Los perros son mamíferos domésticos que pertenecen al grupo de los carnívoros; siendo una subespecie del lobo gris, quien es considerado como su antepasado y actualmente tienen semejanza a los zorros.

Han ocupado un rol importante en la historia de la civilización, ya que fueron de los primeros animales en ser domésticados; estas mascotas llevan más de 20 mil años acompañando al ser humano y en el mundo hay cerca de 400 razas distintas.

Los perros fueron los primeros animales domésticos. | Foto: Getty Images

Los perros suelen expresar sus estados de ánimo y comunicarse por medio de gestos, ladridos, gruñidos, desde su postura corporal y de los movimientos de su cola. Ellos suelen tener una mirada expresiva, con la cual son capaces de establecer vínculos muy afectuosos y fieles con los humanos, así lo indica la Enciclopedia Humanidades.

Sin embargo, estas mascotas llevan a cabo conductas que las personas en muchas ocasiones no entienden o resultan siendo desagradables, una de ellas, es cuando se comen sus propias heces o la de los demás cachorros.

A este acto se le llama coprofagia y es más habitual de lo que parece. Aunque ese comportamiento puede esconder una enfermedad subyacente o que puede recibir un contagio de algún parásito interno por las heces infectadas del otro animal.

En los cachorros es algo normal, pues están experimentando, mientras en los adultos hay varias razones, la primera es que el animal sufre una incorrecta absorción de los nutrientes por alguna enfermedad digestiva o está recibiendo una mala alimentación y no puede digerirla adecuadamente.

La razón del por qué los perros se comen sus heces. | Foto: Getty Images

Esto lleva a que el perro ingiera las heces, intentado obtener de ella enzimas que ayuden a mejorar la síntesis de los nutrientes. Por tal razón, se recomienda a acudir al veterinario para revisar el estado de salud y ofrecerle una dieta equilibrada o darle un suplemento probiótico.

Según el portal La Vanguardia, también se puede tratar de un problema de comportamiento que no tiene que ver con su salud fisiológica, sino que recurre a una conducta en la que debe encontrar el motivo. Además, puede ser como respuesta a la soledad, al aburrimiento, la falta de estimulación o estrés.

Las mascotas demuestran su depresión dejando de comer o de jugar. | Foto: Getty Images

Esta última, se debe a que de pronto el perro tuvo algún cambio en su vida, como una mudanza, la llegada del un miembro a la familia o el abandono. Por ello, es de gran ayuda contar con los servicios de un educador que le enseñe a reconducir la situación.

Otro consejo es que eduque al animal y le explique dónde hacer las heces y si de casualidad es en la calle lo más recomendable es que lo recoja, de esta manera contribuye en el bienestar de su perro y el de otras personas.