Tendencias de alimentación como el vegetarianismo cada vez suman más seguidores, a tal punto que quienes tienen gatos les ofrecen una alimentación sin carnes para ser fieles a este estilo de vida y sus convicciones. Sin embargo, hablar de gatos vegetarianos es controversial.
La veterinaria Sara Hurtado, especialista en medicina felina y nutrición clínica del gato, afirma que los felinos no pueden ser vegetarianos. Sus antepasados son naturalmente carnívoros, subsisten con carne y grasas. Los perros, en cambio, son carnívoros selectivos. Por ello, en muchos casos se les llama omnívoros, como a los humanos.
Es riesgoso adaptar las dietas de las mascotas a nuestro estilo de vida. Para el gato es vital el tejido animal porque con él obtiene los aminoácidos esenciales para su digestión, como la arginina y la taurina. Una deficiencia podría ser fatal. Además, necesita proteína y grasa para la gluconeogénesis, el único proceso a partir del cual obtiene su energía. Si el gato no recibe proteína en su dieta, la sacará de sus músculos y tejidos. El caso de los humanos y los perros es distinto: producen energía principalmente a partir de los carbohidratos.
De hecho, la propia morfología del gato lo predispone para ser carnívoro: sus papilas gustativas tienen preferencia por los aminoácidos presentes en la carne, el pescado, los huevos o el marisco. Y, a su vez, rechazan los monosacáridos y disacáridos de la fruta, las verduras, los frutos secos o los cereales.
Los humanos llevamos mucho tiempo de evolución; comenzamos siendo omnívoros y sí podemos adaptarnos mejor a otras dietas, pero la convicción de que los gatos pueden ser vegetarianos es un mito peligroso.
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