En 1921 Frederick Banting y Charles H. Best descubrieron y aislaron la hormona responsable del control de glucosa en la sangre: la insulina. Sin embargo, sin la ayuda de Marjorie y otros perros este descubrimiento –que le cambió la vida a las personas diagnosticadas con diabetes– nunca podría haberse realizado. Esta es la historia de los primeros seres vivos en ser inyectados con insulina para comprender su efecto en los síntomas de la diabetes.

La insulina: un descubrimiento de prueba y error

Antes de 1921 ya había investigaciones que estaban intentando encontrar una cura para la diabetes, enfermedad que para la época era una sentencia de muerte lenta. De hecho, según la revista Diabetes Research and Clinical Practice, en 1869 el doctor Paul Langerhans descubrió que el páncreas era parte central del control de la glucosa en la sangre. Sin embargo, fue incapaz de identificar el mecanismo por el cual lo hacía.

Fue hasta 1920 que Frederick Banting, un cirujano de la Universidad de Toronto, junto a Charles H. Best, un estudiante de química de la misma institución, decidieron poner a prueba una hipótesis: las hormonas producidas por el páncreas podían ser extraídas y purificadas para inyectarse y así controlar el nivel de glucosa de forma artificial. Sin embargo, no podían poner a prueba su hipótesis en humanos, así que decidieron empezar por perros, los cuales fueron suministrados por la Universidad de Toronto que también financiaba su investigación.

Algunas fuentes afirman que más de 30 perros fueron parte del experimento y otras afirman que solo fueron 10. Sin importar la cifra, Banting y Best seguían un método científico de prueba y error, empezando por remover el páncreas de los canes y esperando a que mostraran síntomas de diabetes.

Una vez mostraban un aumento de glucosa en la sangre les inyectaban las sustancias extraídas del páncreas en diferentes concentraciones. Así, uno a uno los perros iban falleciendo, ya fuese por complicaciones de la enfermedad o por otros factores del experimento.

Según un artículo de American Society for Environmental History, fue hasta el 3 de agosto de 1921 que los experimentos tuvieron éxito en el perro #408 o #33 (dependiendo de la fuente que se consulte). El caso de éxito fue el de Marjorie, una perrita de raza collie que presentó una disminución de la glucosa tras las inyecciones administradas por Banting y Best.

Así se demostró que era posible controlar los síntomas de la diabetes con este compuesto, que hoy en día se conoce como insulina. Sin embargo, la insulina aún debía ser purificada para evitar infecciones en la administración. Este proceso fue logrado por J. Collip y en enero de 1922 se le administró la primera inyección de insulina a un ser humano a un adolescente llamado Leonard Thompson.

El final de Marjorie, la perrita con diabetes

A pesar de que Marjorie sea el perro más recordado de este hito científico, la verdad es que Banting y Best hicieron un número no registrado de experimentos en perros. Lo que hace especial a Marjorie es que fue el primer caso de éxito, tras quitarle el páncreas e inyectarle, sobrevivió con niveles normales de glucosa en la sangre por 70 días.

Lamentablemente Marjorie fue sacrificada tras este período de tiempo debido a que presentaba abscesos en las zonas de inyección. Sin embargo, su corta vida fue prueba suficiente para demostrar que la diabetes tipo 1 podría ser tratada por medio de inyecciones de insulina.

Así se convirtió en uno de los perros que vale la pena recordar, aunque tristemente son muchos los casos en los que un perro es un paso para un gran hito científico y tecnológico y su fin es poco recordado. Por ejemplo, el caso de Laika, la primera perrita en orbitar la tierra en 1957. Ella ayudó a comprender mejor los efectos de la exposición prolongada a la gravedad 0, pero su viaje solo fue de ida, pues falleció a bordo de la nave Sputnik 2.