Abrirle las puertas del hogar a un animal de compañía implica hacerse una serie de preguntas de todos los matices. Entre tantas, sin embargo, hay una que destaca y es fundamental para el bienestar de la mascota en el largo plazo: ¿cómo se va a alimentar?
A simple vista parece una cuestión sencilla. Después de todo, en el mercado abundan los alimentos concentrados para perros y gatos recién nacidos, adultos, castrados y hasta con determinadas enfermedades. La respuesta, entonces, podría ser tan sencilla como ir a la tienda más cercana y escoger el paquete que mejor se adapte.
En principio eso es lo recomendado por la mayoría de veterinarios. No obstante, cada día suena más la dieta Barf, una alternativa basada en alimentos sin procesar que, por sus siglas en inglés puede entenderse como Biologically Appropriate Raw Food (comida cruda biológicamente apropiada) o Bones and Raw Food (huesos y comida cruda). Una tendencia que genera división en la comunidad veterinaria.
A continuación le explicamos en qué consiste, las razones por las que genera polémica y lo que debe tener en cuenta si desea implementarla:
¿De dónde surge?
Aunque parece un concepto relativamente nuevo, lo cierto es que esta tendencia encuentra sus orígenes en la década de los 90, con ‘Dale un hueso a tu perro: la guía práctica y de sentido común para alimentar perros para una vida larga y saludable’, un libro publicado en 1993 por Ian Billinghurst, médico veterinario de la Universidad de Sidney, agrónomo, nutricionista y cirujano de animales de compañía.
Considerado como el “padre” de la dieta, Billinghurst señala que la misma es fruto de sus investigaciones sobre la relación entre lo que sus pacientes caninos y felinos comían frente a su estado de salud, descubriendo que una dieta más natural tiende a fortalecerlo.
A ese libro, que de acuerdo con el médico no busca tomar el lugar de los veterinarios y que por el contrario busca complementar las recomendaciones ofrecidas por los mismos, se le sumaron posteriormente otros tres en los que Billinghurst profundiza en el concepto de “dieta evolutiva” como una herramienta para tener mascotas que “tienden a estar libres de problemas dentales, de piel, auditivos, oculares, intestinales, renales, cardiacos, del páncreas, el riñón y del sistema inmune”.
Sin embargo, artículos científicos como ‘Dieta cruda para perros y gatos: una reseña con referencia particular a los riesgos microbiológicos’, publicado en 2019 por The Journal of Small Animal Practices, advierten que las publicaciones del australiano se quedan cortas en fundamentación científica y pueden generar riesgos importantes en la salud de las mascotas.
¿En qué consiste?
En palabras de Billinghurst, la dieta Barf se trata de “alimentar a perros y gatos con la dieta que les ha permitido evolucionar durante millones de años de adaptación genética”.
Isabella Londoño, médica veterinaria enfocada en nutrición clínica, certificada como especialista en alimentación cruda para perros y exintegrante de la Sociedad Veterinaria de Alimentación Cruda, un gremio global, explica que la filosofía de la dieta busca, en pocas palabras, que los perros y gatos sean alimentados como lo harían en estado silvestre, buscando que cada porción “imite una presa”.
En ese sentido, agrega, se utiliza carne muscular, como pechuga de pollo o lomo y pierna de res, que aportan proteína, grasa y minerales; vísceras como hígado, corazón y riñones, que son ricos en vitaminas, y huesos de pollo o pavo, que aportan minerales. Adicionalmente, contempla frutas y verduras para aportar fibra. Lo único que no se contempla son los carbohidratos, por lo que no se incluyen cereales.
“Billinghurst dice que, al estar crudo, el alimento tiene muchos más microorganismos, como bacterias y hongos, que obligan al sistema inmunológico de un perro, por ejemplo, a estar más activo y responder mucho mejor”, señala Londoño, agregando que estos mismos se configuran como un riesgo.
¿Cómo aplicarla?
Habiendo estudiado la dieta, la médica asegura que prefiere no recomendarla, pues no es ideal para todas las mascotas, porque “es muy pesada para cualquier organismo” y se basa en una filosofía que “no está comprobada científicamente”. Sin embargo, reconoce que, fuera de los numerosos pacientes que llegan a su consultorio buscando implementarla, son todavía más quienes lo hacen con poca o nula asesoría.
Por eso identifica tres parámetros clave antes de ponerla en práctica:
- La salud de la mascota: al tratarse de una dieta de alto impacto, Londoño señala que solo se le debe proporcionar a perros y gatos jóvenes, ciento por ciento saludables, que no tengan enfermedades de base y que no sean de razas con sistemas digestivos delicados.
- El entorno: es importante que las mascotas vivan en ciudades o municipios en los que se pueda garantizar la inocuidad de los alimentos. Esto incluye mantener una cadena de frío adecuada en todo momento, para evitar contaminación por microorganismos.
- El compromiso: a pesar de las asesorías, al final del día son los tutores de la mascota quienes saben dónde compran los alimentos, los mantienen en casa y los alistan para consumo. Tareas que demandan atención, tiempo y responsabilidad.
“Si se cumplen estos tres factores, y lo solicitan, la formulo. Siempre con seguimiento muy detallado, pues muchas veces el perrito no se adapta, o los tutores se cansan”, asegura la nutricionista, insistiendo en que una mala aplicación de la dieta lleva a bajas de peso, enfermedades renales y problemas hepáticos.
Una alternativa
Existen alternativas naturales, caseras y cosidas que, si bien requieren de constancia, responsabilidad y seguimiento, tienden a ser más seguras para la salud de las mascotas. Estas, explica Londoño, “tienen un proceso de construcción diferente y personalizado, que no sigue un modelo establecido, sino que revisa las calorías que necesita el paciente y su historial clínico, para elegir los alimentos que mejor se le adaptan”.
Adicionalmente, en el mercado circulan menús horneados y cocidos, así como dietas mixtas y aquellas basadas en alimentos concentrados, que son muy útiles para tutores con menos tiempo disponible y mascotas con patologías específicas. Al final, concluye Londoño, “no se puede decir que un solo modelo es perfecto, nada es blanco y negro, todo depende de las necesidades del paciente y su familia”.
Algunas recomendaciones
- Si bien el modelo BARF formula porciones en términos de porcentaje, Londoño advierte que esto tiende a generalizar y a ser ambiguo. Por eso insiste en buscar un profesional que haga una formulación balanceada, basada en kilo/calorías, como funcionan todas las dietas, de acuerdo con el peso, la edad y el nivel de actividad física de cada mascota.
- Se trata de una dieta que, por ser casera, requiere seguimiento. De acuerdo con la veterinaria, es recomendable hacer exámenes de sangre, de orina y coprológicos cada seis meses, para cuidar las funciones renales y hepáticas. “Es, además, una buena idea en términos de medicina preventiva”, agrega.
- Uno de los puntos más delicados tiene que ver con los huesos. Para la experta: “siembre deben ser de aves, que son más blandos, no se pueden pasar por cocción, pues se deshidratan y se astillan, aumentando el riesgo por perforaciones; y siempre deben estar cubiertos de carne, pues esta genera prote