Durante el confinamiento por el covid-19, quienes tenemos un gato tal vez tuvimos una experiencia un tanto más llevadera que quienes no conviven con estas mascotas.
Los gatos nos mostraron, desde las sutilezas que los caracterizan, cómo podíamos enfrentarnos a esa situación con calma y tranquilidad. ¿Quién de nosotros no sintió después de una larga jornada de teletrabajo el ronroneo de su gato? Su sonido, casi hipnótico, suele estar entre los 20 y los 40 hercios. Los gatos lo producen para generar en sí mismos estados de relajación y de bienestar dependiendo del contexto. En nosotros, el ronroneo genera, entre otros, disminución de la presión arterial, de la tensión muscular y de la ansiedad. Hemos pasado muchos momentos de incertidumbre en compañía de nuestros felinos.
Acariciándolos logramos calmarnos, pues el ronroneo y la activación de vías neurológicas a través del tacto nos generan bienestar. Algunos estudios indican que durante el confinamiento el vínculo humano-gato no cambió sustancialmente, pero sí afianzó lazos. Esto pudo ser por el mayor tiempo de convivencia, nuevas rutinas y estrategias de juego que propician una liberación de oxitocina (hormona de la felicidad). Los gatos, con su sutileza, nos brindaron apoyo y mitigaron los efectos emocionales del confinamiento. Su compañía ofrece beneficios a nivel emocional, físico y afectivo.
Una mirada, desde el otro lado, nos pone de cara con los efectos de la convivencia. Por ejemplo, algunos gatos fueron hospitalizados por autolesiones debido al estrés. El principal recurso de un gato es el territorio y, aunque lo comparte con nosotros, no es durante las 24 horas. En el encierro muchos gatos se sintieron invadidos en su espacio y de ahí sus problemas de salud y los cambios conductuales como el marcaje con orina, eliminaciones fuera de su bandeja sanitaria y agresividades.
La mejor forma de agradecerles es cuidarlos y brindarles nuestro lado más amoroso. Los gatos son seres increíbles que están allí para acompañarnos justo en esos instantes en los que nos derrumbamos.