En La mirada de Humilda el escritor colombiano Alonso Sánchez Baute narra su relación con una west highland white terrier que llevó a vivir a su casa cuando tenía 20 días de nacida, y que durante 14 años habitó en su espacio de soledad, como él dice. Ambos hechos generaron un vínculo especial entre Humilda y su dueño. Tras la muerte de ella en 2021, Sánchez Baute decidió contar la historia de su relación en un libro que detalla la vida y la cotidianidad que compartieron, y que reflexiona sobre temáticas universales como el duelo, el amor, la ética y la comunicación.
4 Patas: La mirada de Humilda a veces es crónica y por momentos ensayo. ¿Cómo lo escribió y cómo fue hilando los temas?
ALONSO SÁNCHEZ BAUTE: Quería hablar sobre mi relación con Humilda y cómo vivimos desde que llegó a mi casa. Ella quiso ser la voz protagónica y fue ella quien comenzó a gestar la historia en mi cabeza, como suele suceder con mis personajes. Pero eso me generó conflicto: los perros no hablan.
Mantuve ese conflicto durante muchos meses hasta que finalmente acepté que estuviera en el libro. Este último es una memoria con elementos de auto ficción. Su voz cuenta historias desde su punto de vista, porque finalmente la mirada de Humilda tiene que ver justamente con eso. En los fragmentos de ensayos quería contar sobre la historia de los perros y los humanos.
4 Patas: Como usted menciona en el libro, Humilda habitaba el espacio de su soledad. ¿Cómo determinó eso la relación?
A.S.B.: Yo traía la soledad de antemano. Cuando Humilda llega a mi casa, mi pareja no estaba y ella comenzó a habitar en mi soledad y yo en la de ella. Diez años antes de la pandemia empecé a hacer unas crónicas que me pidió una entidad del Estado. Para mí fueron tremendas porque era meterme de lleno en el duelo nacional, que no se ha hecho porque la gente no ha tenido tiempo: le matan a una persona y al día siguiente tiene que estar sembrando yuca.
Cuando llega la pandemia yo ya había vivido esa soledad, ese rencor, esa rabia y ese dolor, y Humilda siempre había estado ahí. Para mí, eso es la compasión. Ella veía que yo venía deprimido y que a veces me ponía a llorar. Se me acostaba encima del pecho y yo comprendía que ella entendía lo que me pasaba. A eso me refiero con los espacios que habitan las mascotas, no solo Humilda.
4 Patas: ¿Cómo vivió la pandemia con ella?
A.S.B.: Yo no sentí la pandemia salvo las dos primeras semanas porque percibí la angustia de mis amigos y de la gente a través de redes sociales. Eso me afectó un poco, pero en un momento dije: ¿Cuál es el cuento? Llevo 25 años en silencio, solo en un estudio. Y estar con Humilda me permitía salir a la calle las veces que quisiera, me encontraba con los otros dueños de perros y comentábamos la pandemia. Me ayudó muchísimo para la salud mental.
4 Patas: Uno de los temas centrales del texto es la comunicación, cómo logramos entendernos con los animales, y, sin embargo, en el fondo siguen siendo un misterio.
A.S.B.: Los perros no hablan; nosotros intuimos lo que están diciendo. Yo empecé a tomar notas y a describir las miradas de Humilda. Imagino, fantaseo lo que me puede estar diciendo, pero, por supuesto, puede querer otra cosa. Yo miro lo que suele hacer, lo que le da tranquilidad y hago asociaciones. A veces ella se quedaba mirándome y pensaba que quería comida: le servía, seguía mirándome. La sacaba pensando que necesitaba ir al baño, y al regresar nuevamente estaba parada mirándome. Como en cualquier relación de amor, yo le tenía paciencia, aunque la mirada de Humilda podía llegar a ser cansona, intensa. En el libro yo entiendo amor como cuidado.
4 Patas: Los perros tienen la particularidad de que nos miran a los ojos y en el libro usted hace énfasis, incluso desde el título, en la mirada de Humilda.
A.S.B.: El perro comparte con nosotros la oxitocina y creo que eso tiene mucho que ver con la manera como han aprendido a hablar con nosotros. El problema es que nosotros no hemos aprendido a hablar con ellos.
4 Patas: Una de las cosas que más destaca de su relación con Humilda es que ella jamás lo juzgaba.
A.S.B.: La mayor virtud de los perros es que no hablan. Uno puede andar desnudo por la casa, bailar, hacer lo que le venga en gana y el perro no juzga. Esa complicidad y cercanía de la que hablaba cuando decía que Humilda habitaba en el espacio de mi soledad.
4 Patas: En los fragmentos en los que el libro se vuelve ensayo usted reflexiona sobre los derechos de los animales.
A.S.B.: Sí. Leí a filósofos alemanes, griegos y estadounidenses para entender el espíritu de respeto a los animales desde hace unas décadas, y que va de la mano de que si hay sufrimiento, hay conciencia. Los anima les se dan cuenta de su dolor y también del ajeno. Humilda sabía de mí cuándo lloraba y cuándo celebraba. Ellos aman así no sepan que aman.
4 Patas: El duelo es central en el libro. ¿Cómo fue su experiencia y tendría algún consejo para dar?
A.S.B.: No tendría consejos porque el duelo es personal. Uno pudo haber pasado por algo similar, pero cada persona hace un duelo distinto. Mi dolor es mío y sólo yo lo conozco. Por eso el tema de la compasión tiene que ver más con estar ahí y acompañar a la persona.
4 Patas: ¿Cómo manejó el duelo?
A.S.B.: Cuando murió Humilda, un vecino que recientemente había pasado por lo mismo me recomendó que siguiera con la misma rutina que tenía con ella. Lo hice y de ahí viene el libro. Yo leo mucho y en las caminatas que hacía manteniendo la rutina fui entendiendo los pasos del duelo y ella fue surgiendo en mi cabeza. Y comenzó a decirme: “Esto es lo que vamos a hacer para que tú no me olvides”. Para mí fue importante porque el sentimiento de la ausencia del animal queda.
4 Patas: El libro trata el tema del duelo, pero también profundiza en la vida.
A.S.B.: El libro toca dos temas fundamentales para las personas: el amor y la muerte. Con el tiempo y los mensajes sobre el libro que me han escrito, me di cuenta de dos cosas: 1) Que hay personas que tienden a negarse el duelo por un animal. 2) El libro es una reflexión sobre el sentimiento de pérdida, que es universal en los seres humanos. Con respecto a esto último, lo importante no es lo que yo haya escrito, sino lo que el lector se lleve.