienda en el caso de la interacción con los niños?
R.A.: Generalmente, la energía de los niños es vivaz, por eso mismo los perros suelen exaltarse. Si se siente amenazado, invadido o que le están transgrediendo su límite de espacio íntimo, puede que intente defenderse. Por eso, la idea es presentarle a las personas en ese proceso de socialización, pero que el perro vaya siempre de la mano de su amo y así él pueda experimentar ese nuevo escenario, alimentado por una fuente de calma.
¿Cómo debe socializar un perro que ha sido adoptado o rescatado?
R.A.: Un ejemplo es mi perro Tizón. Él era un perro callejero de dos años que dejaron amarrado en la banca de un parque, estuvo en un ambiente de calle. Si queremos convertir a un perro así en un perro de familia, mi recomendación es que antes de llevarlo directo a la nueva casa y de que conozca al otro perro, se les lleve a dar una vuelta juntos, uno en cada mano. Luego, si lo permiten, llevarlos a ambos con una mano y que caminen juntos. Eso los va a hacer sentir como en manada y los va a unir. Si tenemos gatos, y lo que sucede es que lo quiere perseguir, yo debo controlar ese impulso para que él asocie la presencia de ese otro animal con una emoción de calma y seguridad, que aprenda que el humano es el que tiene el control y que eso no es aceptado por él.
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