Antes de ser una sensación en redes sociales, Popeye deambulaba por las calles de Los Ángeles. Vivía sucio, olía mal y moría de hambre. Era piel y huesos. Ivy Diep y su esposo lo adoptaron y le cambiaron la vida. Eran dueños de un restaurante y todos los martes, en su día libre, iban a comer a distintos lugares y a probar diferentes platos.

Como Popeye no quería despegarse de ellos, comenzó a acompañarlos en sus aventuras culinarias. El plan le encantaba. Era tan fotogénico y juicioso alrededor de la comida que la pareja comenzó a fotografiarlo con los platos que se iban a comer, y ahí surgió la idea de crear la cuenta de Instagram @popeyethefoodie.

Popeye ha salido en noticieros y en programas de televisión estadounidenses y, según cuentan los periodistas, la gente lo reconoce por la calle y pide tomarse fotos con él.

Popeye, la historia del perro foodie | Foto: POPEYETHEFOODIE