Hoy en día, los perros y animales de compañía son de suma importancia en muchas familias, de hecho, según diferentes mediciones y estudios, cada vez son más las personas que prefieren tener mascotas que hijos. Esto tiene diferentes explicaciones sociales, pero una investigación comprobó que también puede tener razones biológicas e incluso evolutivas.
En el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Massachusetts se analizaron las respuestas neuronales de madres al momento de mostrarles fotos de sus hijos y de sus perros. Gracias a esto se descubrió que las mismas áreas cerebrales se activan en ambos casos, áreas que son importantes para funciones como las emociones, la recompensa, la afiliación, el procesamiento visual y la interacción social. Esto quiere decir que, al menos en un nivel cerebral, las personas pueden ver a sus perros como hijos.
Adicionalmente, el ser humano ha evolucionado para preocuparse por el bienestar de toda su comunidad, pues de ella depende su propia supervivencia, y los animales de compañía hacen parte de esa comunidad. Esta relación única entre ambas especies se debe al proceso de domesticación, que se estima inició desde hace más 50.000 años.
En ese tiempo, los perros y los humanos han generado una relación de comunicación y convivencia. Un dato curioso es que, según registros arqueológicos, los lobos fueron los primeros animales en ser domesticados por los seres humanos; los fósiles más antiguos fueron encontrados en Israel y datan de hace unos 2.000 años.
¿Este ‘amor’ es bidireccional?
Aunque los científicos prefieren no usar el término ‘amor’ al hablar de los sentimientos de los perros hacia los humanos, sí hay señales que demuestran que un perro ha creado un vínculo fuerte con su dueño u otras personas de su entorno. De hecho, en entrevista con la revista Science Focus, el Dr. Clive Wynne, especialista en comportamiento canino y escritor del libro Dog is Love, aseguró que “los perros realmente ven a los humanos de una manera muy similar a como es el amor entre hijos y padres”.
En varios estudios se ha demostrado que la oxitocina, hormona y neurotransmisor responsable de generar el sentimiento de felicidad, está presente en las interacciones entre perros y humanos. Esto quiere decir que la codependencia emocional es bidireccional en esta relación de dueño y animal de compañía. Es gracias a esto que los perros son buenos compañeros y ayudan incluso a reducir niveles de dolor y estrés en algunos casos.
Adicionalmente, en el 2015 se descubrió que cuando los humanos ven a sus perros a los ojos, ambos producen niveles de oxitocina parecidos. Además, los perros tienen en su ADN los genes GTF21 y GTF2IRD1, que influencian los comportamientos de algunos mamíferos y aquellos que los tienen forman vínculos sociales más fuertes y duraderos.
Esto puede llevar a la conclusión de que la relación entre perros y humanos tiene diferentes capas y es mucho más compleja de lo que se podría llegar a creer, debido a una larga historia que los ha unido progresivamente. Sin embargo, esto no implica que sea correcto humanizar a las mascotas, este proceso tiene diferentes consecuencias psicológicas e incluso físicas tanto para los animales como para los dueños.