¿Qué pensarías si, de repente, se prohibiera la reproducción de una raza de perro? Ese fue el debate que se abrió a principios del 2022, luego de que la Corte del Distrito de Oslo, en Noruega, prohibió la cría y reproducción de bulldogs y cavalier king charles spaniels al considerar que sufren desde el nacimiento.
Se trata de una conversación común entre los animalistas pero que nunca había llegado a los escenarios judiciales -y mucho menos al ámbito internacional- hasta el proceso iniciado por la Sociedad Noruega de Bienestar Animal.
Tras la decisión —apelada y en estudio— el caso es discutido en países como el Reino Unido, donde el Royal Veterinary College (RVC) pidió analizar las características que definen a un bulldog: los estándares actuales los hacen propensos a sufrir más problemas de salud que otras razas, lo que llevaría a su prohibición en ese país.
La situación, explica Rodrigo González, miembro del Observatorio de Protección y Bienestar Animal del Instituto Distrital de Protección Animal de Bogotá, es problemática: “La cría y reproducción selectiva, detrás del mantenimiento de razas, hace que la diversidad genética se reduzca mucho por mantener características de orden estético”.
Lo que dice González, además biólogo, se puede mirar desde dos perspectivas: la de organizaciones como la Federación Cinológica Internacional, que rige los estándares de la raza y define cómo debe verse, por ejemplo, un bulldog. Y la de imaginarios sociales que se inclinan por determinadas características sobre otras por considerarlas ‘lindas’ o ‘atractivas’, como señalan desde el RVC.
Para el caso del bulldog, y otras razas como el bóxer, el pug o el shar pei, son principalmente los hocicos planos o achatados, una condición llamada síndrome braquiocefálico. Para los cavalier son sus cabezas pequeñas.
Lucía Carvajal Parra, médica veterinaria y docente de la Universidad Nacional, explica que el primero “es una suma de anomalías que provocan una obstrucción de las vías respiratorias superiores, desde la nariz hasta la laringe y la tráquea superior”. Es decir, las fosas nasales son pequeñas y estrechas, mientras que el paladar blando es largo y cubre una primera porción de la vía respiratoria, impidiendo el paso del aire.
Esa dificultad hace que los animales ronquen y jadeen constantemente, no pueden hacer mayores esfuerzos e incluso se sobrecalientan al no regular su temperatura como sí lo hacen otras razas a través de la cavidad nasal. Adicionalmente, comenta la experta, los bulldogs pueden nacer con condiciones cardiacas como tetralogía de fallot, “una alteración cardiaca muy severa que es incompatible con la vida”; displasia de cadera y hemivértebras, un riesgo de parálisis temporal o permanente.
Por su parte, los cavalier, advierte Parra, “tienen prolapso de la válvula mitral, una alteración que termina generando insuficiencia cardiaca en la medida en que crecen”. Son, además, propensos a la displasia de cadera y a sufrir cataratas.
Sin embargo, su gran problema es el tamaño del cráneo, pues “es muy pequeño para albergar el cerebro que, en la medida en que van creciendo, busca hacia dónde ir”. Y así atraviesan procesos muy dolorosos.
González atribuye estos cuadros a que los criadores buscan mantener rasgos ‘estándar’ o ‘lindos’ con “estrategias como la reproducción entre miembros de un mismo grupo familiar o reproducción de pocos individuos para sacar muchas camadas”, llevando a la falta de diversidad genética, que garantiza la buena salud y adaptabilidad de las especies.
En contraste, Raúl Calderón, dueño y fundador de Diamond Bull Colombia, criadero especializado en bulldogs, dice que a través de la cría y reproducción selectiva también se pueden fortalecer las razas y evitar ciertos problemas de salud.
“El bulldog –explica Calderón– es una raza genéticamente modificada por más de dos siglos y hoy es ciento por ciento dependiente del humano. No se debe reproducir naturalmente y su parto no puede ser uno normal porque hay altísima probabilidad de mortalidad en la hembra y en los cachorros. Entonces, esto hace que uno sea selectivo a la hora de cruzar ejemplares, pues lo que se busca es que mejoren los indicadores que uno seleccione”.
Esa idea, sin embargo, funciona para la displasia de cadera, posibles problemas de la piel y de los ojos, pero no para la braquicefalia. De acuerdo con el criador es algo con lo que se debe aprender a vivir, pues “es una condición que lo convierte en un perro de compañía”.
Para evitar otras enfermedades, continúa, resulta fundamental el pedigrí del animal: “El valor que trae el documento es que permite investigar quiénes son sus padres, sus abuelos, bisabuelos, etc. Si se conoce su árbol genealógico, es posible cuidarlo y saber cuándo un ejemplar se puede reproducir o no. Se trata de un tema de salud”.
Si bien en Colombia no existen leyes que regulen las prácticas reproductivas de los criaderos, sí hay organizaciones como la Asociación Club Canino Colombiano, que imponen condiciones a sus miembros: sólo admiten que una hembra dé a luz un máximo de seis camadas, con mínimo un celo de descanso entre cada una. Además, hacen comités técnicos para permitir el cruce entre familiares bajo lineamientos estrictos.
Reglas que no aplican para los que se dedican a la venta de mascotas y que, para Calderón, deberían estar más regulados porque “se convierten en fábricas de cachorros que no tienen en cuenta estudios de ADN y de compatibilidad genética”.
Sin embargo, para una ONG como la Corporación Raya, dedicada a promover el cuidado y el respeto por los animales, la prohibición sancionada en Noruega para todo tipo de criaderos debería replicarse en todo el mundo.
Catalina Yepes, veterinaria y coordinadora médica de esa organización, explica que actividades como la cría y reproducción convierten a los animales en un artículo comercial: “No todos los criadores son iguales, pero sí hay actividad en condiciones bastante precarias, con explotación evidente y maltrato animal”.
Sea cual sea el escenario, Rodrigo González concluye que siempre serán necesarias herramientas que den a conocer los problemas de salud que sufren animales como el bulldog y desestimulen su cría y comercialización irresponsable.
Sobre el cavelier king charles spaniel
- Pertenece al grupo de los perros de compañía.
- Pesa, en promedio, 8 kilos.
- Se caracteriza por ser activo y juguetón.
- El rey Carlos II de Inglaterra siempre estaba acompañado de uno, de ahí su nombre.
- Solía tener el hocico más largo, pero se cruzó con razas como el pug, a finales del siglo XVII, dando pie a la versión que conocemos hoy.
Sobre el bulldog
- Pertenece al grupo de los perros de tipo molosoide.
- Pesa, en promedio, 25 kilos.
- Se caracteriza por ser dócil e integrarse rápido a las familias.
- En la antigüedad lo usaban para luchar con toros, de ahí su nombre.
- Es el perro insignia del Reino Unido.